Capítulo 3.

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Inhalo y exhalo con fuerza para controlar la furia que quema mis venas. ¿Qué mierda hace ella aquí? ¿Qué carajos le hizo a mi oficina?

Los hombres que rodean la mesa se ponen de pie uno a uno mirándome con asombro, pero mi atención sigue puesta en ella. Parpadea varias veces en su falso intento de contener las lágrimas.

—¡Señor Grey!

—¡Es un milagro!

—¡Ha vuelto!

Las voces se empalman antes de que ellos se acerquen. Estrechan mi mano con grandes sonrisas que no correspondo porque estoy furioso y necesito respuestas.

Todos parecen notar la tensión en el ambiente, porque miran entre ella y yo antes de desaparecer por la puerta. Solo entonces miro al rededor a lo que una vez fue mi pulcra oficina.

No solo la mesa de la sala de juntas ahora ocupa un importante espacio, también la decoración es diferente y en el extremo contrario, debajo de la pared con mis piezas de arte, se ubica un enorme tapete con figuras geométricas de colores.

—Carrick dijo que despertaste —su voz termina con mi inspección—. Le dije que iría cuando terminara la última junta.

¿Última junta?

¿Carrick?

¿Una puta cena y ya lo llama por su nombre de pila?

Esta vez me permito resoplar con fuerza para hacerle saber mi molestia. En primer lugar, ¿Que mierda hace aquí?

—¿Por qué estás aquí? —gruño.

—Lo siento, ya tenía las juntas programadas y...

—Ya lo dijiste —interrumpo—. Quiero saber qué malditamente haces en mi oficina.

Sus cejas se fruncen ligeramente y se acerca, tratando de poner sus manos en mis hombros. Y como no quiero que me toque, la aparto antes de que lo haga.

—¿No te lo dijeron?

—¿Decirme qué?

Todo esto es tan confuso. Ayer Ros estaba viva y Anastasia fuera de mi vida. ¿En qué jodido momento eso cambió?

—Sobre el accidente —dice más bajito.

Me alejo de ella para que evite tocarme y comience a explicar antes de que haga que seguridad la eche.

—Lo sé, Ros murió. Eso no explica...

—Christian... —me interrumpe, sus ojos de nuevo empañados de lágrimas—. Creímos que no ibas a despertar, creí...

Por la forma en que habla, siento que me estoy perdiendo algunos detalles. ¿Qué hacia ella con los Grey? ¿Quién la llamó?

—¿Por qué no habría de despertar? Solamente bebí algunas copas.

¿O no lo hice? ¿Consumí algún tipo de droga que afectó mi memoria a corto plazo?

—¡Estuviste en coma! —chilla, agitando sus manos—. Ni siquiera debieron darte el alta tan pronto.

—¿Qué? —es lo único que alcanzo a balbucear.

—El accidente en el Charlie Tango —sus ojos vuelven a caer—. Estuvieron muchas horas ahí, lesionados. Si hubiéramos llegado a ustedes antes, probablemente Ros estaría viva y tú habrías sido atendido de esa hemorragia...

¿Yo? ¿Hemorragia? Anastasia sigue hablando pero no escucho un carajo de lo que dice. Mi mente divaga por recuerdos borrosos, confusos y partes en blanco con voces.

¿En coma?

—Estás mintiendo. Yo no estaba en el helicóptero, jamás sufrí una hemorragia o heridas por un accidente.

Me mira con la incredulidad grabada en el rostro, gira sobre sus zapatos de tacón y se dirige a MI escritorio. Toma una carpeta de las que Welch suele mandarme y me la entrega.

—No sé qué pasa contigo, o si no recuerdas el accidente, pero ahí está todo. —su dedo se mueve sobre los documentos cuando abro la carpeta—. Las fotos, los registros, el peritaje del helicóptero.... Lo de Hyde está en otra carpeta.

¿Hyde? ¿Quién mierda es Hyde y qué tiene qué ver con esto?

Mis preguntas no formuladas se detienen cuando encuentro una serie de fotografías que muestran una zona boscosa y restos metálicos esparcidos por la tierra. Distingo la hélice trasera de mi Eurocopter EC135.

La siguiente imagen muestra a los paramédicos retirando los cinturones de seguridad del piloto, con una camilla esperando al lado. Por la zona, deduzco que los traslados de rescate se hicieron por aire.

La siguiente fotografía muestra a otro pasajero de tez oscura, llevando collarín y la cabeza vendada empañada en sangre. La última imagen que encuentro es del hombre que intentan subir al helicóptero.

Soy yo.

Pero no luzco como yo. Ese hombre tiene el cabello largo y una sobra de barba cuando siempre estoy afeitado, incluso su ropa es demasiado informal para un vuelo de trabajo.

Pero es mi cuerpo el que yace inmóvil sobre la camilla.

¿Me estrellé en el Charlie Tango?

No expreso mi duda en voz alta.

En su lugar, me concentro en lo que me tiene al bordo desde que pisé mi oficina.

—Esto no explica qué haces aquí.

Puedo ver que mis palabras le causan enojo, pero no podría importarme menos. Ella decidió dejarme porque no estaba de acuerdo con mi estilo de vida.

—Estoy aquí, Christian, porque este lugar era un caos sin Ros y sin ti.

Eso supuse, razón por la cual me apresuré a venir.

—Lo sé. Pero tú no sabes nada sobre mi empresa, o tecnologías, o administración. ¿Quién mierdas te dejó estar a cargo?

Juro que voy a despedir al maldito imbécil que...

—Tu papá. Estoy segura que puedes hablar con él respecto a su desición. —mira el reloj sobre su muñeca—. Entiendo que estás confundido, y molesto por todo lo que has perdido en los últimos meses, pero no puedo ayudarte si sigues atacándome.

—Molesto ni siquiera comienza a describir cómo me siento. —ella vuelve a mirar su costoso reloj de pulsera que más le vale no haber comprado con mi puto dinero—. Ahora vete, quiero revisar los reportes financieros y asegurarme que no llevaste mi empresa a la banca rota, o derrochaste mi dinero baratijas.

Su boca cae abierta, pero tiene la decencia de parecer molesta ante la acusación. Tal vez deba revisar primero lo del accidente y luego los reportes financieros.

¿Ella dijo meses?

Mierda.

Antes de que pueda preguntar algo más, la puerta de la oficina se abre y un hombre con traje sonríe y asiente.

—Señorita Steele, Señor Grey —cuadra los hombros a una postura más formal—. Me alegra tenerlo de vuelta, señor.

Estoy a punto de preguntar quién es, cuando noto al pequeño niño aferrado a su dedo. Me mira con temor, pero sus pequeños pasos lo llevan hasta la falda de Anastasia.

—¡Mamá!

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora