XXV

356 69 18
                                    

Jisung mantenía la vista sobre la canasta de comida frente a él. Sentía las mejillas calientes y no se atrevía a mirar a Minho a los ojos, quien se encontraba de pie al otro lado de la habitación, recostado a la pared.

Después de aquella escena llena de tensión en el lago, donde las confesiones se dieron lugar y una energía de sensaciones había explotado en aquel mágico sitio; se habían secado y vestido en silencio, con unas sonrisas bobas dibujadas sin disimulo en sus rostros. Era una primera experiencia para ambos que los deja completamente marcados y con ganas, de no solo ir más allá, sino también llenarse de más experiencias en su interior.

El hada se llevó un trozo de pan a la boca, masticando lentamente en silencio. Minho, lo miraba tranquilamente desde aquella pronunciada distancia, haciéndole un tanto divertido su rostro rosado y las mejillas llenas de comida.

— ¿Qué tal está, Cheeks?

— ¿Uhm? — lo miró con los ojos grandes y con el trozo de pan aun atrapado en su boca. Así parecía mucho más una ardilla. Tragó — Está... delicioso. ¿Por qué no vienes a comer también?

— En un rato, prefiero quedarme primero a admirar a mi ardilla favorita comer.

Jisung hundió las cejas y lo miró fijamente.

— Te he dicho que no soy una ardilla.

— Claro que sí, no niegues a tu naturaleza de esa forma — rió. Se relamió los labios. De su mente sigue sin borrarse esa maravillosa vista que Jisung le dejó apreciar; la perfecta estructura y las proporciones de su cuerpo mojado, la electrizante mirada llena de anhelo y tensión. De solo recordarlo se vuelve loco.

El hada bufó. Se terminó el pan y ahora tomó una manzana roja que reposaba al final del canasto. La pulió con su nueva ropa limpia y se puso de pie, acercándose a Minho. El pelinegro se tensó en su lugar al contemplar a Jisung frente a él, a un metro como mucho de distancia.

— Tómala — le tendió la fruta. Minho la miró con cierto ápice de desconcierto y tristeza. No la podía tomar.

— No, gracias, Cheeks. Estoy bien, deberías de comerlo tú, estás herido y necesitas recuperarte pronto.

— Y tú muy delgado. Así que, cómetela.

Minho volvió a negar con la cabeza. Esa fruta se pudrirá con rapidez en su mano si la agarraba. Jisung frunció el ceño, y se acercó completamente dispuesto a tomar el brazo de Minho para dejarle la manzana en la palma quisiera o no. El humano se sobresaltó al percatarse de la intención de Jisung.

— No te atrevas a tocarme, Cheeks. Veo lo que intentas hacer — dijo de manera amenazante. Jisung se entristeció. Retrocedió y hundió las cejas en frustración.

— Nunca quieres nada. No quieres tocarme, no quieres comer, no quieres que toque, no quieres dormir conmigo, no quieres liberarme — por un momento los ojos de Jisung se volvieron de un verde intenso y su voz salió neutra y tenebrosa. El pelinegro se quedó desconcertado ante eso, frunciendo el ceño y su pulso acelerándose al ser testigo una vez más de la presencia de la bruja dentro de Jisung — pero claramente dijiste en el lago que me querías volver una persona impura y que estabas enamorado de mí, no te entiendes ni tú mismo, Minho.

— Jisung... — trató de ignorar por completo esas últimas palabras y el sonrojo que le subió por las mejillas — Soy consciente que no me puedes entender, no te he explicado nada, y te hice la promesa de que algún día lo haré. No te enojes, ¿Sí?

Hubo unos segundos de silencio, en los que la respiración pesada de Jisung se escuchaba como un fuerte silbido. Ambos hombres se miraban fijamente.

— Creo que sería mejor que regrese al páramo y que Seokjin me trate esto, tú...

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora