XVII

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El dolor fue lo que lo despertó. Se sentía tan pesado que a penas y podía respirar. La cabeza le daba vueltas, subiendo a su garganta unas nauseas terribles de vomitar que en cualquier momento podría regresar lo que no ha comido. La visión la notaba nublada y la boca la sentía tan seca que le dolía la faringe.

Levantó la cabeza, por alguna razón se encontraba acostado boca abajo y al momento en que hizo ademán de buscar una posición más cómoda, se vio de nuevo a enterrar la cabeza en la almohada con una mueca dolorosa en el rostro. Sentía cómo si en ese preciso momento, estuviera una enorme bota sobre su espalda, el dueño siendo un hombre gigante y ejerciera todas de sus fuerzas para impedirle levantarse y aplastarle las costillas.

Lloriqueó ante el dolor, arrojando maldiciones que se vieron interrumpidas al visualizar a su lado, a un pequeño Hyunjin descansando plácidamente sobre la almohada que sentía que lo asfixiaba. El rubio se encontraba en posición fetal, con la saliva bajando de sus comisuras empapando el cojín.

La misma aflicción le recordó lo sucedido. Las imágenes pasando por su mente con una velocidad que lo agobió; la sensación de volver a estar viviendo esa escena le revolvía las entrañas y una ola de escalofríos le subía por el cuerpo.
Quería tomarlo como un accidente, e intentado ignorar una y otra vez todas esas palabras que le susurró la bruja en el oído, pero era cómo si aún sintiera los susurros y respiros sobre sus oídos. No desaparecían ni siquiera con taparse las orejas.

Intentó moverse una vez más, pero volvía a caer contra el colchón. El movimiento hizo despertar a Hyunjin, quien se removió, estiró, balbuceó, hasta que finalmente abrió los ojos y la mirada ámbar se encontró con las esmeraldas. Las primeras brillando de felicidad al ver a su amigo despierto.

— ¡Jisung! — Hyunjin voló rápidamente hacia su amigo, abrazándolo por las mejillas, apretándolas, haciendo lucir a Han tierno — ¡Por fin estás despierto! — canturreó el rubio, palmeando el rostro de Jisung.

— ¿Qué ha pasado? ¿Pudieron encerrar a la bruja? — preguntó Jisung, preocupado. Lo último que recuerda a ver visto, es cómo luchaban contra ella.

— Sí, Seokjin se encargó, otra vez. Fue todo demasiado rápido que...joder tenía mucho miedo.

— ¿Estás bien? — el castaño volvió a intentar darse vuelta, pero Hyunjin lo detuvo.

— ¡No te muevas, ardilla! — lo empujó del hombro con su mano y lo regresó a su posición — esa maldita te rostizó la espalda. Si tan sólo pudieras verla, te desmayarías — Jisung hizo una mueca.

— ¿Tan mal está? — Hyunjin asintió con la cabeza. Rodeó el cuerpo de Jisung con las alas extendidas, analizando la piel desnuda y las heridas. Ya no se veían tan horribles como hace dos días. Hyunjin junto con Felix y Nayeon, han pasado el tiempo dentro de la casa de Han, cuidándolo y velando aquel sueño profundo que se preguntaban cuando iba a despertar.

— Seokjin te hace ungüento y una bebida rara que te la hace tomar, dos veces al día, en la mañana y en la noche — dijo el rubio. Su recuperación no tardó tanto, solo necesitaba dormir y comer mucho para recuperar la energía. Lo difícil fue sacarse el dolor de cabeza y el feo zumbido que los gritos de la bruja Lee había dejado en sus oídos.

Jisung se relamió los labios, mientras la frente se le arrugaba. Le parecía una novedad total que Seokjin estuviera haciendo tal cosa, pues desde que tiene memoria, recuerda cómo hasta él mismo lo pisoteada y trataba de mal manera. ¿Será solamente por ser diferente? Esa pregunta siempre se ha formado en su mente, pero nunca le han dado una respuesta. Y si lo desprecian, ¿Por qué nunca lo asesinaron cuando perfectamente han tenido oportunidad? Quedó completamente desprotegido al morir su madre, se quedó en la soledad hasta que llegaron esas personas que lo aceptaron, siendo tan pocas que las puede contar con los dedos de una sola mano.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora