Capítulo 50.

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SILVA

Después de la comida me fui solo a los jardines. Necesitaba estar solo. Me dolía mucho la cabeza y mi humor no era el mejor. Al sentir el frío me calmé, me gustaba. Di un paseo mientras fumaba un cigarrillo. Cuando llegué a la fuente principal que estaba apagada me senté en el canto para observar el paisaje.

No quiero estar aquí.

Cerré los ojos al escucharle. Estos días había estado más despierto y eso me cabreaba. El control lo tenía yo.

Silva, hazme caso y entra otra vez en el internado.

Lo ignoré. Me encendí otro cigarro y me lo fumé tranquilamente.

Nunca me ha gustado que hagas eso.

Me contuve para responderle. Si le ignoraba se daría por vencido.

Lea está mejor sin ti.

-Jodidamente cállate -bufé cabreado.

Sin nosotros quería decir.

-No vas a conseguir tomar el control -le di una calada al cigarro.

¿Estás seguro?

La mano que sujetaba el cigarro empezó a temblar. Sentí un quemazón en mi mejilla.

-¡Joder!

Nos quedará una pequeña cicatriz.

Tiré el cigarro apagado a la fuente. Quise encenderme otro pero mis manos no respondían.

-Eres patético.

No soy yo quien no puede controlar su propio cuerpo.

No pude evitar el puñetazo en mi ojo. Me había pegado a mí mismo.

-¡Basta! -grité con todas mis fuerzas.

Ni si quiera me nombras. Hace mucho que no te oigo decirlo.

-Déjame. No existes.

Somos dos Silva.

-Solo soy yo -me levanté para empezar a caminar pero me tropecé con mis propios pies.

Ahora no me apetece que entremos.

No respondí. Me levanté y seguí caminando. Volví a tropezarme.

No sabes lo satisfactorio que me resulta esto.

Gruñí cansado, volví a levantarme.

-Jodidamente te prometo que como lo vuelvas a hacer vas a pagar las consecuencias.

No me amenaces.

-Desaparece.

Ayer me lo pasé muy bien con Lea.

-En ningún momento has estado con ella.

Me levanté furioso.

Ayer no fue la primera vez. Aún no entiendo como no te has dado cuenta.

-Solo sabes decir tonterías.

¿Qué has sentido cuando has visto sus moratones?

-No va a funcionar.

Cuando yo hacía daño a nuestro cuerpo te enfadabas mucho.

No le respondí. Caminé hasta que sentí como mi cuerpo empezó a temblar.

Estamos en una conversación. Respóndeme.

Respiré varias veces para intentar controlar mis piernas. Conseguí dar varios pasos.

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