VI

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Jisung se encontraba sentado en la rama más grande de un inmenso árbol. El sol se ocultaba entre las nubes y la brisa fresca le hacía revolotear el cabello. Sus ojos reflejaban el pueblo costero flumen, de dónde proviene la mejor comida marina recién pescada. En la orilla se ven hombres luchando con inmensas redes repletas de peces, jalándolas hacia sí con fuerza para no dejar escapar ningún ser acuático.

Hay niños corriendo de un lado al otro persiguiendo una pelota, jugando entre risas y gritos, tirando de sus ropas y empujándose para poder ganar el partido. Jisung tiene una vista plena de toda aquella vida humana que se le retrata enfrente, pero como siempre, solo le gusta mantenerse alejado, ser un simple espectador en la lejanía incapaz de acercarse más allá a lo peligrosamente desconocido.

Cruzó las piernas y apoyó las palmas de sus manos en la corteza de la rama, alzando la cabeza para tomar una respiración profunda, posando su atención en el cielo. Está esperando a Hyunjin y a Seungmin, quienes se adentraron al pueblo para investigar la presunta muerte de un campesino que apareció sin vida en medio del bosque. Al ser conscientes que Jisung no soporta estar cerca de humanos, le pidieron que esperara a las afueras, y el hada obedeció, buscando con que entretenerse para no aburrirse.

Después de un rato en el que solo su entretenimiento era contar los pétalos de las flores, buscar formas en las nubes y jugar con los animales cercanos, las siluetas de Hyunjin y Seungmin se hicieron aparecer.

Jisung se bajó de un salto del árbol, aterrizando hábilmente sobre el verde y brillante césped. El rostro de ambos chicos no se veían bien, en especial el de Hyunjin, quién tenía las facciones sombrías y los ojos cargados de una chispa de temor.

—¿Qué ocurrió?—preguntó Jisung cuando los tuvo cerca.

El rubio apretó los labios y se llevó una mano a la nuca para rascarse nerviosamente. Seungmin lo miró un momento con una mueca antes de hablar:

—El humano que murió, fue un niño de nueve años. Él...

Seungmin se mordió el labio con fuerza, mientras que Jisung lo observaba expectante.

—Ese m-monstruo... ¿Fue él?—Hyunjin asintió con la cabeza en respuesta, torciendo los labios en una mueca.

—Parecía como si le hubieran drenado la sangre. Está muy pálido, con los huesos marcándose tanto que parece una calavera, mejillas huecas, y una mordida tan grande abriendo su cuello que no hace falta pensar que fue lo que causó su muerte.

A Jisung se le revolvió el estómago. Su mente pintó la escena del niño siendo atacado por aquel monstruo, desplomándolo en el suelo y acabando con su vida. Y la imagen de aquella alma inocente con esa apariencia macabra y triste, se plantó al igual que un cuadro con la pintura fresca. No le podrán gustar los humanos, pero eso no significa que quiera que este tipo de tragedias sucedan.

El hada palideció como una hoja de papel, sintiendo la garganta seca y la cabeza darle vueltas con su propia voz diciendo una y otra vez que era su culpa. Se acercó a Seungmin cabizbajo, tomando sus ropas en puños.

—P-puedo ayudarlo. Tal vez si voy y le brindo mi poder, puede que... el niño esté bien.

—Jisung—Hyunjin lo tomó de los hombros y le alzó el rostro tomándolo del mentón—es tarde, no puedes hacer nada.

—Es mi culpa— susurró con los ojos volviéndose agua, amenazando con desbordarse como cascadas por su rostro en cualquier momento.

Tu culpa.

Seungmin se acercó por detrás del castaño, acariciando la espalda ajena con movimientos suaves con la intención de tratar de consolarlo.

—No lo es Jisung, ya te lo he dicho, deja de lamentarte por algo que no tienes el control.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora