Capítulo 14.

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Esta vez estoy preparado.

Mientras Anastasia se encuentra en la primera reunión del día con algunos jefes de departamento, me dirijo a la segunda planta de mi edificio donde se ubica la guardería.

Ocupa la mitad de la planta y es tan jodidamente colorido como creí que sería, con al menos 50 niños pequeños sentados sobre piso alfombrado de colores.

Toda una puta pesadilla.

Me acerco por un extremo tratando de ser lo más discreto posible, pero fallo por culpa de la chica idiota con el mandil que sonríe.

—¡Buenos días, señor Grey!

Genial.

Asiento para que sepa que escuché su ruidoso saludo, luego presiono mi dedo índice contra mis labios pidiéndole que calle. Ella gira un poco para mirar a un  niño sentado jugando con bloques.

Lo reconozco por el cabello cobrizo. Theodore.

Golpea un cubo contra el otro, mientras los otros niños son acomodados en mesas pequeñas para tomar sus desayunos. Es probablemente uno de los más pequeños e inmediatamente sé que recibe trato preferencial.

Es un Grey, después de todo.

La chica del mandil pone un tazón en una mesa de tamaño normal y un babero. Por un momento creo que tomará al niño y lo pondrá en la única silla alta de la mesa, pero ella se aleja.

—¡Está listo! —chilla, volviendo al otro grupo de niños.

Estoy decidiendo si debería acercarme cuando el hombre de la otra vez aparece, yendo directo a Theodore.

—Hey, amiguito —lo levanta en sus brazos y lo lleva a la silla—. Hora del desayuno, ¿Te apetece puré de frutas y cereal?

Levanta el tazón para olerlo, luego lo pone en la mesa y le amarra el babero en el cuello. Aparta la silla a su lado y se sienta tomando de nuevo el tazón.

—Si no te gusta esto, te traeré pancakes con mermelada y una leche con chocolate.

Supongo que no soy el único observando, porque la chica vuelve a acercarse con el ceño fruncido.

—Sabes que no puedes cambiar el menú de Teddy, Ryan. La señorita Steele dice que debe comer lo mismo que los demás.

—Si, si, te escuché. Pero el niño está en crecimiento, necesita mucho más que un plátano para crecer.

No escucho la réplica de la chica porque Taylor detiene sus pasos detrás de mí, mirando por encima de mi hombro a su elemento de seguridad.

—¿Está eso dentro de sus funciones? —pregunto con fastidio—. ¿Alimentarlo y cuestionar las órdenes de Anastasia respecto a su dieta?

—No, señor.

Por supuesto que no, el imbécil se está tomando libertades aquí como si fuera su jodido hijo.

—¿Debería estar aquí? —hasta donde recuerdo, GEH es un edificio seguro y no requiere que su guardaespaldas personal esté presente todo el tiempo.

—Está junto a Teddy todo el día, señor Grey. Órdenes de la señorita Steele.

Guardaespaldas y nana. El tipo realmente parece feliz de desempeñar su función. Y seguramente también sigue gustoso a Anastasia hasta la intimidad de su hogar con el pretexto del niño.

—Lo visitaré esta tarde, necesito llevar un presente.

Veo a Jason por el rabillo del ojo asentir, así que giro para mirarlo. He visto demasiado del jodido guardaespaldas por ahora.

—Andrea puede conseguir algo en línea, iré a recogerlo.

—No. Debería ir yo mismo.

Dudo solo un momento porque en realidad no conozco el tipo de juguete que prefiere Ted. O si debería comprar algo de acuerdo a su etapa de desarrollo.

Dejo de preocuparme por el juguete y me dirijo con Taylor a una plaza comercial, eligiendo un enorme muñeco de peluche de un oso Teddy.

Eso debería bastar.

Dejo el juguete en el auto bajo el resguardo de Jason y vuelvo a mi oficina, dejando a Anastasia lidiar con las reuniones de hoy y todo la demás. Para eso le pago.

Me tomo un momento para revisar la carpeta que tiene el acta de nacimiento del niño, el informe del hospital del día en que nació, la copia del expediente de atención prenatal y el seguimiento con el pediatra.

Todo está ahí, en regla. Las fechas de la concepción y el parto coinciden con una fecha posterior a la última vez que recuerdo. Relación o no, estábamos juntos cuando el niño fue concebido.

Semanas después, tuve el accidente en el Charlie Tango.

Anastasia lo dijo, pero verlo por escrito y comparar los registros le da una claridad que era necesaria para mí.

Poco antes de las 4 de la tarde, salgo de la oficina y me dirijo al apartamento de Anastasia para ver al niño. Bajo del auto cargando el jodido muñeco, atrayendo la mirada de los curiosos hasta que llego a su piso.

Antes de que pueda golpear la puerta, se abre con un chillido.

—Buenas tardes, Christian.

Anastasia mira el juguete y arquea una ceja, pero esta vez se aparta y me deja pasar. El vestíbulo es tan amplio como pensé, de nuevo la jodida alfombra de colores obstruyendo la sala.

Curiosos ojos azules me miran.

—Mira Teddy, papá está aquí. —lo llama—. Ven a ver lo que papá trajo.

Lo levanta y me señala, o al peluche, y le pide que se acerque. Viendo que el muñeco es más grande que el niño, lo siento en la alfombra para que pueda verlo con claridad.

—Ve, Ted. ¡Mira! ¡Un osito!

El niño no luce convencido por las palabras de su madre, se mete su pequeño pulgar dentro de su boca.

—Teddy. —intenta de nuevo.

Empujo el puto peluche más cerca de él para que pueda tomarlo, pero como un conejo asustado, corre lejos y se abraza a la pierna del hombre que no noté que estaba ahí.

El jodido guardaespaldas.

—Lo siento, Ryan. Está bien —Anastasia se acerca y carga al niño en sus brazos.

Se sienta con él en la alfombra, pero mi atención sigue puesta en el imbécil que no deja de mirarlos. ¿Qué? ¿cree que les voy a hacer daño?

—Vete. —le ordeno. Eso atrae su mirada a mi.

—¿Señor Grey?

—En este momento no eres necesario, sal de aquí.

El imbécil no se mueve, mirando de nuevo a Anastasia.

—No la mires a ella —gruño—. Soy tu jodido jefe, eres mi maldito empleado. Sal de una puta vez de aquí.

Ella tiene qué dedicarle un asentimiento de cabeza para que él finalmente salga del departamento.

¿Por qué carajos se toma todas estas libertades?

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora