XXIX

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Jisung se había pegado al respaldar de la cama con las rodillas flexionadas hasta el pecho y rodeándolas con los brazos. Miraba fijamente sus pies descalzos sobre el colchón con ahora sábanas limpias, como si fuera divertido ver los dedos moverse. La luz de la vela sobre la mesita de noche, alumbraba levemente la sala, que se encontraba bañada en un profundo silencio que se sentía tan pesado que a penas y se soportaba estar allí. Minho se hallaba sentado sobre una silla de madera vieja, el objeto crujía y chillaba con cualquier mínimo movimiento.

El hada seguía temblando, sin el valor de alzar la mirada y ver a Minho. ¿De verdad todo este tiempo le ha visto la cara de tonto? Fue demasiado ciego para nunca haberse dado cuenta de quién era en realidad esa persona frente a él. Ese hermoso ojo azul que lo hechizaba con cada mirada, había sido el mismo que vió aquel día en el bosque, el lobo herido que había estado corriendo en la oscuridad de la noche, aquel que le brindó su ayuda.

No sabía que era lo que estaba sintiendo en ese momento. Era una mezcla de emociones tan difusa y extraña que la explicación sería tan abstracta para entender, porque ni él mismo las comprendía. Un pozo se abría ante su persona, la oscuridad siendo las cuestiones que se argumenta, ¿Por qué?, ¿Cómo? ¿A caso todo fue falso? ¿Cada una de sus palabras fue una blasfemia para atraerlo? ¿Para qué?; el agua son los sentimientos que lo ahogan, si está bien sentir amor por alguien cómo él, por ser quién es o transmitirle todo el odio y rencor hacia el monstruo dentro suyo; las paredes son las personas. Los seres del páramo, los ciudadanos del reino, el rey Christopher, sus amigos, Minho... ¿Quiénes son los buenos y los malos? ¿Qué está bien y qué está mal? ¿Debe de hacerle caso a su corazón o a su cerebro?

— Cheeks... — Minho rompió el silencio, obstruyendo los pensamientos de Jisung, quién dio un respingo al escuchar el llamado — Dime algo, por favor. No te quedes callado.

Minho también sentía miedo, pero no era la clase de miedo que sentía el hada, era el tipo de terror de perderlo todo, quedarse solo otra vez. Tener que ver a Jisung marcharse, abandonándolo, se ha vuelto una imagen imaginaria en su cabeza verdaderamente dolorosa.

El pelinegro se aclaró la garganta y relamió sus labios. La ansiedad creciendo en su estómago al ver a Jisung igual de callado sin girarse a verlo.

— Jisung, hazme cualquier pregunta que quieras saber, grítame, insúltame, pero no te guardes todo lo que piensas de mí para ti solo. Sé que he hecho mal en mentirte, en tratar de aparentar algo que no soy — guardó silencio unos segundos esperando a que Jisung dijera algo, pero nada — Sé que soy un monstruo, ¡Ya lo sé! Lo he escuchado muchísimas veces en mi vida como para no saberlo, pero no soporto escuchar ni ver cómo tú lo haces. Eres demasiado importante para mí y lo único que quiero es ayudarte.

Jisung escuchaba atentamente. Sentía la garganta apretada, una presión en el pecho y su pozo de emociones devorándolo. Apretó más el agarre en sus piernas aún flexionadas y hundió el mentón en las mismas.

— Mierda, Cheeks. Tu silencio se vuelve cada vez más tortuoso. Quiero que me digas algo, lo que sea. Me duele que ni siquiera me mires a los ojos.

El hada reaccionó, finalmente girándose a ver a Minho. Sus ojos se veían irritados, cristalinos y pintados de miedo. ¿Pero miedo a qué? ¿A las adversidades? ¿A Minho?

— ¿Te duele? — preguntó incrédulo — ¿Cómo crees que me duele a mí? ¡Me engañaste, me manipulaste a tu antojo! ¿Crees que alguna vez te perdonaré? ¡Nunca! Ni siquiera debería de estar aquí contigo — esa mirada que transmite, llena de un ápice de rencor y furia, era lo que más temía Minho, nuevamente ojos juzgadores que lo hacían sentir pequeño.

— Mi amor... si me dejas explicarte...

— ¡No me llames así! — se puso de pie mirando a Minho desde su altura, formando un puchero en sus labios — No quiero que me llames así, vuelves esto cada vez más una tortura.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora