Capítulo 12 - Tontos y absurdos apodos sobrevalorados

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La razón por la cual ahora nunca me distraigo en clases es porque, en efecto, solía distraerme mucho

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La razón por la cual ahora nunca me distraigo en clases es porque, en efecto, solía distraerme mucho. En la secundaria los profesores ya me conocían y siempre me separaban de mis amigos para que tomara atención a las clases, pero aún así encontraba otra forma de distraerme. Ya sea con mis manos, mis pensamientos o incluso escribiendo cosas en mi cuaderno. Aquí en la universidad, en donde a nadie le importo, prefiero ser yo quien decida cómo y cuándo distraerme.

La razón de mi distracción en la última clase del día viernes después del almuerzo, era porque no dejaba de pensar en lo que pasaría más tarde en el concierto al cual Koltov y yo iríamos. Sabía a la perfección que no era un cita, estaba muy lejos de serlo. Era más una salida entre colegas del trabajo, la revista en la que trabajábamos, y no sabía cómo iba a salir.

Cuando el timbre de salida sonó estrepitosamente, asustándome, pegué un salto que hizo reír a Trisha. Ella estaba sentada detrás de mí en las carpetas individuales, y antes de entrar a la clase, le había contado absolutamente todo acerca de Koltov y yo: nuestras clases particulares, el trabajo en la revista que me consiguió, y el concierto al que iríamos esta noche. Trisha al oírme estaba emocionada, más que yo. Decía que Andrew Koltov era un bombón (según sus palabras). Bien podría estar en lo cierto, pero jamás lo repetiría en voz alta.

Ella como buena amiga mía, me prometió ayudarme. Dejamos a Taís con Jeremy en la universidad para sus últimas clases y luego fuimos a mi departamento con la excusa de pasar la tarde allí, mientras veíamos qué me pondría para esta noche. El plan era que Koltov me iba a recoger a la puerta de mi departamento. Lo cual no era mucho, nuestros departamentos estaban uno frente al otro separados por una calle angosta de un solo carril. Como decía, no mucho si me lo preguntabas, pero lo suficiente como para que dos minutos sean precisos para estar lista. Cada minuto estaba cronometrado.

—¿Concierto de qué banda será? —preguntó Trisha mientras metía la llave de mi departamento en el hueco de la cerradura para entrar.

—No sé —contesté con honestidad. Koltov no me había dicho el nombre—. Supongo que debe ser rock como a él le gusta.

Trisha empujó su cabello morado en un moño mientras la dejaba pasar a mi departamento. Miró con atención cada detalle del lugar donde vivía, no era relativamente desordenada, sólo un poco, pero me gustaba mantener el orden en los demás lugares excepto en mi habitación.

—Entonces es una cita —afirmó echándose en mi cama mientras yo depositaba mi bolso sobre el escritorio con un fuerte sonido. Éramos afortunadas de llevar clases hasta no muy tarde.

La única razón de por qué estaba tan nerviosa y no pude comer en el almuerzo, era por el concierto de esta noche. ¡El cual no era una cita!

—No es una cita —negué por billonésima vez en el día a Trisha, mirándola a los ojos queriendo que entienda de una vez por todas que no era una cita. ¿Era tan difícil entenderlo? No me molestaba esa afirmación, pero me ponía más nerviosa de lo que ya estaba—. Es solo una salida de trabajo entre colegas que irán a un concierto.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora