Capítulo 13.

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Barney Sullivan.

Mi mejor empleado, mi hombre de confianza, mi genio de la tecnología. Aquí, en la casa de Anastasia.

Mi ceño se frunce más mientras él sigue sonriendo.

—¿Por qué el niño está jugando con un prototipo? —una cosa más para estar enojado con este imbécil.

—Es mi diseño experimental, bastante seguro para que Teddy juegue con él, Christian. ¿Quieres hablar con Ana?

Si, ¿Dónde mierda está ella y por qué deja a su hijo con Barney? Será un puto genio de tecnología pero no tiene experiencia cuidando infantes.

Cómo si la hubiera llamado, Anastasia asoma la cabeza llevando un par de tazas. Las deja sobre la barra y se acerca, haciéndole una seña a Barney.

—¿Todo bien? ¿Qué haces aquí, Christian?

Si, ¿Qué mierda hago yo aquí?

Cuando no obtienen una respuesta a su pregunta, le pide a Barney que espere con el niño. De nuevo no soy bienvenido en su departamento porque sale al pasillo y cierra la puerta.

—No sabía que tenías un gusto por acosar a tus empleados. —me ataca primero.

—¿Así es como conseguiste la vicepresidencia de mi empresa? ¿Ganándote a Barney con sexo?

Ni siquiera parpadea cuando levanta la mano y golpea mi mejilla con tanta fuerza que me arde el contacto.

Los ojos de la antes dócil señorita Steele destellan con ira.

—¡No te atrevas, Christian! ¡No te atrevas a desacreditarme!

¿Yo? Es ella la que está en un puto apartamento con Barney. ¿Viven juntos, acaso? ¿Hay algo entre ellos?

—Por supuesto que no me acosté con Barney para tener un puesto —dice, capturando de nuevo mi atención—. Eres el único, aunque te cueste creerlo, porque te amo. O te amaba. Al Christian que eras antes de todo esto.

Se pasa las manos por el rostro y suelta un gruñido de frustración que me parece innecesario.

¿Amor? Eso es todo lo que necesito saber.

—¿Terminaste?

—No. —chilla—. Desde que despertaste he esperado que preguntes al menos una vez cómo estoy, o como está tu hijo. O que hablaríamos de nosotros, pero lo único que has hecho es atacarme. —me acusa, señalando mi pecho— . Y creí que tendríamos ésta conversación en un momento más apropiado, no ahora y solo porque estás teniendo un ataque de celos.

—No estoy celoso.

Solo estoy sorprendido por la ferocidad de Anastasia. Ella tenía una mente ingeniosa y una lengua viperina, ¿Pero esto? Es otro nivel. Ella prácticamente parece una madre oso protegiendo a su cría.

—De cualquier forma no tienes nada de qué preocuparte. He permanecido leal a ti porque te amo y creí que estaríamos juntos de nuevo. ¿Eso aún está en tus planes?

Le doy la respuesta más sincera que puedo.

—No lo sé.

Me resulta increíble que yo quiera esto, no solo la parte del niño, sino también la de una pareja estable y sexo con la misma mujer todos los días. No es algo que antes hubiera considerado.

¿Es posible que Anastasia cambiara eso? Tendría qué descubrirlo por mi mismo. Y uso la única excusa que sé que va a servir.

—Quiero ver al niño.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora