XII

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El montón de libros abiertos y pilas de hojas de papel con un sin fin de párrafos plasmados con tinta y letras cursivas, hacía que su cabeza doliera como nunca. Ya perdió la cuenta de la cantidad de plantas medicinales que ha ingerido. Desde manzanilla hasta sauce, y ya ninguna parece hacerle efecto.

Una semana. Han transcurrido siete días problemáticos en los cuales no ha podido tener descanso. De su oficina no se ha permitido salir, pues solo tiene tiempo para leer libros, cartas, atender a los llamados de auxilio de los pueblos, acatar consejos y fuerzas de los reinos vecinos. Firmas. Escritos. Discursos. Ordenes. Solo tiene veinticinco años y siente que ya perderá la cabeza. Cuenta solamente con unos días siendo rey y ya quiere retirarse del trono, hasta eso, todavía le falta desposar a una mujer digna y pulcra merecedora de ser la reina de Luceat, para concebir al heredero de las tierras.

Los reinos Caeruleum, Bellum y Gladius, pospusieron los encuentros con sus princesas y ahora, se encuentran en labor de la creación de muros alrededor de sus tierras para mantenerse a salvo del monstruo que ataca a Luceat. Le han dado la espalda al reino más rico en magia del mundo, y aunque al rey le de tristeza tal acto, no los culpa, pues la monarquía en esta parte del mundo, aparte de ser conocida como la más hermosa, es la más temida.

El rey Christopher se dejó caer en su silla acolchada, soltando un largo suspiro. La corona de oro le pesaba en la cabeza, así que, desde hace rato, la diadema se encontraba reposando en el perchero a un costado de su escritorio. Se frotó el rostro con las manos, limpiando las gotas de sudor que le bajaban por la frente del estrés. El invierno estaba a la vuelta de la esquina, así que a Christopher se le hacía raro estar empapado de sudor. Tal vez le venga bien un baño caliente.

Tomó la carta que el líder del páramo, Seokjin, le mandó hace unos días. Releyendo por milésima vez aquel párrafo que le formaba un nudo en la garganta.

La bruja Lee finalmente despertó, intenta fugarse.

Si ya está en sus sentidos después de un siglo entero, ¿Cuándo será su próximo ataque? Mientras que su hijo esté entre nosotros, seguirá ganando fuerza. Hay que atraparlo de una vez por todas, pero, ¿Dónde estará? Tanto seres mágicos cómo sus hombres han intentado dar con su paradero, desafortunadamente no llegan a él por más que sigan su rastro.

Unos golpes en la puerta le hicieron soltar el trozo de papel. Se acomodó el cabello y la ropa, tratando de lucir presentable para la persona que entrará por esa puerta. Es un rey, no puede permitir dejarse ver con aquel aspecto.

— ¿Si? — preguntó, la voz saliendo rasposa por la garganta seca. Se asomó a su taza de porcelana a un lado de los libros, se encontraba vacío.

— Majestad — el general del batallón real, San, abría la puerta con titubeo. Llevaba puesta su armadura plateada con los tonos verdes asomándose en su camisa de cuello de tortuga que llevaba debajo; del lado del pecho, el escudo del reino, un hada dorada con un círculo del mismo color de sus ropas, el sello representativo de la nación.

— Adelante, general Choi.

El hombre obedeció, entrando a la gran oficina desordenada del rey. En sus manos llevaba un sobre, eso le inquietaba a Christopher, ¿Otras malas noticias? Choi se paró frente al escritorio, depositando con delicadeza sobre el mismo aquel papel que viene de un sitio rural.

— ¿Por qué eres tú quién trae esto y no Jeongin? — el encargado de la corresponsal del castillo es el joven Yang, siempre salía temprano por las mañanas y salía a recolectar las cartas y paquetes únicamente dirigidos y enviados de la capital.

— Esta carta fue traída personalmente por una campesina. Está esperando en las puertas del castillo. Dice que... vio a un monstruo.

Christopher frunció el ceño tomando la carta entre sus dedos. ¿Esta será la oportunidad de por fin encontrarlo? ¿O se tratará de algo estúpido para llamar la atención? quiere creer que es la primera opción. Rompió el sobre con una navaja pequeña, sacando su contenido. Desdobló el papel y se dispuso a leer.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora