Toqué la puerta pero no abrió. Como supuse que las pastillas para la migraña lo dejarían en cama durmiendo, giré el pomo y abrí la puerta gracias a la llave de repuesto que él guardaba secretamente afuera de su jardín escondido entre macetas y plantas. Entré y lo primero que sentí fue un olor a licor. Fruncí el ceño. Dejé mi bolso sobre el sofá y caminé por el departamento notando lo oscuro que estaba debido a las cortinas cerradas.
Empujé la puerta de su habitación y me asusté cuando vi a Andrew echado en su cama con la vista fija en el techo. Junto a él había un par de botellas de licor. Sus ojos mieles se estrecharon al verme de pie en su habitación.
Me acerqué rápidamente a él.
—Andrew, ¿qué pasa? —Sus ojos estaban rojos e hinchados. Su rostro serio y su mirada fija en la mía significaba que no estaba borracho. Como sólo había dos botellas de cervezas, supuse que tenía una buena cantidad de control sobre el alcohol. No como yo, que me emborrachaba con tan solo un sorbo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz ronca. Se levantó mostrando su camiseta blanca y arrugada. Cogió las botellas y las dejó en el suelo. Cuando se irguió noté que estaba tan estable como yo lo parecía. Lo que significaba que tal vez había tomado temprano, y que aún seguía con las botellas a su lado.
—Te escribí —murmuré con obviedad—. Te dije que vendría a comprobar cómo estás.
Se sentó al borde de la cama y miró fijamente el piso. Abrí la boca para decir algo pero Peludo escogió ese momento para entrar y sentarse al lado de él. La gatita parecía tan abatida como lo estaba su padre. Me entristeció verlo así. Me senté a su lado y cogí su mano entrelazándola con la mía.
—¿Sigues con migraña? —pregunté.
—No. —Recostó su cabeza en mi hombro y se quedó así un buen rato. Estar así, junto a él, me hizo recordar mi conversación con Jadel. Estaba perdidamente enamorada de este hombre. No había vuelta atrás. Pero mi estómago escogió ese momento para arruinarlo. Sonó un rugido bajo, pero la habitación estaba en silencio y por supuesto que sonó. Andrew se separó para mirarme—. ¿Tienes hambre?
—No. Estoy tan llena que no comeré nada hasta mañana. Ya almorcé, ¿y tú? —Mi estómago había sonado debido a lo lleno que estaba.
—No tengo hambre. —Me miró—. ¿Qué almorzaste con las chicas?
Parpadeé. Automáticamente él pensó que había almorzado con las chicas cuando le envié aquel mensaje de texto. De pronto me sentí nerviosa, como si hubiera hecho algo malo cuando en realidad todo lo que había hecho fue almorzar con Jadel y hablar de nuestras cosas.
Lo miré a los ojos y decidí ser sincera. La omisión y la mentira eran lo peor para una relación. O eso decía la revista de modas que leí la semana pasada.
—Comí una hamburguesa y papas fritas, pero no con las chicas. Salí con Jadel. Fuimos a la cafetería de la universidad, la que está en la entrada.
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Lo que dure nuestro amor | ✓
Teen FictionAndrew Koltov es enigmático, silencioso y oculta un terrible secreto, Jeane hará todo por ayudarlo. ☽ ☽ ☼ ☾ ☾ Jeane Miller cree que su primer año en la universidad será sencillo, al menos eso es lo que parece cuando se muda de su ciudad natal para...