Capítulo 50 - El pasado nunca queda atrás

10.3K 1K 140
                                    

ANDREW

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ANDREW

Las acciones siempre traían consecuencias, fueran bienvenidas o no por uno. La única acción que trajo una gran consecuencia de la cual no me arrepentiría jamás, fue la de darle a Jeane el último empujón que necesitaba para que viajara a Francia. No me arrepentiría de ello nunca.

Al conocerla y saber más de ella, supe que sería la única chica que me robaría el corazón. Sus ocurrencias y la forma en cómo vivía su día a día sin preocupaciones fueron las primeras cosas que me atrajeron de ella.

No me arrepentía de no estar con ella aquí, así la extrañara como un loco. Estaba desesperado sin su presencia, pero mi único consuelo fue que ella era feliz.

Había pasado sólo dos días de su partida, pero yo ya la extrañaba como si no la hubiera visto en años. No podía negar que me faltaba su presencia, que quería que estuviera a mi lado mientras veía a mi madre lentamente morir, pero ni por eso quería que volviera. Necesitaba hacer esto solo.

Necesitaba darme cuenta, por una vez de todas, que estar solo no era precisamente algo malo.

Lo había estado toda mi niñez, mi adolescencia, y ahora que estaba por cumplir años, lo seguía estando.

Jeane era mi apoyo, mi fuerza para seguir luchando contra los temores que aún me asechaban y aquella oscuridad que no me dejaba vivir bien, pero aún así me sentía solo. Y estando lejos de ella me di cuenta que aunque no la tuviera a mi lado, la tenía en mi corazón. Y eso era mucho más que suficiente.

Mientras miraba a mi madre reposar en su cama de la habitación del hospicio, no pude evitar sentirme culpable. Cuando la diagnosticaron años atrás, en vez de acercarme más a ella, me alejé. Me sentía contaminado y no quería que ella viera cuánto me mataba saber lo de su cáncer. En cuanto me mudé a Western y me alejé completamente de ella, me arrepentí mucho de aquella decisión, pero siempre me forzaba a creer que era lo mejor. ¿Lo mejor para quién? Ni siquiera podía contestar aquella pregunta. Lo único que había dentro de mí era culpa.

Posteriormente, luego de la mastectomía que le hicieron a mi madre junto a su quimioterapia, me permití acercarme a ella sabiendo que estaba bien. Aquel tratamiento la había debilitado, pero su salud mejoraba notablemente y eso era lo único importante.

No me importó tener diferencias con mi padre ni mucho menos tener su desaprobación por mi repentino alejamiento, sólo me importaba mi madre. Nunca fue una sorpresa por parte de ella saber que mi padre y yo no nos llevábamos bien. Mi padre era una persona con dinero que me pagaba mis estudios y me daba todas las comodidades posibles, pero nunca sentí un cariño de su parte. Así que yo tampoco se lo di. En el fondo de mi corazón había una pequeña parte de mí que lo culpaba por lo que me pasó cuando era niño. No fue su culpa, pero lo culpaba indirectamente. Por haber traído a su hermana y a mi primo a casa, por haberme dejado con ellos cuando él y mamá trabajaban. Por haber pagado la fianza hace poco cuando mi primo salió de la cárcel.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora