Capítulo Extra #1

8.5K 601 42
                                    

JEANE

Me encontraba fatal. Estaba hiperventilando y el dolor ni siquiera había terminado. Estar en una habitación de cuatro paredes donde el único sonido era el de mis quejidos no era mi idea de pasármelo genial. Ni siquiera de pasármelo bien. No como creí que sería antes de animarme a ello. Extrañamente me sentía mejor cuando alzaba la mirada y encontraba a Andrew con los ojos puestos en los míos. Cada cierto tiempo le sonreía de lado, pero en cuanto el dolor me atravesaba esa sonrisa se convertía en una mueca.

Justo como ahora.

—Lo estás haciendo bien —señaló el hombre sentado frente a mí. Fruncí el ceño. No sé qué estaba haciendo bien si lo único que hacía era mirar al suelo y morderme el labio para evitar quejarme del dolor como realmente quería.

—¿De verdad? —inquirí entre dientes de manera sarcástica. El hombre, un poco mayor que nosotros, me miró un segundo completamente largo antes de seguir con su tarea. Parecía querer reírse, pero por suerte no lo hizo. Porque estaba a dos segundos de golpearlo si no se apuraba.

Al parecer el hombre estaba acostumbrado a las reacciones como la mía.

—Tranquila, Jeane. —Escuché la voz de Andrew acercándose detrás de mí. Puso una mano sobre mi hombro acariciando mi nuca contracturada. Esto me estaba poniendo más tensa de lo que imaginé. ¿Cómo la gente podía someterse a tal castigo doloroso? Creí que no dolería nada luego de ver a tanta gente pasar por lo mismo, incluso a Andrew, y ver que no hacía una mueca o se quejaba como yo—. Ya va a terminar.

—Espero que sí —susurré acongojada—. Solo las personas masoquistas se atreverían a esto.

Andrew soltó una risa seca mientras que el hombre frente a mí solo alzó una ceja sin despegar su mirada de mi brazo. Por los siguientes diez minutos apreté mis labios entre mis dientes y solo así pude evitar el dolor punzante que azotaba en mi piel.

Luego de aquello el hombre alzó el rostro y sonrió.

—Listo. —Fue la mejor palabra que había oído en todo el día. Luego de estar más de dos horas aquí, escuchar aquello fue más que glorioso.

Lo primero que hice fue levantar mi brazo adolorido. Un jadeo escapó de mis labios cuando vi mi piel justo a la altura de mi muñeca, allí en la parte interna en tinta negra había un hermoso tatuaje de una nota musical, pero lo hermoso de ello era que aquella nota musical estaba conformada por pequeñas notas musicales. Y en el medio de ella había una pequeña explosión de colores que abarcaba más que la nota musical, como si las notas desprendieran esas colores.

—Es hermoso —susurré maravillada.

Andrew tenía la mirada puesta en mi tatuaje. Estaba sorprendido cuando le sugerí que quería un tatuaje. Pero lo que lo sacó de onda fue cuando le dije que quería un tatuaje a juego con el suyo, exactamente igual al que se hizo hace un par de años cuando lo acompañé al estudio de tatuajes.

—Es perfecto —dijo Andrew poniendo un dedo sobre mi brazo. Inmediatamente mi piel se erizó al sentir su caricia. Hizo un lento recorrido desde el antebrazo hasta el borde de mi mano sin rozar la zona roja de mi tatuaje. Sus ojos parecían no poder despegarse de él.

El tatuador se levantó y nos hizo una seña para que me acercara. Colocó sobre mi brazo una venda y luego me explicó los procedimientos que debía seguir en casa para cuidar mi tatuaje. Como Andrew estaba familiarizado con ello no necesité hacer preguntas al tatuador porque tenía a mi cuidador personal.

Y efectivamente fue así porque cuando intenté subir a la camioneta Andrew estaba detrás de mí ayudándome a entrar.

—¿Sabes? No estoy incapacitada, puedo subir sin ningún problema.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora