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— ¡Han Jisung! — Hyunjin gritaba tan fuerte que sentía que se iba a quedar sin voz en cualquier momento. Pasaba entre la multitud con dificultad, Felix detrás de él, intentando alcanzar al hada y tomarlo por el brazo, pero este aleteaba con tanta fuerza que se le hacía imposible tomar el mismo ritmo.

— ¡H-hyunjin, espérame! — Felix sentía sus alas arder por la velocidad en las que intentaba moverlas, pero es que ya se encontraba tan cansado que sus voladores atributos podrían caerse en cualquier momento.

Hyunjin no parecía escuchar otra cosa más que su propia voz, llamando a gritos a su mejor amigo. Agudizó más su visión en busca de mejillas regordetas y una altura humana por la multitud que se dirige a la zona de reuniones, pero no ve ninguna señal de Jisung. ¿Dónde estará? Fue a casa a buscarlo, para confirmar por sus propios ojos que el chico no estaba y así cómo fue. Pero si no se encontraba ni en su hogar y en el páramo... ¿Dónde? Él nunca sería capaz de salir solo.

El rubio aterrizó sobre la rama de un árbol, sin dejar de mover la cabeza a todas las direcciones posibles buscando a Jisung, pareciera como si a la tierra le hubiera salido boca y tragado al hada, pues no es posible que no esté ni por debajo de una roca. Felix llegó a su lado, cayendo de un sentón sobre la corteza y respirando con dificultad. Le pican las manos por acariciar sus adoloridas alas.

— ¿Lo ves? — preguntó el amigo desesperado, frunciendo el entrecejo y chasqueando la lengua al seguir sin éxito.

Felix barrió el prado lleno de seres mágicos con la mirada. Tampoco veía a Jisung.

— No, ¿Seguro que no habrá salido del páramo?

— ¡Para nada! Jisung nunca sale del páramo, mucho menos solo. Siempre sale conmigo, o con alguno de sus amigos elfos. Pero nunca solo.

Felix apretó los labios pensativo, mientras que Hyunjin mordía con nerviosismo los suyos y zarandeaba sus alas con las ganas de emprender vuelo y seguir buscando.

Cada vez más, el prado principal se iba llenando; los seres casi apretándose contra sí, todos luciendo con miedo y llenos de nervios. Seokjin se encontraba en lo alto de aquella piedra enorme, su traje plateado con negro cayendo por su cuerpo, las manos entrelazadas frente a él y lucía igual de aterrorizado como los demás, pero trataba de mantenerse al margen y tranquilo.

— ¡Todas las hadas necesito que vayan al Tenibris Capulus, no podemos tardar ni un segundo más, rápido por favor! — dijo Seokjin, su voz saliendo con un tono desesperado y súplica en el cuál, las hadas temblando, emprendieron vuelo y aletearon a dónde se les indicaba. Excepto aquel par de amigos — Trolls...— a Seokjin casi se le rompe la voz — rodeen todo esa lada, no podemos permitir que se escape. Elfos... Ustedes... No... Necesito que todos vayan rápido, no podemos perder más tiempo.

Hyunjin y Felix se miraron entre sí. El pecoso tragando saliva con dificultad y empezando a sentir sus extremidades temblar.

— ¿H-hyunjin?

— Vamos a estar bien — Hyunjin intentaba sonreírle, pero, él también se moría de terror, y no solo por si mismo y todo lo que se desataba en este mismo instante, si no también por Jisung, que no se veía por ningún sitio.

Los rubios se tomaron de la mano, entrelazando sus dedos, tomando la valentía y transmitiéndose seguridad a través del caliente y sudoroso tacto. Tomaron impulso, para subir a los aires nuevamente y aletear lo más rápido que podían para llegar al destino donde el caos se liberaba.

Ni siquiera sabían que era con exactitud lo que tenían que hacer. Son hadas jóvenes, no conocen del todo los misteriosos poderes de las hadas.

Entre los árboles, se veía la brillante luz de los poderes de las hadas ejerciendo toda la energía que pudieran. Hyunjin y Felix, se acercaron, aterrizando sobre la tierra. Sus ojos reflejando aquel brilloso sol que se formaba en el bosque, tan fuerte que se siente como si pudieras quedar ciego.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora