Aquella confesión me dejó tan anonadada que por varios minutos me mantuve en silencio, rebuscando entre mis recuerdos las pocas veces que logré hablar con él en la secundaria, la cuales fueron a lo mucho, dos veces. Y las dos veces que conversamos, fue puramente unilateral, él solo gruñía monosílabos como respuesta cuando yo le hacía preguntas. Fuimos asignados a ser compañeros de un trabajo en parejas, el cual no resultó bien porque Andrew no tuvo el deseo de reunirse conmigo cuando yo se lo propuse. Así que sí, tenía todo el derecho a estar anonadada y algo descolocada por su confesión.
Logré recomponerme a tiempo para contestar.
—¿Yo? —murmuré boquiabierta—. Pero ni siquiera me mirabas. Y cuando lo hacías parecías querer estrangularme.
—No era bueno mostrando mis sentimientos —dijo demasiado avergonzado como para mirarme a la cara.
—Tienes suerte que no te haya agarrado cólera. Era demasiado curiosa como para que me asustaras con tu actitud. —Sonreí—. Todo el mundo te tenía miedo, menos yo.
—No es algo de lo que estoy orgulloso.
Luego de aquello nos sumimos en otro silencio. Recordaba las pocas veces que robaba miradas suyas. En aquellos años en los que estudiaba en la secundaria, estaba demasiado enfocada en mi hermana como para prestarle atención a mis amigas, o incluso tener una vida social fuera del instituto. Mi vida consistía en estudiar, sacar buenas notas y cuidar a Amelie mientras nuestros padres trabajaban para pagar los estudios costosos de ella.
Volví a recostar mi cabeza en su pecho mientras él me acunaba con sus brazos. La tinta en su antebrazo me llamó la atención. De nuevo. Empezaba a gustarme mucho sus tatuajes. Mis dedos picaban por tocarlo. Elevé mi dedo índice y lo deslicé en la suave curvatura del relieve de tinta. Andrew se estremeció.
—¿Qué significado tiene este tatuaje? —pregunté, sin mirarlo—. Y no me digas que ninguno.
Mi cabeza se sacudió un poco cuando Andrew río.
—Desde que la música fue mi única salvación en los momentos oscuros, siempre quise hacerme un tatuaje sobre ello. Como un homenaje de agradecimiento por ayudarme. Mis padres no sabían nada, y a mí no me gustaba hablar. La música me ayudó muchísimo, fue como una terapia.
Esta vez no lo dejé pasar.
—Sé que te niegas, pero sería bueno que vayas a un psicólogo, Andrew. Te ayudaría muchísimo.
Cerré los ojos ante el silencio, esperando no haberlo molestado.
—Lo pensaré —susurró.
Abrí los ojos y sonreí sin que me viera. Que lo considerara era ya un gran logro y un avance gigantesco.
—¿Y el otro tatuaje en tu espalda...?
Andrew hizo un ruido con su garganta.
—Ya no quiero hablar más de mí. Ahora cuéntame tú, ¿cómo es que eres tan buena fotógrafa?
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Lo que dure nuestro amor | ✓
Teen FictionAndrew Koltov es enigmático, silencioso y oculta un terrible secreto, Jeane hará todo por ayudarlo. ☽ ☽ ☼ ☾ ☾ Jeane Miller cree que su primer año en la universidad será sencillo, al menos eso es lo que parece cuando se muda de su ciudad natal para...