Capítulo 26 - Di lo que tengas que decir

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No supe lo difícil que era cocinar acompañada hasta que cinco chicas intentamos hacerlo juntas, fallando estrepitosamente en el intento

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No supe lo difícil que era cocinar acompañada hasta que cinco chicas intentamos hacerlo juntas, fallando estrepitosamente en el intento.

Magda intentó cocinar el arroz. Lo quemó. Ni siquiera pudimos salvar la mitad. Taís ni siquiera pudo hervir el agua, se evaporó todo y eso solo hizo que llorara de frustración. Trisha se dedicó a grabar todo para sus historias de Instagram mientras que Lizbeth se mantuvo picado las cebollas, llorando en silencio, al final ni siquiera las utilizamos.

¿Yo qué hice? Intenté como último recurso preparar sopa maruchán. Tenía un pack de ellas para casos como este, de emergencia, en donde cocinar no iba servir para nada. Metí un vaso de aquella sopa instantánea en el microondas, poniendo el tiempo exacto para que se cocinara. ¿Lo peor de todo? Sin que me diera cuenta Trisha se acercó y colocó más minutos. En unos segundos el microondas empezó a sonar hasta que éste pareció quemarse porque soltó una llamarada muy pequeña por dentro y el aparato dejó de funcionar al instante.

Al final, decidimos almorzar la ensalada que Taís nos preparó, era una combinación de lechuga con tomate y algunas otras verduras que encontró en mi refrigerador. Al finalizar el almuerzo todas decidimos continuar juntas la tarde, nadie tenía el ánimo para volver a casa y cambiarse, y dado que todas planeamos pasar este día juntas, o por lo menos hasta antes del anochecer, decidimos alistarnos en mi casa e ir de inmediato a la cafetería de la facultad de Diseño para nuestro encuentro con los dos chicos de oro del fútbol.

Encontramos a Jadel e Iván en una de las mesas apartadas, comiéndose lo que parecían unas barras de cereal. Ni bien nos vieron se levantaron.

—Hola, chicos —Trisha se adelantó para besuquear a su hermano en toda la cara. Jadel aprovechó para despeinarle el cabello mientras que nosotras saludábamos a un entusiasmado Ivan Rogers, el famoso futbolista de la universidad que todos parecían amar.

Todos nos sentamos en una mesa grande para caber los siete: los dos chicos y nosotras que éramos cinco. En ese momento una camarera se acercó para tomar nota de nuestras órdenes pero como ya todas habíamos comido el intento de un almuerzo, nos conformamos con bebidas. Yo me decanté por una bebida fría debido al intenso calor, aunque aquí había aire acondicionado, pero daba igual. Nunca rechazaría un delicioso batido de helado.

En cuanto la camarera se fue, Magda sacó de su pequeño bolso un lapicero y un cuaderno de notas. Lizbeth miraba tímidamente a los chicos que estaban en diagonal a nosotras. Solo Magda y Trisha estaban frente a ellos, como si las dos fueran las entrevistadoras, mientras Taís, Beth y yo estábamos en silencio y mirándolos.

—¿Listo, chicos? —preguntó Magda acomodándose las gafas negras. No parecía nerviosa. Ni siquiera un poco. Esta chica había nacido para esto.

—Claro. —Ivan se encogió de hombros.

—Dispara —dijo Jadel haciéndose el gracioso.

Magda empezó con las preguntas. Solo eran cinco, así que esto no iba a demorar mucho.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora