XXXIV

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Jeongin estaba de brazos cruzados sobre el pecho con las cejas fruncidas y un puchero en los labios. Felix frente a él, lo miraba con cierta diversión, mientras bordaba la tela entre sus dedos. Hyunjin lo había arrastrado desde aquella friolenta y oscura zona del páramo, hasta meterlo a casa del pecoso, sentarlo sobre una silla de madera y diciéndole un millón de regaños. Jeongin solo lo veía hablar, apretando la mandíbula, aguantando en no responderle al mayor. El hada le había dejado en claro que no quería que se volviera a acercar allí, con haberle demostrado la realidad de la amenaza, tenía que haber sido más que suficiente para que dejara el asunto estar.

Le dijo a Felix que lo vigilara y no le dejara despegar el trasero de la silla, saliendo dispuesto para continuar con la búsqueda de su mejor amigo, con la esperanza de poder hallar algo que lo lleve a él.

El bastardo Bang se retorcía en el asiento con inquietud, desesperado por ponerse de pie y hacer algo, porque se encuentra verdaderamente aburrido sobre la madera, hasta siente que el culo le duele ante la dureza bajo de él. Maldito sea Hyunjin. Ni siquiera le contó lo que había sucedido con la bruja Lee, porqué es una amenaza y la explicación de lo que el señor Moon le dijo aquel día en el cementerio. No es solo eso lo que tiene a Jeongin tan inquieto, sino también la reacción tan descabellada y enfurecida que tuvo en ese momento. El miedo que lo abrazó en ese instante, rodeado de inmensos cristales y la presión de sentirse observado, con una energía extraña siendo el asfixiante aire que no lo dejaba respirar. Todo eso, se esfumó cuando estuvo frente a la hechicera que todos temen. Fue algo raro de sentir, pues no pudo sentir más que impotencia y odio.

Quería volver a ir, y hacerle frente a la risilla chillona que resonó en su cabeza en ese momento. A la chispa magnética que lo atrae hacia la cápsula, y ser por primera vez útil en su vida, al darle final a la miseria de todo.

Jeongin abrió la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar, apretando los puños en los bordes de la silla sintiendo como si se clavara alguna astilla.

— ¿En qué piensas, Jeongin? — preguntó Felix sonriente, tomando un alfiler y pasándolo por la tela con facilidad.

El menor hizo una mueca, suspirando al divagar dentro de su cabeza.

— ¿Me puedes explicar que es lo que sucede con esa bruja Lee?

Felix lo miró sorprendido deteniendo sus movimientos, dedicando su completa atención al chico de ojos de zorro, quién lo esperaba expectante a qué respondiera su pregunta. El pecoso rió nerviosamente, tomando entre sus dedos otro trozo de tela.

— No sé de qué hablas — trató de concentrarse nuevamente en su trabajo.

— Sí que lo sabes, Hyunjin me llevó a verla.

Felix se sobresaltó pinchando su dedo con la aguja, la sangre comenzando a salir por el pequeño agujero. Llevó el dedal a sus labios y lo metió a su boca para lamer la herida.

¿Qué Hyunjin hizo qué?

— Me prometió que me contaría lo que sucede. El señor Moon dijo que había un asesino suelto, que los cuentos de hadas cobraron vida... ¡No entiendo nada! — Jeongin hizo ademán de ponerse de pie, pero Felix lo señaló de manera acusadora, haciendo que se volviera a sentar.

— ¡No sé cómo carajos Hyunjin pudo haber hecho eso! Es tan idiota. Pero tú, no debes de meterte en este asunto. Es peligroso.

Jeongin hundió las cejas molesto.

— Hyunjin dijo lo mismo... ¡Pero no me importa! Quiero ser alguien que les pueda ayudar.

— Y no puedes hacerlo — Felix negó con la cabeza, tratando de ser lo más paciente posible ante el berrinche del príncipe — ¿Quieres ser de ayuda? Aléjate de este problema, no tienes poderes, no es tu lucha, así que deberías de mantenerte al margen, nosotros nos encargaremos.

Beauty In Death 》 MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora