Capítulo 19.

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POV. Ana.

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Todavía estoy conteniendo una risa cuando Christian desaparece en el ascensor, seguramente para volver a su oficina y enviar su costoso traje a la tintorería.

Teddy pone su mano sobre la mía, sacándome de mis pensamientos.

—¿Papá? —pregunta.

Oh.

—Si, mi amor. Tu papá acaba de irse.

Teddy se lleva la mano de puré a la boca, pero Ryan lo detiene rápidamente y lo limpia con una toalla húmeda.

—Ese imbécil no es tu papá, Teddy Bear. No podría serlo aunque su vida dependiera de ello.

Golpeo el brazo de Henry para que se detenga.

—No puedes decirle eso, ¡Él es su padre! —chillo, ofendida porque confunde a mi hijo—. Tiene qué acostumbrarse a convivir con él, te guste o no.

Casi puedo escuchar uno de esos gruñidos como cuando intenta contenerse.

—Annie, admítelo. Él es más un donador de esperma que un padre. —el tono de su voz baja a casi un susurro—. Sabes que soy más un padre para Teddy que él.

Eso no significa que lo seas, quiero decirle, pero no tiene caso herirlo. Sé lo mucho que quiere a Teddy y sus sentimientos por mí.

Espero a que Tracy se acerque a ayudar a Ryan con Teddy y salgo de ahí, necesitando enfocar de nuevo mis pensamientos. Este ir y venir con Christian es tan confuso que me da dolor de cabeza.

Cuando salgo del ascensor para ir a la sala de juntas, me encuentro con que algunos de los jefes de departamento están ahí para volver a sus oficinas.

Mierda, la junta.

La sala de juntas está casi vacía, a excepción de Barney apagando su laptop y el proyector que se usó. Le dedico una pequeña sonrisa de disculpa.

—Lo siento, se me fue completamente el tiempo.

Barney Sullivan es el hombre más dulce que conozco y me guiña un ojo para hacerme sentir mejor.

—Tranquila Annie, fue lo mismo de siempre y no te perdiste de mucho. Tal vez un chiste o dos de ese tipo nuevo de adquisiciones.

—Mi culpa. —ayudo, trayendo el maletín desde el otro extremo.

—¿Y cómo está Christian? ¿Has hablado con él?

Ojalá.

—No. Bueno, solo sobre temas del bebé. Creo que está intentando involucrarse en su vida.

—Eso... Eso es bueno, si —balbucea—. Estaba preocupado por lo distante que luce, todo frío y enojado como antes.

—¿Antes? —mi mente curiosa lanza la pregunta.

—Si, antes de que aparecieras. —se ríe, luego toca un mechón de cabello castaño sobre mi hombro—. Antes de conocerte, Annie. Ahora entiendo por qué cambio.

Eso me hace sonreír un poco.

Mi chico de ojos grises decía odiar las flores y los corazones, y terminó haciendo muchas cosas bastante dulces. Es extraño saber que los demás también lo notaron.

—¿Crees que está volviendo a lo que era antes? —¿El chico aterrorizado por la intimidad y el compromiso? ¿El que no permitía que lo tocara?

—Sip. —Barney se aparta con un suspiro, tomando ambos maletines—. No te confundas, es un maldito genio para los negocios, es solo que no era feliz.

Lo veo salir de la sala de juntas, sientiendome un poco más confundida por Christian. Debe estar realmente desorientado tratando de acostumbrarse a una vida que parece nueva, una en la que no me recuerda. O sus recuerdos de mi no son tan buenos. ¿Es posible que su mente haya borrado o distorsionado sus recuerdos de mi?

Eso sería terrible.

Antes de que salga de la sala, la cabeza rubia de mi amiga Andrea se asoma, mirando a su alrededor para asegurarse que estamos solas.

—¿A qué hora es la próxima reunión? —pregunto, mirando el reloj en mi muñeca.

—En 15 minutos, señorita Steele. —mira de nuevo a ambos lados luciendo más sospechosa—. ¿Ana? No sé si debería decirte esto, pero creo que tienes derecho a saberlo.

Eso llama mi atención, haciendo que yo también mire a nuestro alrededor.

—¿Qué es?

Andrea presiona sus labios con disgusto.

—El señor Grey tiene programada una cena... Con Elena Lincoln.

¿Qué?

—¿Estás segura? —asiente efusivamente—. ¿Dónde?

—El Mile High Club. Mañana. Su mesa de siempre.

No puedo creerlo, ¿Cómo se atreve? Esa maldita bruja.

Sé que si voy a su oficina y lo enfrento ahora, no podré contenerme. Voy a darle el mínimo beneficio de la duda, porque si es así, se terminó para nosotros.

Apenas puedo concentrarme en el resto de las actividades del día, y qué decir de controlar mis expresiones cuando se presenta esa tarde a ver a Teddy.

Me obligo a sentarme en el mostrador de la cocina y fingir revisar los documentos de la compra venta de las bodegas para los suministros.

Sé que siente la tensión porque se despide de Teddy a la hora de siempre pero no se acerca a mi. Solo me mira con curiosidad.

—Tengo qué irme. —anuncia.

—Lo sé. ¿Vendrás mañana? —pregunto, demasiado impaciente por saber si al menos lo va a mencionar.

—No lo creo, tengo un compromiso.

Imbécil.

Presiono mis labios y asiento, lista para echarlo de mi hogar ahora que conozco sus intenciones.

Sé que debería dejarlo ir y aceptar que no es posible para nosotros. Alejarme de él, rehacer mi vida y asegurarme que mi hijo tenga una figura paterna positiva.

Y lo haré.

Pero antes, voy a sacar toda mi frustración y enojo en esa mujer que tantos problemas me ha causado.

Evito encontrarme con él al día siguiente, manteniendo mi furia cocinándose a fuego lento para el momento indicado. Como lo dijo, no se presentó en la tarde para ver a Teddy, lo que solo reafirma mi desición.

Estoy haciendo lo correcto.

Henry se queda al cuidado de Teddy cuando le pido a Sawyer que me lleve a la Columbia Tower.

—Señorita Steele, ¿Quiere que la acompañe? —pregunta cuando estaciona al frente, en doble fila.

—No, gracias Luke. Será una visita rápida.

Apenas puedo esperar para llegar al último piso, deteniéndome frente al maitre solo para observar a Christian en una mesa y una mujer rubia.

Mi mirada se desvía un poco al hombre de traje en una mesa, luciendo discreto como siempre. Cuando Jason asiente en aprobación, me dirijo a la mesa de Christian...

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora