Capítulo 55.

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THIAGO

Había quedado con Silva antes de cenar para que los demás no lo descubrieran, sinceramente me sorprendió que no quisiera que nadie lo viera, se trataba de un reto y la mayoría de las veces que habíamos hecho uno siempre había expectación.

-¿Qué hace ese aquí? -preguntó nada más entrar en el gimnasio- Te dije que solo quería que estuviéramos los dos solos.

-No te enfades con él -Cooper intervino- Yo he insistido en venir.

-Thiago sabe defenderse él solo.

-Basta -demandé- Haz de una vez el reto.

No me contestó, se quitó la chaqueta del uniforme para quedarse en camisa.

-Cooper y yo te pasaremos los balones cada vez que encestes -señalé la jaula con los balones- No hay suficientes por lo que está genial que Cooper se haya ofrecido a ayudarme y a ti.

-¿Empezamos? -me ignoró.

-Ponte en la línea del tiro del triple -actué de la misma forma que él- Activaré el cronometro cuando me avises.

-Cuando quieras.

-Ya -lo activé.

Cooper y yo nos encargamos de pasarle todos los balones que atravesaban el aro de la canasta. Me sorprendió que en el minuto tres ya hubiera encestado más de la mitad.

-¡Quieres pasarme los putos balones bien!

-Te los estoy pasando bien -bufó Cooper.

-¡Más rápido!

-Vas bien -le animé.

-Y cien -encestó la última canasta antes de que llegara a los cinco minutos.

-Reto cumplido -sonreí.

-Mierda... -se tocó el hombro.

-¿Te has hecho daño? -me acerqué a él.

-No -recogió su chaqueta del suelo para irse.

-Es un capullo -dijo Cooper mientras recogía los balones para meterlos en la jaula- Ni si quiera se ha quedado a recoger -me miró serio- No sé cómo te ha podido gustar.

-Yo también me lo he planteado varias veces -hice una mueca- Déjame que te ayude -recogí varios balones.

-Necesito una ducha antes de cenar -cerró la jaula- ¿Te importa si me voy ya?

-Solo hay que llevar la jaula al pequeño cuarto -sonreí- Puedo hacerlo solo.

-Gracias -me besó- Nos vemos luego -volvió a besarme para irse.

Dejé de sonreír como un tonto mirando por donde se había ido para llevar la jaula a donde la había encontrado. Me aseguré de cerrar bien e ir a los interruptores de la luz para dejar todo apagado. Una vez que quedó el gimnasio completamente a oscuras salí para cerrar las puertas. Al girarme me encontré casi pegado a mí a Silva.

-Me has asustado -le miré.

-Ni que diera miedo.

-Algunas veces sí -pasé por su lado pero me lo impidió- ¿Qué haces?

-¿Enserio estás saliendo con ese capullo?

-Que ironía, los dos os nombráis igual, el uno al otro -contesté cansado.

-Me alegra caerle bien.

-No sé qué es lo que quieres -suspiré.

-Porque no te he dicho que es lo que quiero.

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