Capítulo XXXII

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Alexander

—Pregunta para Luke, las siglas ADN significan: A, ácido desorixibonucleico; B, ácido definitorio nuclear; o C, ácido desoxirribonucleico.
 
Mis últimas neuronas funcionales se suicidan con solo escuchar a Amelie hablar en lo que yo creo es otro idioma.
 
—¿Puedes darme al menos una pista? —pregunta el señalado.
 
—Claro, Lukie, la respuesta correcta es una de esas tres —sonríe maliciosa dejando la tarjeta boca abajo sobre la mesita de café del salón de juegos.
 
Está sentada sobre la alfombra con el peso del dorso apoyado en la estructura del sofá detrás de ella y yo estoy igual que ella, solo que la mesa ratona nos separa.
Los otros cinco del grupo están distribuidos entre los demás muebles, solo que usándolos de forma correcta.
 
—Tres... dos... uno... Se te acabó el tiempo, lo siento. —El pobre bufa frustrado en comparación con Amelie, que sonríe divertida—. ¿Alguno que quiera intentarlo?
 
«Creo que es la A»
 
Pues que podemos perder.
 
—Yo —levanto la mano desconfiado—, es la A.
 
Siete pares de ojos se posan en la castaña que lee distraídamente un libro de no se qué autor francés recostada en su sofá a mis espaldas. Es muy mala siendo árbitra de nuestras respuestas, a decir verdad.
 
—Madi... —canturrea la pelirroja llamando su atención—, ¿significado de ADN?
 
—Ácido desoxirribonucleico —contesta sin siquiera pensarlo un segundo y sin dirigirnos la mirada.
 
—Nerd —murmuro entre dientes. Mi comentario me da como premio un golpe en la cabeza con ese libro que parece ser más pesado que mi futuro—. Oye, eso dolió.
 
Deja la roca de tonelada y media sobre sus piernas y pasa a prestarnos atención. En especial porque le toca a Lex y es muy divertida contestando las preguntas que Amelie le hace.
 
—A ver... Un individuo que tenga el genotipo AA, BB, CC, DD se dice que es: A, de raza pura u homocigótico; B, híbrido u homocigótico, C, de raza pura o heterocigótico, o D, híbrido o heterocigótico.
 
Lexi arruga la cara confundida. Pero si es que esto no puede calificar como una materia de secundaria, es mínimo de la NASA.
 
Siento unos dedos escurridizos que bajan por mi brazo hasta tomar mis dedos, cuando volteo la vista en dirección de la responsable me sonríe leve y me lanza un pequeño beso. ¿Les comenté que este tipo de detalles me vuelven loco? Porque no significan nada importante, pero te hacen sentir un algo enorme en el pecho.
Apoyo la cabeza sobre su pierna doblada y así nos quedamos mientras Lexi sigue intentando.
 
Se rasca la frente intentando calentarse las neuronas. —Emm... recuerdo que era híbrido, pero no el resto. Me voy por la B. Pero que conste que si me equivoco es porque no tengo ni idea.
 
—Es correcto —dice la árbitra.
 
—¡Soy una genio! —La castaña comienza a hacer un baile raro que parece imitar a una gallina loca—. En cualquier momento voy a superar a nuestras dos cerebritos.
 
—Quiero ver que lo intentes. —Bambi apoya una mano en mi hombro para estirar todo el cuerpo y poder alcanzar las tarjetas del sufrimiento que quedaron sobre la mesita ratona—. Bien, ya se les quemaron mucho las neuronas por hoy. ¿Qué piensan cuando les digo?, trajes de baño, cócteles, y la piscina del jardín.
 
Luke se levanta de su lugar para sacudir el cabello de Madison. —Es por esto que tenemos a la duende nerd en nuestro grupo de amigos, nos prepara para los exámenes difíciles y tiene una piscina de millonarios.
 
—Y yo que creía que era porque soy muy carismática —coloca la mano en el pecho fingiendo tristeza—. Chicas, pueden ir a buscarse ropa a mi armario. Pero cuidado que Venus está...
 
El rubio interrumpe lo que sea que Mads estaba diciendo con que él y su mejor amigo prepararán los tragos. Los dos niños que tenemos como amigos salen corriendo como locos hasta la cocina diciendo que van a asaltar las botellas más caras que se encuentren.
 
La dueña de la casa suspira pensando sabrá Dios qué. —Sam, por favor ve a corroborar que no se corten la yugular con una copa, esos cristales valen más que su vida —bromea levantándose para juntar lo que usamos esta tarde. Palomitas, sodas, y todo lo que se necesita si quieres aprobar un examen de química.
 
Cuando Sammi se va llamando a sus amigos nos quedamos solos en la habitación.
 
«Esto me interesa»
 
Y a mí.
 
—Piojo, ¿puedes ayudarme con esto? —el apodo hace que el interior se me remueva de felicidad—, no quiero que mi lápida diga que caí por las escaleras con restos de comida chatarra —dice sin mirarme.
 
Me acerco a ella, pero solo me limito a observar en silencio cada parte de su rostro, especialmente esos ojos que me tienen como idiota todo el tiempo.
 
—¿Acaso tengo un moco en la cara?
 
«Vaya forma de arruinar el momento»
 
—Me gusta que me llames de esa forma.
 
—¿Moco? —La miro mal. La muy graciosa suelta una risita inocente—. Lo siento —camina hasta mí y pasa sus manos al rededor de mi cintura juguetonamente—, a mí también me gusta llamarte así, Piojito lindo.
 
Es ella quien me atrae a su boca para devorarme completo, sin poder controlarlo mis manos se posan a cada lado de su hermosa cara para tener un mejor control del beso.
 
En estas últimas semanas —luego de nuestra escena en la gasolinera— nos hemos conocido más a fondo, y no solo en lo que respecta a las palabras. Creo que he tenido más sexo en días que en toda mi vida. Y es que el cuerpo de esta niña es insaciable
 
Se separa por falta de aire, pero eso no la detiene a mordisquear mi labio inferior. —¿Sabías que besas delicioso? La mejor boca que he probado en toda mi vida.
 
—Lo sé, pero no quería ser maleducado con los otros que lo intentaron —sonrío acariciando su nariz con la mía.
 
—¿Educado luego de haber hecho todas esas cosas del diablo en cualquier superficie plana? Creo que te retrasaste unos cuantos meses para decirlo.
 
—Tienes razón, a la mierda la cortesía... —Hago el intento de volver a besarla, pero una voz nos interrumpe.
 
Miro sobre el hombro de Madison, la rubia bajo el marco de la puerta no tarda nada en ponerse como un tomate. —Lo siento, no sabía que ustedes estaban... ya saben.
 
La castaña se separa con una sonrisa divertida. —De todos modos no estaba siendo tan bueno —bromea encogiéndose de hombros.
 
«Oye, mi orgullo»
 
Por supuesto que tengo que contraatacar con un comentario más obsceno sobre lo que hacemos en las noches mientras pellizco su apetecible trasero.
Si nuestra vergonzosa amiga antes era un tomate viviente, ahora era como el mismísimo sol rojo, y creí que eso ya no era posible.
 
—Oh, como si Christian no te diera como cajón que no cierra. —Se pone aún más colorada por el comentario de mi Bambi pervertida—. Ya, que si sigues así vas a morirte. ¿Qué ocurre?
 
—Lex se sentó sobre la cama, y a la princesa eso no le gustó mucho que digamos. —Hace un muy mal intento de no reírse, porque de todas formas la sonrisa divertida logra invadir su cara—. Necesito tu ayuda antes de que una termine por morder a la otra.
 
Sale con la diversión plasmada en el rostro diciendo que la castaña nunca podrá ganar esa pelea contra Venus.
 
Bueno, pues entonces nos tocará limpiar a nosotros. 
 
—Son lindos —dice Sophi eliminando el silencio—, ustedes dos hacen una linda pareja. —Camina hasta el sofá cruzada de brazos.
 
El aire acondicionado de aquí está encendido y ella trae un bikini enterizo morado que no la abriga demasiado que digamos.
 
—Desde que el último chico al que intentó abrirse la lastimó, de cierta forma, nunca volvió a ser la misma. ¿Conoces esa muralla que construyes cuando algo o alguien te lastima? —Asiento atento a todo lo que me dice—. Pues la de Madison se parecía a un maldito rascacielos. Siempre estaba a la defensiva con extraños, no se ganaba su confianza tan fácil, y se guardaba las cosas, hasta ocultaba sus ataques de nosotros o sus padres —sonríe entristecida—. Y luego con tu llegada... sí, al principio casi se matan mutuamente por estupideces, pero luego guardaron las garras y lograron formar algo hermoso.
 
—No fue tan fácil —murmuro pensante.
 
—Eso es lo que lo hace tan especial. Gracias, Alex, por cuidarla tanto, no te imaginas lo que ha avanzado desde que se conocen. —Presiona mi hombro—. Creo que si se lo permiten, lograrán llegar muy lejos.
 
—Paso a paso, Sophi, paso a paso. —Nos quedamos en silencio unos minutos, cada uno metido en su mundo—. Vamos, tenemos que llevar todo esto abajo o Clarisse nos matará por el desorden.
 
«En verdad que esa mujer a veces da mucho miedo»
 
Ella lleva los envoltorios de comida mientras que yo llevo las latas vacías de soda.
Cuando pasamos por el segundo piso nos asomamos de curiosos a la habitación de Madison, donde Lexi y la perra están sentadas sobre la cama lado a lado, y Bambi regañándolas como una madre.
 
En la cocina de abajo, los dos niños se están peleando por una lata de agua gasificada con Sam a su lado limpiando algo en el suelo, y a Amelie con la nariz metida en el refrigerador.
 
—¡Yo la quiero!
 
—¡Tú derramaste la tuya por idiota, Christian, ahora te aguantas!
 
—¡Me dijiste que había una anaconda a mi derecha! ¡Sabes que les tengo pánico! —La pobre lata va de un lado a otro en medio de los dos—. ¡Tramposo!
 
Dejo en el cesto de basura lo que traía en las manos y tomo asiento en uno de los taburetes de la barra atento a la preciosidad que se acerca.
 
—Lexi y Venus lograron saldar sus diferencias, pero nuestra amiga tuvo que admitir que nadie es tan perra como la princesa de la casa. —Bambi entra a la cocina seguida de ellas dos—. Y la pelea de aquí se escucha desde arriba. La soda es para Sam que está limpiando su desastre.
 
Pasa entre los dos para tomar la bebida y pasársela a Sammi mientras que camina con ojos coquetos en donde estoy.
 
Trae un bikini estilo mármol blanco que le queda como obra de arte, más un pareo amarrado a la cadera que apenas logra cubrir ese apetecible trasero que se porta.

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