XLI

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Jisung llegó a un pequeño pueblo que para su sorpresa, este no estaba disuelto hasta ser polvo, pero la muerte predominaba en el lugar, con los cadáveres frescos desortijados por el suelo, la sangre salpicando y retratando lo que aconteció una masacre que arrastró a todos a una pérdida inquebrantable de la existencia; muriendo en un silencioso sufrimiento cargado de lágrimas y dolor.

Le asqueaba todo ese olor agrio y metálico, apretándole el estómago ante las náuseas. Trataba de no mirar los cuerpos con la garganta o el estómago abierto. Algunos de ellos habían perdido la cabeza, otros tenían las cuencas vacías, dejando a la incógnita de donde podrían estar sus ojos arrancados. Era demasiado para él. ¿Por qué no habían incendiado este lugar como el resto? Le hubieran ahorrado un poco ver tanto aquello que le estruja la bilis.

Jisung caminó por el pueblo, tapándose la nariz para no caer en la tentación de echarse a vomitar, y buscaba algún indicio de Minho.

— ¿Minho? — llamó, sin recibir respuesta. Escudriñó con la mirada el alrededor mientras seguía avanzando arrastrando los pies. Quizás pudiera encontrar a alguien a quien poder ayudar.

Ese instinto que revoloteó en su interior, ¿Por qué lo llevó hasta allí? Minho no está aquí, pero ha dejado marca de que pasó con la bruja, aunque no firmó el acontecimiento como hecho suyo. Jisung sacó con torpeza las plumas que habían dejado de revolotear dentro de su bolsillo. Las miró con el ceño fruncido, esperando atentamente a que empezaran a hacer lo mismo, en su lugar, se quedaban inertes en sus palmas. Se preguntaba si las plumillas serían algún tipo de brújula que lo encaminaría hacia Minho. Si era así, ¿Por qué han parado de guiarlo?

De pronto el sonido de un golpe pesado lo puso en alerta. Jisung dio un respingo ante el ruido, encogiéndose por unos segundos en su sitio. Comprobó el alrededor en busca del origen del estrepito, pero se volvió a hundir en un profundo silencio que lo bañaba hasta abrumarlo, sin poder identificar el motivo del golpe.

Guardó las plumas, arrastrando los pies sobre el suelo pedroso con salpicaduras de sangre, con las esperanzas intactas de que pudiera ser Minho el que provoca esos sonidos, hasta que nuevamente escuchó un trastazo. Segundos después otro, llevando a Jisung a acercarse hacia donde sus oídos lo guiaban, siguiendo el ruido de los golpes constantes. El hada se detuvo frente a una puerta de madera de las chozas del pueblo, justo en el momento que puso la mano sobre el picaporte, los estrépitos cesaron.

— ¿Hola? — dijo Jisung. Si fuera algún ser mágico atrapado, podría oírlo, pero si era un humano, sería imposible que lo escuchara.

Empujó la puerta con lentitud, la misma haciendo un chirrido molesto mientras se abría. Jisung entró a la casa con cuidado, sus pasos sonando delicadamente sobre la madera vieja. Movía sus esmeraldas por cada espacio que le era permitido del lugar, agudizando el oído por si escuchaba algún otro sonido, pero todo estaba en total silencio.

Se encaminó titubeante por la casa. Algunos de los muebles viejos estaban rotos. Había salpicaduras de sangre en las paredes y en el suelo. Una pila de ropa debajo del armario abierto de par en par, junto con una cama que tenía las sábanas arrugadas y con leves manchas. A Jisung le subió un escalofrío por el cuerpo a causa del ambiente cargado de suspenso y frío.

¿Y si había alguna bestia aquí dentro? ¿O si era Minho? No, porque hubiera salido ante los llamados al reconocer su voz. ¿La bruja? Ya lo hubiera atacado. Entonces ¿qué fueron aquellos estrépitos que lo atrajeron hasta ahí?

Jisung se detuvo a mirar los artefactos de los dueños de la casa, que eran guardados dentro de un pequeño baúl de madera con detalles dorados que descansaba sobre una mesa con espejo. El tesoro estaba casi vacío, pues solo contenía un hermoso collar plateado con una gema azul en el centro, resaltando con sus destellos. El zafiro le recordó al peculiar ojo de Minho, que brillaba igual que el suyo en la penumbra. Han intentó tomar la cadena entre sus dedos, pero apenas le rozó la piel, tuvo que soltarlo ante el ardor que le invadió en esa zona.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora