Justo en este momento tenía mucho miedo de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Con un vaso de alguna combinación en mi mano y con la otra apoyada en la mesa, observé a Jadel había encestado la pelota de ping-pong en un vaso. Parecía un experto en esto y yo ni siquiera había acertado uno. Estábamos en el patio, algo alejados de la piscina y con varios chicos alrededor mirándonos jugar a mí junto a otra pareja que estaba ganándonos. Yo era pésima en el beer pong, pero a Jadel no parecía afectarle, él tomaba del vaso como si no le importara perder. Ya sentía los efectos del alcohol mientras miraba como todo se tambaleaba ligeramente. Una risa histérica amenaza con salir de mi boca al ver las muecas extrañas que Jadel hacía cada vez que tomaba de mi vaso.
Si antes estaba preocupada por irme, ahora estaba preocupada por perder. Solo quedaban pocos vasos y casi todos lo que tenían una pelota de ping-pong era por la pareja oponente.
—Eres la peor jugadora de beer pong —murmuro Jadel luego de su quinto vaso—. Aun así me caes bien, Jean.
Lo había dicho como si fuera el pantalón jean que usaba, y así no se pronunciaba mi nombre.
—Me llamo Jeane, no Jean —dije, haciéndolo reír. En otro momento no me hubiera causado risa aquella tonta broma que muchas personas hicieron en la escuela secundaria, pero ahora todo me parecía gracioso, hasta la chica que estaba en el piso vomitando me daba risa.
¿Algo repugnante ese panorama, verdad? Pues yo estaba destornillándome de la risa.
Cuando la pareja ganó y comenzaron a saltar, mi risa murió así como mis ganas de seguir aquí. Aquel juego había causado mi descubrimiento a la intolerancia al alcohol. Era la primera vez que me había emborrachado y tan solo con unos cuantos vasos que ni siquiera contenían alcohol puro, sino una combinación con gaseosa que sabía muy rico.
En la secundaria nunca había ido a las tantas fiestas que mis amigos y conocidos hicieron, no porque yo no quisiese. Mis padres trabajaban hasta tarde, ambos tenían fuertes trabajos para mantenernos a mí y a mi hermana menor, y yo tenía que quedarme a cuidarla luego de la escuela. La recogía de la suya y e íbamos juntas a casa. Su escuela era carísima, y por eso mis padres se esmeraban en trabajar para poder costearle los estudios. En esa época me había convertido en una chica de casa que no salía a reuniones con sus amigos debido a su hermanita. Yo amaba a Amelie, pero me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes.
—¿Estás bien? —preguntó Jadel sujetándome del hombro para que no me cayera. En las pocas horas que nos conocíamos ya me sentía en plena confianza con él. Incliné mi cabeza en su hombro y me reí.
—Nunca había disfrutado tanto en una fiesta.
—Ni siquiera has bailado.
Negué, viendo cómo todo se tambaleaba con mis movimientos.
—No me gusta bailar.
—¡Oh, vamos! ¿A quién no le gusta bailar?
Me señalé con las dos manos.
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Lo que dure nuestro amor | ✓
Teen FictionAndrew Koltov es enigmático, silencioso y oculta un terrible secreto, Jeane hará todo por ayudarlo. ☽ ☽ ☼ ☾ ☾ Jeane Miller cree que su primer año en la universidad será sencillo, al menos eso es lo que parece cuando se muda de su ciudad natal para...