Capítulo 5.

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ROXY

Odiaba los deportes, era pensar en la hora de educación física y se me ponían los pelos de punta. No podía hacer nada, intenté convencer a mi padre de que pusiese alguna excusa para que yo pudiera saltarme todas las horas de deporte, pero no funcionó. Sabía que era egoísta por mi parte, pero si otro estuviera en mi caso haría lo mismo que yo.

Entré en el vestuario de las chicas para ponerme la ropa de deporte, solo quedaban algunas chicas que todavía no estaban cambiadas.

-Chicas -dejé mi bolsa de deporte en uno de los bancos que había frente las taquillas- Deberíamos unirnos las que no queremos hacer deporte para protestar contra mi padre.

-No creo que nos hagan mucho caso -una chica pequeña que jamás había visto me miró nerviosa- Todos los años se quejan muchas chicas y al final no consiguen nada.

-La actitud es lo más importante -la cogí de los hombros- Menos mal que me tenéis a mí para guiaros.

-¡Chicas, estáis tardando mucho! -el profesor aporreó la puerta- ¡Las que no salgan en cinco minutos tendrán que dar cinco vueltas más que lo demás!

Las que estaban conmigo en el vestuario salieron corriendo, me quedé totalmente sola.

-Si alguna me pide algún favor que se vaya olvidando de conseguirlo -me giré para mirarme al espejo que ocupaba la mayoría de la pared contraria a las taquillas.

Me tomé mí tiempo para cambiarme y arreglarme el pelo, creo que había pasado la mitad de la clase. Al salir del vestuario me encontré a toda la clase haciendo abdominales y planchas, mí cuerpo no tardó en reaccionar y dar media vuelta para entrar otra vez que en el vestuario.

-Señorita Silva, llega tarde a mi clase -el profesor impidió que entrara en el vestuario.

-Creo que estoy mala profesor -me toqué la frente- Tengo fiebre.

-Vaya a la enfermería para que le hagan un justificante, si no me lo das antes de que se acaben las clases le pondré una falta.

-Por supuesto -seguí con mi gran actuación de enferma hasta que entré en el vestuario.

Me puse el uniforme y decidí dar una vuelta hasta que sonara la campana de la comida. Fui al pabellón donde se haría la fiesta, arreglé las estrellas que habían puesto torcidas los de un año menos. ¿No saben hacer nada bien? ¡Menos mal que me tienen a mí!

***

-Todas las chicas de nuestra clase se mueren por el profesor -miré incrédula a Lea.

-¿Qué?

-Deben de estar ciegas -me giré a ver la mesa donde se encontraban las chicas que no paraban de suspirarle mientras lo veían comer- Míralas, parecen niñas pequeñas.

-¿No te parece guapo? -Mica se sentó a mí lado- Es bastante joven.

-Si esperan tener alguna oportunidad con él que esperen sentadas -me miré las uñas.

-No seas cruel -Lea se rio.

-Soy muy cruel -bromeé.

La comida pasó volando y las chicas me acompañaron al pabellón para ayudarme con los últimos retoques.

-¿Todo estará listo para el próximo fin de semana? -miré a Violetta que estaba contando las entradas.

-Claro que sí, mirar todo lo que he hecho en tan poco tiempo -abrí mis brazos para señalar a todo el pabellón.

-¿Has explotado mucho a los más pequeños?

-Lea -me acerqué a ella- A ti te hicieron lo mismo y ellos lo harán cuando tengan la oportunidad.

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