No perdí mucho el tiempo. Ni bien Koltov me dejó en casa, y él se fue a la suya justo frente a la mía, cogí mi laptop y descargué todas las fotos que había tomado de la noche. Debido a la lentitud y la cantidad de fotos, se demoró más de lo usual. Yo aún no tenía sueño, a pesar de la hora. Luego del concierto y la entrevista con los chicos, sentía una adrenalina explicable y no podía dejar para otro día la revisión de fotos para la calidad y edición de estas. Así que empecé con mi trabajo ni bien abrí el programa para editar todas aquellas que enviaría a la revista. Aunque primero decidí revisar las que había tomado de Koltov.
Había tomado muchas de él disfrutando el concierto a su manera, y todas habían salido increíble. Desde el foco de la cámara era algo mágico, pero aquí en la pantalla de mi computadora, con el perfil de Koltov y de fondo la banda en el escenario, con las luces apuntándolos y dándole un foco a él, era más que mágico. Miré con ilusión que cada foto tenía lo suyo. Desde el movimiento imperceptible de él, hasta la pequeña sonrisa que esbozó en un determinado momento y pasando hasta cuando se dio cuenta que lo fotografiaba y miró a la cámara. Todo eso estaba documentado, y por mucho que no fuera mi trabajo, edité cada foto con tanta dedicación que pasé horas en ello. Desvelándome a lo loco y quedándome despierta hasta altas horas de la madrugada sintiendo mis ojos arder, pero sin perder la concentración.
Una vez que las fotos de Koltov estuvieron editadas las guardé en una carpeta secreta en mi laptop y puse su nombre y apellido, poniendo entre paréntesis la palabra «compañero».
Luego de eso decidí dejar la edición de las fotos del concierto y de la banda para el día siguiente, porque mis ojos ya no dieron para más. Esa noche dormí con tanta emoción que di varias vueltas en la cama para poder dormir a pesar de mi cansancio.
* * *
Al día siguiente, sábado, tenía reunión con mis amigos en la biblioteca para estudiar. Solíamos hacer esto cada fin de semana para estar más atentos a los estudios que a las fiestas que siempre montaban las personas que pertenecían a un fraternidad o hermandad. Nuestro enfoque, o por lo menos el mío, era el estudio y aprobar todo con buena nota para no perder la beca que con tanto anhelo había conseguido. Así que mi dedicación a los estudios era mayor que la de mis amigos, que estaban en sus lugares de la biblioteca chequeando sus teléfonos móviles en vez de avanzar con los trabajos que ya nos estaban dejando en esta semana de clases. No tenía ganas ni ánimos de estudiar, pero el curso en el que más mal me iba era matemáticas, y a pesar de las clases particulares con Koltov, dos veces a la semana no eran suficientes para mí. Por lo menos no para alguien como yo, que no entendía ni siquiera el significado de aquella palabra (matemáticas). Lo único que sabía era que esa cosa fue creada por el diablo y merecía irse al infierno por habernos hecho sufrir a temprana edad desde el colegio torturándonos con sus feos y traumáticos problemas.
Mientras más miraba mi hoja de ejercicios más tensa me ponía. Esto no estaba en tailandés pero bien podría estarlo, o en ruso. Esos idiomas que eran los más difíciles de aprender. En serio, ¿a quién se le ocurrió inventar los idiomas difíciles, o las matemáticas?
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Lo que dure nuestro amor | ✓
Novela JuvenilAndrew Koltov es enigmático, silencioso y oculta un terrible secreto, Jeane hará todo por ayudarlo. ☽ ☽ ☼ ☾ ☾ Jeane Miller cree que su primer año en la universidad será sencillo, al menos eso es lo que parece cuando se muda de su ciudad natal para...