Capítulo 10.

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—¿Tu dinero? Ese golpe todavía te tiene mal, ¿Cierto?

Se ríe, dando un paso fuera y cerrando la puerta detrás de ella. No esperaba una invitación a entrar, pero discutir en el pasillo ya no parece tan sensato.

—Estoy pagando por esta habitación, Christian. —gruñe, cruzando los brazos sobre su pecho—. Y recuerdo haber escuchado que querías tu vida anterior de vuelta, ¡y sigues apareciendo en la mía!

—No por gusto —también gruño, inclinándome sobre ella.

—¿Esto haces en tu tiempo libre? ¿Importunar a tus empleados?

Si.

—A los que lo merecen, como tú. ¿Con qué dinero estás pagando todo esto? —señalo al interior. La habitación, la comida, la ropa de marca. Todo me pertenece.

—¡Tengo un salario, idiota! Lo creas o no, desempeño mi puesto con mucha responsabilidad y me gano ese dinero, que luego uso en tu hijo.

—Es una mentira, Carrick te da una cantidad mensual por el niño, y seguramente recibes un extra también.

Resopla con fuerza, haciéndome retroceder un paso porque siento que va a golpearme.

—Voy a decirte esto solo para aclararlo, porque no tienes ningún derecho de meterte en mi vida. —ella retrocede hasta tocar la puerta—. Tu padre le asignó una mensualidad a Ted, es cierto. Pero ese dinero se deposita en una cuenta a su nombre que permanece intacta, puedes corroborarlo con Andrea.  —agita la mano en el aire mientras continúa—. Cómo ya dije, tengo un salario que me basta para hacerme cargo de mis necesidades y las de mi hijo. Tu dinero sigue ahí, pudriéndose.

Escucho de nuevo las voces en el interior, y sé que los guardaespaldas que estoy buscando están ahí dentro.

—¿Y sobre ellos? —señalo la puerta.

—Eso corresponde a tu padre, a mi no me mires —encoge los hombros—. Ir acompañada a todos lados a veces resulta molesto.

¿Tener quien conduzca el auto mientras vas cómodamente en el asiento trasero? Si, muy molesto.

—Bien. ¿Cuánto tiempo vas a vivir aquí? —no es que me importe.

—Solo el fin de semana, mientras acondicionan el apartamento que compré.

—¿En dónde? —pregunto y ella esboza una sonrisa.

—Buenas noches, Christian.

—Dije que ¿en dónde? —Anastasia gira y abre la puerta solo lo suficiente para poder entrar de nuevo—. ¿A dónde vas a llevar al niño? ¡Ana!

El sonido en el interior se hace más fuerte, así que me alejo de ahí antes de que patee la puta puerta y la haga escucharme. Tal vez no estoy participando en la crianza del niño, pero al menos puedo asegurarme que está a salvo.

Cuando vuelvo al auto, me dirijo directo a Taylor.

—¿Quienes son los hombres asignados a Anastasia y su hijo? ¿Quién los eligió? ¿Tienen buenas referencias?

Jason gira desde el asiento del copiloto para mirarme.

—Si, señor. Usted los aprobó a todos.

¿Yo? ¿Cuándo? ¿Mientras mantenía una relación ficticia con Anastasia Steele?

De nuevo tengo esa sensación de que están hablando de la vida de otra persona, no de algo que me pasó a mi. Supongo que perdí muchos recuerdos además de los 2 años y medio.

Vuelvo a Escala, exhausto mentalmente de lidiar con Anastasia y mi vida pasada, pero listo para olvidar todo con whisky.

Afortunadamente la decoración y todos los artículos de bebé desaparecieron de la habitación, dándole un parecido mayor a mi antigua decoración.

Solo queda una foto sobre la mesita de noche, la misma que Anastasia tenía en mi escritorio ayer. Una foto de su hijo, con cabello cobrizo y ojos grises idénticos a los míos.

Ella debería apreciar mi nula intervención, así no joderé la vida del niño con mis sombras. Al menos puedo darle eso a él.

Bebo mi whisky, luego tomo una cena ligera preparada por la señora Jones y voy a dormir en mi maldita cama. Por fin me siento en casa de nuevo.

Y para volver a mi antigua rutina, me levanto temprano en la mañana para ir a correr a la bahía.

—Sugiero que no lo haga, señor —Taylor se interpone en mi camino al ascensor.

—¿Por qué no? ¿Hay alguna otra amenaza de la cual no me hayas hablando?

—No, señor Grey, pero recientemente salió del hospital por una lesión en la cabeza. Considero que su cuerpo aún necesita reposo.

—Lo que realmente necesito es retomar mi condición física, mi cuerpo está atrofiado de estar en cama por tanto tiempo.

Taylor aún no se aparta del ascensor, así que no puedo seguir mi camino hacia la bahía. Si no lo conociera lo suficiente, ignoraría su consejo.

—Usaré el gimnasio.

Giro sobre mis pies y subo las escaleras, yendo a la habitación que se encuentra cerca de la biblioteca. Mis pasos se detienen en el pasillo, en la primer puerta de la izquierda.

Mi sala de juegos.

—¿Hace cuando tiempo permanece cerrada? ¿Cuando fue la última vez que la usé? ¿Con Anastasia?

Espero que no.

Una imagen de ella, llorosa y aterrorizada viene a mi mente en esa desastrosa noche. La traje aquí, le mostré lo peor de mi y lógicamente ella huyó.

Recuerdo haber caminado sobre mis pasos hasta la habitación que dejó y encontrar ese pequeño planeador a escala con la inscripción en la tarjeta.

<<El recuerdo de días mejores>>

Y concuerdo.

Antes tenía el control de mi vida. ¿Cómo fue que volví con ella? ¿Bajo qué condiciones le pedí que se mudara aquí? ¿Firmó el contrato?

Las preguntas se multiplican en mi cabeza y el deseo de correr vuelve. Forzándome a dejar esa puerta atrás, me dirijo finalmente al gimnasio y subo a la caminadora encendiéndola en velocidad moderada.

Necesito sacar a Anastasia de mi mente, sacar todo el malestar que me ocasiona su intervención en mi empresa y enfocarme en recuperar el control. Solo así podré mantenerla fuera de mi camino.

¿El niño? Él me agradecerá algún día que tuviera la oportunidad de crecer en un hogar y tener la familia que merece.

Solo espero no estar tomando la desición equivocada.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora