XLIV

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Del páramo se percibía un canto que inundaba cada partícula de la zona, estremeciendo hasta al más mínimo ser que no tuviera idea de nada de lo que sucede en ese preciso momento. Pues el prado entero, se encontraba triste, de luto, cargando con el dolor de todas las perdidas y bajas que se dieron en ese día. Lo material no les importaba, eso podrían arreglarlo o volver a obtener con el paso del tiempo, pero lo que no volverán a ver ni tocar jamás, son las almas sacrificadas, los cuerpos de sus familias y amigos que perdieron la batalla. La canción que suena en todos lados, no son nada más que lamentos, gritos y sufrimiento por parte de todos, tanto como para los ilesos como para los heridos, esperando ser atendidos.

Todo estaba completamente destruido, y los habitantes ya no eran la misma cantidad que solían ser. ¿Cuál será el futuro de todos aquellos sobrevivientes? De que desaparezcan o no, todo depende de Jisung y de su determinación. La misma hada, se encuentra igualmente devastada, dejando de mala gana que Seokjin le tratara las heridas. Fuera de la choza del brujo, se encontraban muchos seres esperando de igual manera ser atendidos, o rogando en un profundo a llanto a Jisung para que terminara con toda aquella tragedia y que reviviera a cada uno de los fallecidos, asi como hizo con Hyunjin. Pero Jisung no podía.

Se encontraba demasiado cansado como para seguir haciendo magia, incluso a su núcleo de energía, lo sentía vacío en ese momento. De igual manera, Seokjin le había negado hacer tal cosa, pues debe de recuperarse por completo para poder hacer batalla y para eso necesita su magia, así que al páramo no le quedaba de otra más que despedirse de sus seres queridos y hacer un funeral para todos. El rey Christopher, se estaba con ellos, intentado darles consuelo, promesas de que aquella catástrofe terminará pronto, hablaba lo que sea para poder tener en calma a sus súbditos adoloridos.

— Ya está — Jisung se bajó cuidadosamente la tela de su ropa. Seokjin le había terminado de vendar las heridas con tela, untadas con plantas medicinales y un toque de magia. Tuvo que pasarle hilo y aguja por la herida en el estómago, aún le ardía como si la lanza de hierro siguiera acariciándole y desgarrándole la piel. Quería creer que eso solamente había ocurrido dentro de su cabeza, pero todo era real, tan malditamente vivido e insoportable.

Seokjin le dio la espalda, limpiando la sangre de sus instrumentos de trabajo con un pedazo de tela. Jisung se bajó de la mesa con delicadeza, arrastrando los pies, sintiéndose pesado ante el dolor de sus heridas.

— Ya estarás contento, Jisung — exclamó el brujo, concentrado en frotar y limpiar, mirando la sangre con repulsión y odio. Todo es culpa de Daphne, por traer a este ser inservible al mundo.

Jisung se detuvo en seco, sostenía su estómago con la mano, aún sintiéndola punzante bajo su tacto.

— ¿Contento? — miró a Seokjin sobre el hombro, sus ojos verdes apagados y cansados, lo miraban con recelo — ¿Por qué estaría contento?

— Por el caos que provocaste. Si me hubieras hecho caso desde el inicio, esto se pudiera haber evitado.

El hada bajó la cabeza con tristeza, haciendo una mueca.

— ¿En serio usted cree que yo quería que esto sucediera? ¡No! Esto... Yo quiero salvar a todos. No quiero que nadie más muera.

Seokjin soltó una risa nasal, dejando caer los utensilios de un golpe a la mesa, el estruendo contra la madera, hizo a Jisung cerrar los ojos con fuerza por un momento.

— Eres testarudo igual que lo era tu madre. Siempre queriendo ser buena con todos, amable... obstinada. Pero la diferencia es que tú eres incrédulo — el brujo se giró, apoyándose contra la mesa, viendo complacido como Jisung temblaba de pie frente a él — Podrás ser igual de poderoso que Daphne, pero con esta actitud, no le llegarás ni a los talones.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora