Epílogo

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Un año después

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Un año después

ANDREW

El largo que camino que recorrí para llegar hasta aquí no fue fácil.

Hubo bajas, altas y hasta momentos en donde quería decir basta. Momentos en donde quería dejarlo todo a la suerte y dejar de continuar sanando. Jeane fue mi roca. Ella me ayudó, ella siempre estuvo a mi lado todo el tiempo, peleando conmigo cuando yo quería darme por vencido, apoyándome en todo momento. No dejando que mi desgano y mis ansias de mandar todo a la mierda me vencieran. Ella era mucho más perseverante así que fue un alivio tenerla a mi lado.

Eventualmente después de aquella fatídica noche en donde quise acabar con todo, fui ingresado al hospital de emergencia. Jeane estuvo ahí en todo momento, incluso después, cuando el psiquiatra me recomendó asistir a terapia.

La lucha contra la depresión no sólo me llevó a exorcizar mis demonios internos, sino también aprender a conllevarlos. Debía superar y a prender a dejar ir las cosas. La terapeuta a la que visitaba casi todos los días en los primeros meses de tratamiento fue insufrible. Me hacía hablar de mi pasado, de lo que me había ocurrido, y de cada cosa y decisión en mi camino. Quería aplastar mi cabeza contra la pared, alegando que prefería eso a hablar de mí, pero ella fue persistente y al final terminé abriendo una puerta en mi interior que me dejó desolado los primeros días. Me hizo recordar y hablar de mi infancia, de las cosas que hacía, de mis padres, de mi familia, de mis tíos, del colegio al que iba. De cada persona con la que me relacioné en mi infancia.

Hablar de cada cosa fue aterrador, pero con el paso de los días y las semanas, podía sentir que poco a poco la carga invisible que llevaba sobre los hombros iba reduciéndose hasta desaparecer.

Al día de hoy no podía decir que estaba cien por ciento curado, pero estaba cerca a ello. El régimen de visitas a la terapeuta tenía mucho que ver con mi evolución. Había luchado por seguir yendo, por seguir viviendo. Jeane no dejó que me desanimara, incluso renunció a su beca en Paris sin remordimiento alguno, sacrificándose, y se inscribió en la Universidad de Western con la carrera de Fotografía. Sus padres estaban felices de tenerla de vuelta así que no hubo problemas con ello. Por mi parte, y gracias al dinero que recibí luego de la muerte de mi madre, tuve suficiente como para alquilar un apartamento afuera de las residencias de estudiantes de la universidad, pero cerca a ella. Mi padre al fin entendió que lo mío no era Ingeniería por lo que cambié mi especialidad a Psicología, ni siquiera tuve que hacer mucho trámite –ni Jeane tampoco– porque como estudiantes de primer año sólo llevábamos cursos básicos que todos debían llevar en los primeros semestres.

Por supuesto, ambos nos retrasamos un semestre. Ella por hacer el papeleo en Paris para regresar aquí y cambiarse de carrera, y yo por estar yendo solamente a terapia. Así que al semestre siguiente coincidimos juntos en varias clases. Poco a poco el enojo que llevaba muy guardado dentro de mí se fue disipando hasta que lo solté. Hasta que pude soltar mi pasado.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora