XXXVI

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No podía parar de hacer relucir su poder, iba de aquí para allá tocando cada mínima hierba para regresarla a la vida. Se sentía fantástico volver a hacer magia después de un tiempo. La sensación calorífica a través de sus venas por las olas de energía fluyendo en ellas para salir al exterior y hechizar a la naturaleza, lo hacía sonreír plenamente mostrando sus dientes frontales y abultando más sus mejillas ante la sonrisa. Jisung solo se concentraba en su tarea, olvidando por completo como fue que perdió su poder temporalmente; la amenaza que siempre tuvo a su lado, las revelaciones y sus pensamientos debatiéndose entre ellos que era lo correcto. Ni siquiera esa lluvia en su interior sabía la respuesta.

Minho lo observaba a lo lejos, sentado sobre el césped y manteniendo su espalda recargada al tronco de un árbol, claramente marchito. Disfrutaba las vistas de su amado Cheeks, siendo feliz mientras olfateaba y acariciaba los pétalos de las flores que renacían a su alrededor. Se le aprieta el pecho al solo pensar que fue por su culpa que le hayan arrebatado lo que más aprecia Jisung, su magia, pero también se siente feliz al haber podido regresarle esa chispa al hada.

Jisung llevaba la flor roja que Minho le había regalado detrás de la oreja, contrastando con su pálido rostro y el castaño de su cabello. Se giró a ver sobre su hombro a Minho, las perlas verdes reluciendo ante la visión y suspiró al contemplar al pelinegro despeinado, sonrojado y las clavículas resaltando al tener aún parte de la camisa abierta y desarreglada.

— Estaba pensando que... — Jisung comenzó a decir, dando pasos largos y danzantes mientras se aproximaba a Minho — ¿Qué tal si buscamos a otro brujo? — se detuvo frente al mayor, viéndolo desde su altura. El corazón le bailó en su pecho cuando aquel alzó el rostro para verlo y barrer con las pupilas sus rasgos como si fuera la primera vez que lo veía. Minho enarcó una ceja.

— ¿Para qué?

— Para buscar alguna forma de detener esto. No me importa que te niegues, te ayudaré. Puedo salvar a todos.

Minho negó con la cabeza apretando los labios. Si, definitivamente le gustaría ser salvado, terminar con su infierno, pero no se puede permitir que Jisung cargue con aquel peso y salga lastimado, todo porque se deja llevar por sentimientos que el tiempo se encargará de borrar. Será más fácil para él que lo olvide mientras vuelve a estar dormido en una prisión, que trate de ayudarlo y sus ilusiones mueran al darse cuenta de que todo es inútil y lo desprecien más de lo que ya lo hacen.

— Lo más sano será que me dejes ir — dijo Minho suavemente — Puedo ir por mi cuenta.

— No, Minho. Ya tuvimos esta conversación y no pienso a volver a discutirlo.

Jisung tomó asiento al otro lado del mismo árbol en dónde se encontraba el mayor, refugiándose debajo de la sombra que hacían las hojas marchitas que caían sobre su cabeza. Apoyó su espalda en el tronco, para después dejar fluir su magia dorada y que abrazara a toda la planta. Aquella, era una representación plena de la vida y la muerte. Una fusión de viveza y ruina. La mitad, del lado del hada, el árbol se apreciaba tan vivo y brillante, mientras que, del contrario, donde Minho se mantenía sentado, la corteza se encontraba seca y sin color con las hojas abandonando las ramas. Era algo hermoso de apreciar.

— ¿A caso no quieres volver a ser normal? — preguntó Jisung, jugando con la flor de pétalos ondulados entre sus dedos.

— De nada me serviría, si no puedo verte.

Una profunda tristeza les atravesó el pecho, y es que Minho tenía razón. Digamos que logran destruir la maldición, Minho vuelve a ser un humano normal, pero, no tiene sangre real, así que perderá toda percepción del mundo mágico. Jisung soltó un suspiro cansado.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora