VII

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—Nunca he entendido porque los humanos se comen a los animales—dijo Hyunjin, sin perder de vista como un hombre rechoncho agarraba por el cuello a una gallina viva, la colocaba en una tabla de madera salpicada de sangre seca para acomodarla y dejar caer su afilado cuchillo en el pescuezo del animal provocando que perdiera la vida en un instante con ultimo chillido. El rubio se encogió en su lugar, horrorizado.

—Deja de mirar—Seungmin lo tomó de la muñeca y lo jaló para que siguiera caminando—Los animales se comen entre ellos, es casi lo mismo.

—Pero, ¿Por qué?

Seungmin suspiró.

—No lo sé, para sobrevivir, tienen que alimentarse de una u otra forma—se encogió de hombros sin darle importancia.

Hyunjin y su amor por la fauna. No puede soportar ver como devoran sin pudor a los animales inocentes. El rubio sigue sin entender el porqué de aquello, hay más cosas que pueden comer, ¿Por qué se enfocan en ellos? Pobres. Además, a causa de la masacre que ha realizado la maldición suelta, una buena cantidad de mamíferos han dado paso a la otra vida, dejando los prados casi vacíos.

Hyunjin y Seungmin caminaban por el pueblo, dirigiéndose hacia el castillo del rey Bang. A pesar de que no podían ser vistos, esquivaban con destreza a cada humano para no chocar con ellos y hacerlos creer que se estaban volviendo locos por pegarse contra algo invisible.

—¿Por qué no regresas a tu tamaño real? Imagino que es... Cansado, mantenerse así—dijo Seungmin mirando a Hyunjin, quien ahora se distrajo mirando una mesa donde descansaban diversos accesorios brillantes. El rubio miró cada uno reluciendo sus ojos, encantado con los diseños y pensando «A Felix le gustaría ver esto.»

—Tantos años siendo amigo de Jisung me acostumbraron a mantenerme cuanto quiera así—acarició la fría cadena de oro con la yema de los dedos—además—se giró al notar que Seungmin avanzaba sin él, trotando un poco para volverlo a alcanzar—me siento más cómodo si tengo que rodearme de humanos, hace que me sienta parte de ellos.

—Lo entiendo, pero no lo eres, Hyunjin—el peli morado miró de reojo al rubio—aunque lo intentes...

—Lo sé, no es que trate ser un humano, no quiero que Jisung me tenga miedo—rio—lo que trato de decir, que sería lindo llevar una vida humana, digo, ¿Cómo sería?

—Sin magia, es obvio.

Hyunjin hizo un puchero. Sí que extrañaría la magia, sin ella se sentiría vacío e inútil, lo único que tiene es su poder, solo así puede sentirse de una manera más completa y fuerte.

El castillo se veía más cerca, con las largas escaleras de piedra viéndose grandes con la proximidad.

—¡Ya sé!, estarás degustando de carne jugosa de animal todos los días en tu mesa.

El rubio hizo una mueca de horror, negando varias veces con la cabeza.

—No, soy vegetariano forever.

Seungmin sonrió con gracia, subiendo los escalones con el hada a su lado, llegando finalmente a las puertas del castillo Bang, dónde el rey los esperaba en su oficina, asomado por la ventana rota y mirando el suelo marchito, mientras que su cansada mente divagaba buscando respuestas y soluciones.

Las setenta y dos horas que lleva metido allí, no le han ayudado en nada; estuvo releyendo una y otra vez aquellos documentos y escritos viejos de hace años, pero no le dicen algo útil. Suspiró, arrastrando los pies para alejarse del ventanal, acercando su vista por milésima vez sobre el escritorio repleto y revuelto de papeles, barriendo con la mirada la tinta pintada en ellas con la esperanza de encontrar una respuesta uniendo palabras al azar.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora