Capítulo XI

1.6K 76 6
                                    

Alexander
 
—¿Qué piensas de un collar? —pregunto mientras tecleo en mi teléfono al mismo tiempo que en mi Macbook. Pero por supuesto, mi idea es tachada como básico—. Bien, ¿y qué hay de un brazalete?
 
—Muy cliché —el rubio se exaspera—, necesito algo más original, Alexander por Dios.
 
«Señor, dame paciencia»
 
Eso es algo que perdimos hace rato.
 
Recuesto la espalda en el sofá agotado con la situación. —Christian, ¿por qué no solo eliges alguna de las tres millones ideas que hay en Internet y dejas de molestar?
 
—Porque esas tres millones son un asco. —Se cruza de brazos.
 
Parece un niño pequeño haciendo un berrinche porque no le compraron un juguete. Solo que este niño no quiere ninguno de los juguetes que existen en el mundo entero.
 
Hace más de una hora estamos en la casa de Luke buscando un regalo perfecto para una chica misteriosa de la cual Christian se rehúsa a decir su nombre. Lo raro no es eso, sino que Luke no está aquí. Pero preferí no preguntar, tal vez tienen esa confianza.
 
—Tiene que ser algo... —busca las palabras adecuadas— que nunca lo haya recibido de nadie más.
 
«Esto es un martirio»
 
Puede conseguirle un unicornio. Si Pablo Escobar lo hizo por su hija...
 
«Que horror de historia»
 
Volteo el cuerpo en dirección al jardín trasero. —¡Samuel, ayuda!
 
Este abre la puerta de cristal con una sonrisa divertida. —¿Ya te cansaste?— inquiere sentándose en el sofá.
 
—Tu turno, ya no lo soporto. Si sigo así terminaré por convertirme en asesino adolescente. —Me levanto de forma perezosa hacia la cocina.
 
Se supone que mi sábado se resumiría en levantarme al mediodía, comer algo delicioso que haya preparado rápido, y volver a la cama para fusionarme con ella. En cambio, me despertaron dos idiotas a las nueve de la mañana con un balde de agua fría.
 
—Creo que quiero volver a New York, Sammi —me quejo en burla antes de tomar un vaso lleno de agua.
 
—Ni lo sueñes, ya eres parte del equipo playboy.
 
«¿Equipo playboy?»
 
¿Qué demonios está mal con estos chicos?
 
«El agua de aquí es muy extraña, no deberías tomarla»
 
¿Y ahora me vienes a decir, idiota?
 
Mis pensamientos se ven interrumpidos por Luke, que baja de su habitación medio inconsciente y se acuesta en el sofá con la cabeza apoyada en las piernas de Samuel.
 
—Buenos días, princesa —bromea peinándole el cabello que cae en su frente.
 
El bello durmiente lejos de preocuparse p extrañarse por los intrusos, solo sigue descansando como si fuera lo más natural del mundo. Creo esta gente está demasiado afectada por el sol angelino.
 
—¿Cómo es que entramos a su casa si él seguía dormido?
 
—El equipo playboy es así, lo tuyo es nuestro y lo nuestro es tuyo —dice el rubio, cansado de buscar en Internet lo que quiere—, necesitaremos una copia de tus llaves.
 
—Sigue soñando, Christian. —Vuelvo a sentarme en donde estaba luego de lavar lo que usé y dejarlo en el seca platos— Luke, tal vez puedas ayudarnos, estamos buscando el regalo perfecto que Chris pueda darle a su chica misterio. —El castaño desaparece unos segundos hacia la cocina y vuelve con...—. No tomes soda a esta hora del día, por el amor de Dios. Ni siquiera es de mediodía.
 
Malos hábitos de ser hijo de un chef profesional, no pregunten por qué, pero se convirtió en un insulto para mí comer o beber algo fuera de horario. En especial si lo que vas a ingerir es un líquido lleno de químicos y azúcares cuando puedes optar por una saludable limonada, un té, un café, o un simple vaso de agua.
 
—Ya veo —se recuesta en el marco de la puerta ignorando mi reproche—, ¿y vas a decirnos quién es ,o seguirá siendo un completo enigma ante tus amigos?
 
—¿Qué te parece una cita? —sugiere Samuel al saber que el idiota no revelará nada.
 
Lo intentamos por todos los medios, y nada ha funcionado.
 
«Podemos pedirle consejos a Amelie»
 
Oye, no es mala idea. Me serviría aprender a manipular un poco a las personas.
 
—No intentes hacer como si no estuvieras comprometido, hace hora y media tú y tus amigos están pegados a Internet —me burlo palmeándole el hombro—. Créeme, amigo, ya te tomaron de las pelotas.
 
—Cierra la boca.
 
—¿Quién se apunta para una ronda de videojuegos?— propone Sammi.
 
Por supuesto tengo que apuntarme a eso, al menos esto será más divertido que ver la cara de manzana agria de Christian.
 
Tomo uno de los joysticks sobre la consola mientras que mi rival toma el otro y nos sentamos en frente de la enorme televisión. Gracias al cielo logramos elegir entre los juegos de deportes, guerra, y criminal en tan solo cinco segundos.
 
Siento al rubio murmurar algo por lo bajo, así que aprovecho que la pantalla todavía está cargando para voltear la cabeza en su dirección. —Solo elige uno al azar y ya.
 
—Por supuesto que no, Alexander —interviene Luke—, tiene que ser especial si lo que quiere es enamorar a su chica. —Se adelanta a hablar antes que el rubio—. No te emociones tanto, solo te digo esto porque tengo el regalo ideal.
 
«Por fin»
 
Intento oír lo que va a decir con interés sin morir en el videojuego, ni muerto me dejo ganar por Sammi.
 
—Y no voy a decirlo a menos que reveles el nombre de la chica misterio —arquea una ceja malévolamente—, sino puedes seguir buscando por tu cuenta sin obtener resultados.
 
Se sienta a mi lado fingiendo desinterés con la asquerosa soda en la mano. ¿Estaría muy mal si intento meterle ese veneno asqueroso por la nariz justo ahora?
 
«Yo creo que sí»
 
No pasan ni tres minutos en completo silencio cuando Christian decide que ya se hizo el complicado por demasiado tiempo. Noté que es un chico muy competitivo y orgulloso, debe de estar desesperado en exceso como para ceder ante la extorción de Luke.
 
—Demonios, tienes que dejar de juntarte tanto con Madison —murmura—. Bien, tú ganas, la chica es Sophi.
 
Samuel y yo perdemos el juego al mismo tiempo, y Luke casi escupe la bebida al oír el nombre de la rubia que se sonroja con lo que sea. Mis dos amigos se queda estupefactos ante la idea, pero yo solo puedo carcajearme un poco.
 
—Yo los imaginaba —cometo con una sonrisa—. Se lanzan esas miraditas involuntarias cada vez que están cerca, era de esperarse.
 
—¿No sería genial que los cuatro estemos con las cuatro?
 
«Emmm no, Sammi. No está entre mis planes salir con engreídas manipuladoras, gracias»
 
—Pero hay un fallo en tu idea —Luke suena irritado por alguna razón— Lex tiene novio y Alex no se lleva bien con Madi.
 
Me veo en la obligación de dar una explicación cuando me observan confundidos y asombrados. —No congeniamos muy bien, solo eso —miento encogiéndome de hombros—. ¿Ahora podrías decirnos el súper regalo que tienes pensado? —Cambio de tema.
 
Carraspea haciéndose el interesante. —Lo que más ama es que se sientan queridas, entonces...
 
—Espera. —Samuel lo interrumpe en el peor momento—. ¿Por qué? —mira a Chris con una ceja arqueada—. Voy a golpearte, ¿cómo puedes ser tan estúpido?
 
Suena bastante enojado.
 
No me gustaría ser Christian en este momento. Samuel es el más responsable de los cuatro, y aunque sea el muy culto, no tiene problemas en darte un golpe en la cara si te lo mereces, especialmente si se trata de las chicas.
 
La semana pasada un asqueroso le gritó obscenidades a Lex, y digamos que tuvimos que reunir fuerzas entre los tres para que no se le tirase encima a romperle el resto de los huesos, suficiente tenía ya con el de la nariz.
 
—¡Cómo se te ocurre actuar como un idiota! —sigue hablando—. ¿No te dabas cuenta de su mirada decepcionada cada que hablabas del grandioso sexo que tuviste la noche anterior con la primera mujer que viste en tu radar? Podemos ser del mismo grupo, pero las reglas también aplican para ti; y voy a darte un buen golpe si sigues actuando así con ella.
 
Christian se queda callado por unos cuantos segundos, creo que está intentando recopilar todo lo que él acaba de decirle.
 
—Soy un imbécil —esconde la cara entre sus manos frustrado—, es que me pongo nervioso. Nunca me había pasado esto, nunca me había atraído tanto una chica como ella...
 
—Bien, eso es algo que se puede resolver —lo anima el de la idea millonaria—, escucha y toma nota. Primero debemos pedirle ayuda...

The Real YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora