Capítulo 54.

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SILVA

La alarma de Woodzy me despertó. Me dolía todo el cuerpo.

-Apaga ya esa mierda -bufé para sentarme.

-Buenos días a ti también -Woodzy apagó la alarma.

-Buenos días a todos.

-¿Mica? -Woodzy y yo miramos a la cama de Mario para verla tumbada ahí- ¿Has dormido aquí?

-Sí -bostezó- Me quedé dormida antes de que pudiera verme.

-Lo que sea -me puse de pie- Jodida mierda, estos colchones son horribles -me quejé para encerrarme en el baño y ducharme.

Me desnudé delante del espejo para verme. Los cardenales de mi cintura ya no me dolían, pero los moratones de la espalda y del hombro derecho me estaban matando. Me duché como pude, entre el cansancio y el dolor no supe como llegué a ducharme entero. El bote de pomada que me había comprado estaba casi vacío, lo que quedaba me lo puse en el hombro, era lo que más me dolía.

Eres débil.

Lo ignoré. Necesitaba cuanto antes que acabara todo esto, ya no por mí sino por todos, sobre todo por Lea. Aaron me había dejado estar consciente mientras él tomaba el control.

-¡Silva! -Woodzy aporreó la puerta- Necesito entrar.

-Todo tuyo -salí para dejarle entrar.

-Tápate -Mario me miró serio mientras le tapaba los ojos a Mica.

-No es mi culpa que tu hermana sea una pervertida.

-Totalmente de acuerdo -rio.

-¿Quién es pervertido? -preguntó Woodzy al salir del baño.

-Nadie -contestó molesto Mario- Mica, deberías irte para cambiarte.

-Voy -suspiró para levantarse de la cama- ¿Qué tienes en el hombro? -miró curiosa.

-Privacidad -me puse la camisa lo más rápido posible.

-Perdóneme usted.

-¿A qué esperas? -agarré la toalla de mi cintura- ¿Quieres ver cómo me pongo lo demás?

-No hace falta -me guiñó- Luego nos vemos -se despidió.

-Ese moratón se ve muy feo -su hermano me miró serio- Deberías ir a la enfermería para que te lo mirasen, así no vas a poder jugar en el siguiente partido.

-Me he puesto una crema para los golpes -cerré los ojos para calmarme- Agradezco tú preocupación.

No me respondió, se centró en coger su uniforme para entrar al baño y ducharse.

-¿Y tú que miras? -Woodzy no paraba de mirarme- ¿Tú también quieres ver cómo me cambio?

-Nada de buenos días.

Terminé de vestirme antes que todos, dejé la camisa fuera del pantalón, la corbata ni me la puse, agarré la chaqueta de traje para ponérmela y salir sin esperarles. Necesitaba algún calmante y la única que podía dármelos era la enfermera.

-¿No es muy temprano para que te pase algo, Silva? -preguntó la enfermera al verme en el marco de la puerta de la enfermería.

-Me duele el hombro.

-Siéntate en esa camilla -señaló- Y quítate la camisa.

-No sabía que le gustaban más jóvenes -me desabroché la camisa.

-Los insolentes me suelen atraer más -levantó su mano donde tenía el anillo de casada- ¿Me vas a dejar hacer mi trabajo?

-Claro -se acercó para mirarme el hombro- Joder -me quejé al sentir como me lo movía.

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