Capítulo 30 - Tormenta de verano

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Iba a llegar tarde a mi examen de la mañana porque no podía cubrir el condenado chupetón en el cuello que Andrew me había dejado

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Iba a llegar tarde a mi examen de la mañana porque no podía cubrir el condenado chupetón en el cuello que Andrew me había dejado. El compartimiento de mi escritorio estaba lleno de todo el maquillaje que nunca usaba. Ni una sola base líquida o en polvo podía cubrirlo. Empezaba a desesperarme. Era verano, y por mucho que quisiera tapar el chupetón, me negaba a utilizar un pañuelo o bufanda en el cuello. La gente sospecharía. Aunque esa tampoco era la mejor idea de esconderlo. Además, si lo hacía me derretiría y moriría en pleno examen.

Me rendí cuando a la tercera capa de maquillaje, el chupetón se veía de todas formas. La única idea que se me ocurrió fue hacerme una trenza y dejarla reposar en mi cuello, justo en el lado izquierdo. No tenía el cabello tan largo como para cubrirlo, pero aquello fue un avance. Aún así no me quité el maquillaje. Ni siquiera cuando éste no hacía nada para disimularlo.

Con un vestido corto y zapatillas blancas, me monté en mi bicicleta para dirigirme a la universidad. A pesar de mi pequeña tardanza, si pedaleaba con fuerza lo suficiente, llegaría justo a tiempo. Intenté hacerlo pero el fuerte viento me daba en toda la cara. Ni bien llegué al estacionamiento de bicicletas en la universidad, noté que el cielo se había oscurecido. Nubes grises habían cubierto el cielo antes celeste, alertándonos que en cualquier momento caería la lluvia. Los últimos días de verano estaban haciéndonos sufrir a todos los que residíamos en Western.

Una vez que mi bicicleta estuvo asegurada, corrí a la facultad de Letras para mi primer examen de la semana. Casi no había gente en los pasillos, pero al pasar por la cafetería, ésta estaba llena debido a la gran cantidad de estudiantes que preferían estudiar allí que en las afueras, en donde una ligera lluvia acababa de empezar. Apreté mi bolso en mis hombros mientras subía al segundo piso del salón en donde estaba a punto de dar mi examen de "Introducción a la Historia Universal". Un curso básico y obligatorio para los estudiantes de primer semestre. Por suerte, yo era buena en letras y no tuve que matarme tanto a la hora de estudiar este curso.

La puerta del salón estaba abierta de par en par, dentro, todos los estudiantes escuchaban las indicaciones de la profesora. Entré cabizbaja, murmurándole un saludo a la profesora cuando pasé por su lado. Me senté al lado de Trisha, sonriéndole por haberme apartado un lugar.

—Con que tú y Andrew juntos, eh —susurró a mi lado mientras yo sacaba un lapicero de mi bolso. En ese momento me quedé paralizada. Inmediatamente llevé una mano a mi cuello, en donde Andrew había dejado un chupetón, pero estaba cubierto por mi cabello anudado en una trenza. Suspiré de alivio.

Trisha me miraba con curiosidad para nada disimulada. Su entusiasmo era demasiado palpable.

—Magda te lo dijo. —Ni siquiera lo pregunté, sino que lo di por hecho.

—¡Debiste decírnoslo tú! —susurró mirándome con sus grandes ojos marrones. Su cabello oscuro y morado en las puntas lo tenía anudado en un moño en lo alto de su cabeza, mostrando unos aros plateados en sus orejas que combinaban con el pequeño aro que tenía en la nariz. No pude evitar sonreír.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora