III

568 108 28
                                    

Jisung sentía sus pies como si fuesen plomo y su corazón latía de manera desenfrenada en el pecho. Apretó los puños a sus costados. ¿Cómo era posible que un humano pudiese verlo? Eso no es imposible, solo la familia real tiene el don de hacerlo, nadie más.

Qué situación más extraña.

El castaño tomó bocanadas de aire para controlar su respiración preparándose para enfrentar al aldeano, pues eso de que la misma hada pudiese estar reflejado en los ojos de aquel hombre, ha pasado a segundo plano, después se encargaría de ello, primero tiene que asegurarse de alejarlo de esa zona o correrá peligro.

El rastro del lobo queda por completo perdido en este lugar. No debe de estar muy lejos.

El hada inspeccionó el entorno una vez más para asegurarse de que por el momento estaban a salvo antes de girarse hacia el chico que aún permanecía desnudo en medio del lago. Jisung mantenía la vista en el suelo con las mejillas rosadas y tratando de no seguir mirando la desnudez de aquel desconocido. Estaba dando de su mejor esfuerzo para controlar el miedo que se apodera de su cuerpo y no salir corriendo desenfrenadamente para ocultarse de aquel misterioso humano.

—¿Lo conozco, señor?—preguntó Jisung jugando con sus dedos con nerviosismo.

Lo más interesante y misterioso aquí es, ¿Cómo sabe aquel hombre que es un hada? Ni siquiera tiene alas en la espalda como para que fueran las causantes de ser señalado como tal ser mágico.

El chico tomó agua entre sus manos para llevarlas a lo alto de la cabeza y dejarlo caer sobre sí mismo, siguiendo con su baño sin importarle que un castaño con mejillas de ardilla lo mirara desde la orilla.

—Claro que nos conocemos, me ofende que no me recuerdes—pasó las manos por su abdomen, acariciando la suave y mojada piel.

—P-Perdón, pero no recuerdo haberlo visto antes—Jisung intentó elevar la mirada hacia el chico para ver su rostro y comprobar si era cierto lo que le decía, pero en el proceso nuevamente su atención se posó en la piel expuesta. Bajó la vista, clavándola en el suelo. Inhaló y exhaló varias veces seguidas para controlar la respiración que se le atoraba en la garganta a causa del terror que el cuerpo le exigía alejarse lo más pronto posible para ocultarse.

—Lo entiendo—dijo el chico—en cambio, afortunadamente yo si te recuerdo. Es difícil olvidar una belleza y un poder como el tuyo—Jisung se sorprendió ante aquello, frunciendo los labios y mirándolo con confusión.

—Creo que se equivoca de persona, señor—el hada se relamió los labios antes de proseguir—Estoy seguro de que se ha confundido. Le repito, yo nunca lo he visto en mi vida, ni siquiera frecuento los pueblos y si me permite darle un consejo, si quiere mantenerse con vida por un largo tiempo más, debería salir del agua e irse a casa—el hombre sonrió, mostrando una hilera de dientes blancos asomándose por sus labios. Con su mano quitó las gotas que aún caían de su rostro e hizo a un lado el cabello que se asomaba por su frente.

—¿Cuál es el peligro que me amenaza?—preguntó el extraño. Aún mantenía aquella sonrisa en su rostro, mientras que sus largas piernas empezaron a moverse bajo el agua, aproximándose al castaño. Jisung retrocedió por inercia. Sentía que le iba a dar un para cardíaco ante la fuerte aceleración de su corazón.

—Me temo que no puedo darle muchos detalles al respecto, el rey Balderik es el encargado de darle instrucciones a sus ciudadanos—el pelinegro ya estaba más cerca de la orilla, teniendo una mejor visión de sus caderas blancas asomándose por el agua, poniendo a la pobre hada en un estado de pánico total.—Pero tengo que decir que estamos siendo amenazados por un feroz canino, así que por favor, déjeme cumplir mi labor y ponerlo a salvo.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora