Capítulo 11.

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Esta vez estoy un paso adelante.

La reunión de cada lunes con los jefes de departamento se llevará a cabo en 20 minutos y yo ya me encuentro instalado en la cabecera de la mesa.

Mi puto lugar como el CEO de mi maldita empresa.

Apenas unos minutos después, el sonido del ascensor avisa que alguien más ha llegado, luego percibo el sonido de voces femeninas acercándose.

—¡Lo sé! Sabes que amo los conciertos de la sinfónica, desearía pasar una velada agradable y... —la voz de Andrea se interrumpe cuando me nota en la oficina—. ¡Oh! Buenos días, señor Grey.

Anastasia solo asiente y se dirige al extremo opuesto de la mesa llevando un montón de carpetas en sus manos. Andrea deja un vaso de café frente a ella, y coloca el otro a su derecha.

¿Por eso no estaba en su escritorio? ¿Estaba preparando el jodido café de Anastasia?

Ella debe confundir mi ceño fruncido, porque rápidamente se acerca para mirarme.

—¿Café, señor Grey?

Mis cejas se alzan ligeramente por su estúpida pregunta. Luego lo recuerdo, estuve en un maldito coma por más de dos años, aunque eso no cambió mis preferencias sobre el café.

—Americano, sin azúcar ni crema.

Mi secretaria asiente y sale de la oficina tan rápido que sus tacones repiquetean contra el piso.

—¿Cuándo ella se volvió tan distraída? —me quejo—. ¿Debería cambiarla?

Anastasia presiona sus labios en una línea fija y cruza los brazos bajo su pecho.

—No. Es una eficiente empleada, no puedes despedirla porque olvidó leer tu mente y traerte tu maldito café, Christian.

—Señor Grey. —la corrijo.

—Señor Grey —repite, su voz más un gruñido que un saludo.

Levanta el vaso del café para beberlo, sus ojos moviéndose a la entrada de mi oficina para ver a algunos hombres entrando. Al menos son puntuales a la jodida reunión.

Ana baja el vaso y sonríe, toma el otro vaso en la mesa y lo levanta para entregarlo a la persona que se acerca.

—Buen día, Ana. —mi buen amigo Barney lo toma y bebe un pequeño trago—. Capuchino de vainilla, justo como me gusta.

Ambos sonríen y chocan los putos vasos como si fuera un brindis, ignorando al resto de las personas que se sientan a la mesa. Muchos buenos días son susurrados.

—¡Christian! No sabía que estabas aquí —Barney levanta su vaso a modo de saludo—. ¿Quieres un poco de café?

Imbécil.

—¿Eso es lo que se necesita para traerte a las juntas de los lunes? ¿Un jodido café de vainilla? —me recuesto en la silla ejecutiva y cruzo mi pierna sobre la otra—. Porque lo último que recuerdo es que te molestaban como la mierda.

Barney tiene la decencia de reírse.

—Supongo que los tiempos cambian, mi estimado Christian.

Lo veo tomar asiento a la derecha de Ana, las demás sillas son ocupadas rápidamente. Para cuando Andrea regresa con mi café, Anastasia ya ha comenzado la junta.

—Les entregaré ahora una copia del proyecto de ecología en el que estamos trabajando, lo cual a su vez, se convierte en un concurso para cada uno de los departamentos de Grey Enterprise Holdings. —rodea la mesa entregando carpetas a cada jefe de departamento. Se asegura de poner una en mis manos—. Cada departamento se encargará de elaborar una propuesta de integración entre GEH y el proyecto de ecología. El departamento con la mejor propuesta, gana la convivencia familiar en el lugar de su elección.

Una risa espontánea escapa de mi, atrayendo la atención de los demás. Oh, ¿Es en serio? ¿Este puto concurso se está realizando?

Ana me ignora mientras los jefes de departamento miran de uno al otro, seguramente confundidos por las ideas locas de esta mujer que se autonombró vicepresidenta de mi compañía.

—Esta vez si voy a ganar —Barney sonríe, entrecerrando los ojos al jefe del departamento de adquisiciones—. ¡Esa excursión a Glacier Pike es mía!

Todos ríen ante el insulso comentario de Barney, luego cambian rápidamente a las actividades que se llevarán a cabo en la semana sobre difusión y que involucra una pequeña exhibición de los nuevos prototipos del departamento de tecnología.

Todo debidamente registrado, por supuesto.

Antes de que la reunión acabe, envío un texto a Taylor.

*Averigua dónde vive Anastasia Steele, no me importa si tienes qué hacer que alguien la siga a casa*.

Ella malditamente no me dice qué hacer. No oculta información de mi y sobre todo, responde a mis preguntas sobre el niño que comparte mis genes.

Cuando la reunión termina y todos comienzan a salir, la veo reunir las carpetas y su agenda, llevando todo consigo cuando sale.

—Anastasia... ¡Anastasia! —la sigo por el pasillo hasta que se detiene frente al ascensor.

—Señorita Steele, si no te importa. —gruñe—. ¿Qué pasa, señor Grey?

—¿Quién decidió todo esto? ¿Quién lo aprobó? ¡Es ridículo!

Mantuve silencio en la junta porque lo último que necesito es que los empleados, aunque tengan un consentimiento firmado, se enteren del puto drama en qué se ha convertido mi vida y las enormes diferencias que tengo con esta mujer. Mi empresa, por encima de todo, es lo más importante.

—Probablemente lo es, señor Grey, pero funciona. Hemos tenido exitosas campañas gracias a las ideas de nuestros empleados, y son recompensados por ello.

—Compramos y vendemos empresas, no veo donde su opinión sea necesaria. ¿Es esta otra de tus formas para tomar recursos de la empresa? ¿Es eso? ¿Estás desviando el recurso?

Me dedica otra de esas sonrisas de burla que estoy aprendiendo a reconocer, presiona el botón del ascensor y entra ahí lo más rápido que puede.

—Si supieras, pero no lo haces, sabrías que todos los recursos económicos los maneja directamente el departamento de finanzas. Y si preguntaras, pero no lo hiciste, entenderías que no toco ni siquiera un dólar de lo que no me corresponde. Y si necesitas alguna información para aclarar tus dudas, señor Grey, tiene una eficiente secretaria que puede proveer toda la información que desees.

Presiona el botón para que la puerta se cierre, pero las detengo con mis manos.

—¿A dónde mierda te mudaste? ¿A dónde llevaste al niño?

Vuelve a presionar el botón repetidas veces, haciendo que el sensor timbre porque sigo atravesado.

—El niño, Christian, se llama Ted como tu abuelo. Y su localización  en las tardes no es algo que necesites, puesto que en este momento se encuentra en la guardería en los pisos de abajo y no has estado ahí para verlo. ¿Quieres verlo? Ya sabes dónde está. Ahora muévete que tengo trabajo que hacer.

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Este capítulo va dedicado a mi pequeña Linna1622 por ser tan valiente 🤭

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora