Capítulo 46 - Pensar las cosas

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Lo primero que hice al llegar a casa fue conectar mi celular y ponerlo a cagar en la corriente

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Lo primero que hice al llegar a casa fue conectar mi celular y ponerlo a cagar en la corriente. Mientras esperaba que la pantalla se prendiera, mi mente rememoraba los últimos minutos que pasé con Jadel, pensando en sus palabras. ¿Realmente estaba dispuesta a dejarlo todo aquí e ir por meses a cumplir mi sueño de estudiar fotografía? Si las circunstancias fueran diferentes, por supuesto que hace mucho ya lo hubiera hecho y no estaría aquí, debatiendo mis posibilidades. Pero había varios impedimentos que no me permitían tomar la decisión rápidamente. Los papeles para rellenar quemaban bajo mi colchón pidiendo ser enviados de vuelta a Paris mediante correo.

Si decidía viajar sólo necesitaba unos cuantos trámites en la universidad de Western y ellos se encargarían del resto. Sólo necesitaban un «sí» de mi parte. Y para mí ese "sí" era más bien un «sí, dejaré a mi familia, amigos y novio y me largaré de aquí». Por tal, no era decisión que podía tomar a la ligera.

Aunque las palabras de Jadel y las de Joel eran casi parecidas, todo se basaba en aprovechar la oportunidad y mandar todo al diablo. Parecía algo tan fácil, pero no era así. Estaba aterrada de contarle a mis padres y que se nieguen. Estaba aterrada de dejar a Andrew. Si su mamá estaba tan mal, ¿cómo podría dejarlo sólo y irme a otro país?

No podría.

Cuando mi celular se encendió hubo varias notificaciones que aparecieron en la pantalla, una tras otra, logrando que el celular vibrara continuamente.

Me llamó la atención ver que no hubo mensajes de Andrew. Inmediatamente le escribí.

Jeane: Acabo de llegar a casa. ¿Cómo estás, cómo sigue tu mami?

Como no respondía mientras revisaba mis otros mensajes, dejé que mi celular cargara sobre la mesita de noche mientras me recostaba en la cama para descansar. En la madrugada casi no había dormido gracias a los incómodos sillones del hospital. Ahora que estaba en la comodidad de mi cama, no tenía sueño. Ni siquiera pestañeé. Mis pensamientos iban de un lado a otro sin detenerse.

Era como un torbellino de sentimientos encontrados que no me dejó descansar.

Aquella noche no logré dormir ni un poco. A pesar del sueño y del cansancio del día por no haber dormido bien el día anterior, mi mente no dejaba de crear mil escenarios posibles al no haberme comunicado con Andrew. A lo largo del día y de la tarde, había estado mandándole más mensajes, pero cuando no respondió ni uno solo, decidí llamarlo. Cada llamada fue mandada al buzón de voz. No sabía si me ignoraba o su celular estaba con baja batería, pero mi preocupación estaba sobrepasando el límite.

Al día siguiente no lo pensé mucho, cuando Trisha me avisó que todo estaba hecho y que Taís estaba mejor, decidí ir a verlas ni bien amaneció. Me bañé, me alisté y salí de la casa, caminando las pocas cuadras dentro el condominio hasta su departamento en el tercer piso.

Trisha me recibió en la puerta con una media sonrisa. Ya le había avisado que venía en camino.

—Jeane, pasa. Justo estaba por salir. —Cubrió mis hombros con su brazo y me pegó a ella susurrando en mi oído—. Taís no quiere hablar del tema, sólo distráela, iré a comprar el desayuno.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora