Epílogo

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Madison

Dejo las maletas de lado y me lanzo a los brazos de mis padres con los ojos aguados.

—¿Te di las llaves de tu departamento? —pregunta mamá—. ¿Pasaje, bolso de mano? ¿El de la mudanza se contactó contigo? Porque no me volvió a escribir desde que me enfadé con el incompetente su compañero...

—Ya déjala en paz, Cristina. —Su marido la calla colocando la mano en su boca—. Disfruta los minutos que nos quedan.

No puedo creer que el momento de separarme haya llegado. Me voy a la universidad, y no a una cerca de casa no señor; mis estúpidas ambiciones me llevan a casi tres mil kilómetros, es prácticamente la otra punta del país.

Mi madre se separa y me toma de las mejillas. —Prométeme que llamarás al menos una vez al día, y más te vale que vengas un fin de semana al mes a visitarme o yo misma te iré a buscar de la oreja.

Río entre lágrimas por sus ocurrencias, aunque no me extrañaría si un día aparece en la puerta de mi hogar con una maleta a invadirme.
No puedo evitar aferrarme a su cuerpo con fuerza, voy a extrañar a esta como el demonio. Toda mi vida he esperado independizarme y vivir la experiencia de la soledad, y ahora que tengo que irme, me duele muchísimo hacerlo.

—Te amo, mamá —murmuro sobre su hombro—, prometo permanecer en contacto.

Paso a abrazar a mi padre, que se niega a verme a los ojos. Puede ser que intente ocultarlo, pero puedo sentir su melancolía; nunca nos separamos por tanto tiempo, y en el fondo sigo siendo su niña pequeña.

—Cuida a mamá, no dejes haga tantas locuras —susurro para que solo él me oiga—. Y cuéntale lo de tu proyecto, eso la mantendrá ocupada.

Suelta una leve carcajada al tiempo que besa mi frente  —Te quiero, mi renito. Recuerda que siempre puedes volver a casa si así lo deseas.

«No llores, no llores, no llores»

Frunzo el ceño evitando que más lágrimas de las que ya salieron y mojan mis mejillas. No quiero que me vean mal o harán lo que sea necesario para que me quede, y no es como que vaya a oponer mucha resistencia.

—Voglio anche un addio dignitoso —hablan detrás de la primera línea de despedidas.

"Yo tambien quiero una despedida digna"

Mi nana empuja del hombro con nada de fuerza a mis padres y me abraza por los hombros.
No tengo que explicar lo complicado que es dejar a la mujer que tanto me enseñó durante toda mi vida. Lorenza me vio crecer, y me demostró que siempre hay una nueva oportunidad de vivir siendo felices a la vuelta de la esquina.

—Ti amo, nonna, e mi mancherai così tanto.

"Te amo, abuela, y te voy a extrañar mucho"

Besa toda mi cara antes de permitir que siga despidiéndome de los demás.
Los padres de mi novio y sus hermanitas también vinieron al aeropuerto, puesto que no soy la única que abandona el nido; el mayor de los hijos Baker se va al Instituto Culinario de America, en New York.

A él es a quien menos me duele alejar puesto que estaremos a una distancia de dos horas en auto y treinta minutos en avión. Tal vez vaya a gastarme la fortuna familiar en jets privados y gasolina, pero ni muerta dejaré de verlo cada semana.

—Te queremos mucho, Madi —Luz habla por los dos—. uídate, y cuida a nuestro hijo.

—Lo haré. —Me separo con una sonrisa tierna—. Y estaré esperando con ansias volver a comer tus delicias, Thomas.

The Real YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora