Alexander
—¡Muévanse que no están en clase de ballet! ¡Corner, a eso le llamas tú bloquear al oponente, dale con más fuerza!
Creo que el entrenador busca asesinarnos con tantos gritos y entrenamientos. Literalmente no ha dejado de hacer sonar una y otra vez ese maldito silbato durante tres largas horas seguidas, se imaginarán lo que quiero hacer con esa cosa.
—¡Baker!, has un cambio con Pérez, irás como Quarterback. ¡Más te vale que lo hagas bien o te colgaré del mástil más alto que pueda encontrar!
«Sin presiones»
Me coloco en mi respectiva posición, justo detrás de quien es el centro. Miro hacia mis costados, tengo a Chris y a Samuel como receptores, uno a cada lado de la cancha; y a Luke como tackle a mi derecha para protegerme al hacer un pase o al correr.
¿Conocen esa sensación de adrenalina en donde no piensan? Pues eso es lo que ocurre conmigo cada que soy el responsable de empezar una jugada.
No oigo, no veo, no siento, solo actúo por instinto sin frenarme a pensar ni por tres segundos. Es como si el tiempo se detuviera y todo alrededor mío ocurriera en cámara lenta. Puedo presentir los movimientos de mis oponentes con facilidad y evitarlos gracias a esto.
Mis sentidos vuelven a funcionar cuando siento empujones y gritos a mi alrededor. También escucho el infernal pitido de Jones.
—¡Bien hecho, Baker! Serás el mariscal a partir de ahora, lo siento, Pérez. —El entrenador da fin al entrenamiento matutino del domingo con un último silbatazo—. ¡Vayan a descansar, señoritas! Los quiero así el viernes, ni más, ni menos.
Se va del lugar atravesando el campo junto a Paul —su asistente— con una gran sonrisa en el rostro. Puede que nos grite hasta que se le desgarran las cuerdas vocales y que nos acabe con entrenamientos dignos de la milicia, pero en el fondo lo hace porque nos quiere y está orgulloso de todos nosotros.
Me arrastro en busca de mi botella de agua junto a mis cosas, el caso es que no puedo beber ni una gota porque una fuerza me la arrebata de las manos, lanzándola al suelo.
—¿Estarás contento, no?
—¿Qué diablos, Raúl...? —Intento recoger el envase, pero el imbécil lo patea, con su pie muy cerca de mi cara—. ¡Qué ocurre contigo!
—Escúchame bien —me empuja tomándome de la tela de la ropa de entrenamientos sobre mis hombros—, antes te le acercabas mucho a mi novia, y ahora me molestas en el campo de juego. ¿Quién te crees que eres, neoyorquino? Solo te pusieron en mi lugar porque eres amiga de la hija del entrenador.
El equipo entero, incluyendo a mis amigos, nos rodean. Dirán que es porque son unos cotillas, pero en realidad se hace para que crean que estamos hablando y que nadie se meta en problemas mientras separan a los que se estén peleando.
—¿Qué ocurre aquí? —Samuel se abre paso entre el mar de músculos—. Raúl, ya suéltalo, el equipo de boxeo es en el salón de al lado.
—Tú cierra la boca, te apuesto veinte dólares a que se acostó con tu novia para convencerla de hablar bien a su... —No puede terminar su oración, ya que el tranquilo Samuel se va de vacaciones y le da paso a uno que asusta. Lo empuja lejos de mí haciéndolo trastabillar y caer al suelo.
—¡Mucho cuidado con lo que dices sobre ella, que huevos no me faltan para partirte la cara, hijo de perra!
«Madre santa de Dios y todos los ángeles»
Me aterraría estar en la posición en la que el novio de nuestra amiga se encuentra ahora.
—No te dejes engañar, Samuel. ¿El idiota llega y lo ingresan al equipo sin una prueba previa y lo también entrena en posiciones importantes con nosotros? —Se sienta sobre el césped puesto que no se puede levantar dada la cercanía que tiene con Sam—. Todos aquí tardamos meses en que nos dejaran siquiera tocar el balón. Además, a Amelie se le puede percibir el hedor de zorra a kilómetros...
«¿Es que acaso tienes ganas de morirte, Raúl?»
El pie de mi amigo impacta en su estómago dos veces. También lo toma del cogote y lo levanta golpeándolo a puño cerrado en la nariz y la boca.
—¡Repítelo, infeliz! —Tenemos que frenarlo entre varios por temor a que lo mate aquí mismo—. ¡Quiero ver que lo intentes!
—Ya, tranquilo, solo decía. —Se levanta con ayuda de su mejor amigo con las manos hacia arriba, limpia un poco de sangre que escurre de su labio inferior—. Pero a ti —me señala amenazante—, ve con cuidado, que esto no de quedará así.
Chris decide que ya fue suficiente y nos toma del antebrazo a Samuel y a mí para irnos los cuatro juntos.
De camino a los vestuarios y luego al estacionamiento reina un silencio sepulcral entre todos, hasta Luke se mantuvo callado todo el rato.
—Ese tipo es un imbécil —gruñe mi amigo aún con ira por lo sucedido—, la próxima lo asesinaré.
—No tiene caso, Sammi, solo es un imbécil que habla mucho. —Desbloqueo metros antes mi auto—. Además, si el entrenador te encuentra causando problemas te sacará, no le va a importar que seas su yerno.
«Creo que prefiero al Sammi tranquilo y civilizado»
Igual yo, no conocía esta faceta de él.
—Dejen el tema de lado. ¿Por qué mejor no vamos a comer algo por ahí? —Luke se apoya en la puerta de copiloto de mi precioso Audi.
Lástima que los tres le rechazamos la oferta. Christian tiene una cita con su novia y lo asesinará si no llega a tiempo, a mí me invitaron a la casa Miller Fox porque Will quiere cumplir la promesa de revivir viejos tiempos ejercitándonos un rato, y el tercero no tiene nada que hacer, pero el asunto con Pérez lo puso de malas y ahora quiere ir a ver a su novia.
Luke se cruza de brazos. —Muy bien, váyanse todos con sus novias, total yo no importo ni un poco en sus vidas. Y Alex se va a estar con el padre de ella —murmura por lo bajo, ganándose un manotazo en la nuca—. ¡Auch! No me digas que no te gustaría, soy el casi hermano de Madi, seríamos como cuñados. Además me ha contado cosas...
«¿La diosa hablando de nosotros con otras personas?»
¿Y tú por qué te emocionas?
«Te lo repito, cabeza de huevo, Madison ha hablado de nosotros con otros»
Oh... Pero eso no tiene que significar nada,
¿O sí? Digo, somos amigos y todo eso, pero hasta ahí, ninguno de los dos quiere algo más.
—¿Qué te dijo?
—¿Te interesa acaso? —me sonríe divertido
—Oh sabes qué, déjalo así —Camino hasta la puerta del conductor—. Luego no me pidas hamburguesas.
Conduzco por las tranquilas calles hasta mi casa. El plan es comer algo, ducharme y a eso de las dos de la tarde ir a la casa Miller Fox.
Al llegar lo primero que me encuentro es a la loca número tres gritando mi nombre y corriendo hasta mí buscando lanzarse a mis brazos.
—Te hice un dibujo— se retuerce para que la baje y toma mi mano guiándome hacia la sala de estar—. Somos nosotros dos, mamá y papá, y Allie. Oh, también Cristina, William y Madison. —Señala con su pequeño dedo una cosa rara con alas sobre algo amarillo—. Hasta Dylan está, tía Cris dice que me cuida desde la estrella más brillante, justo aquí.
—La tía Cristina tiene razón, Dyl siempre te cuidará siempre desde arriba. —Sacudo su cabello con la melancolía floreciendo a flor de piel.
~
—¡Alex!, mamá y papá ya llegaton.
—Escucha, Evie. —Me agacho a su altura, no puedo creer que ya tenga tres años—. ¿Recuerdas que te dije que mamá tenía a nuestro hermanito en su panza? —asiente sonriente—, ¿y recuerdas que te conté cómo vienen los bebés?
—Sí, como mamá y papá se quieten mucho y quetían un hijo, se abracharon muy fuelte y papá le dio la semilla que tenía a mamá para que se cree el bebé en su pancha.
—Exacto, ¿y cómo entró esa semilla a la panza de mamá?
—Hay un caminito espetial en su cuerpo.
—Perfecto. Pues Dylan ya estaba listo para salir, mamá y papá fueron al hospital a que los médicos lo ayuden a nacer. Durante estos días puede ser que le presten mucha atención a nuestro hermano, porque él es un bebé y no puede cuidarse por si solo. Pero eso no significa que ya no te quieran, intenta ayudarlos en lo que puedas, como... vestirte tú sola, o no dejar tus juguetes desordenados. ¿Crees que puedes lograrlo?
—Sip.
—Muy bien, ¿estás emocionada por conocerlo?
—¡Siii!
~
Vuelvo a la realidad. Ese fue sin duda uno de los días más felices de mi vida. Tenerlo por fin entre mis brazos me hizo sentir como el imbécil con mayor suerte en el universo, era tan pequeño que me daba miedo lastimarlo, pero luego tomó mi dedo índice con fuerza y supe que ya teníamos una conexión especial.
—¿Podemos pedir pizza? Mamá y papá fueron a la oficina porque fue alguien a visitarlos, me dijeron que te diga que hay dinero en la mesada.
Recuerdo que nuestros padres no permiten que Evie se quede sola en casa, por lo que se supone que Allison tendría que estar cuidándola, y todavía no ha aparecido por aquí. La muy chistosita se había ido a su habitación sin recordar que esta niña es capaz de quemar la casa entera.
Mientras esperamos a la loca número dos, vamos hasta la cocina a pedir comida. Hijos de un chef famoso comen de delivery, digno de primera plana.
Allie entra con su celular en la mano. —¿Cómo está mi hermano favorito? —dice, ganándose una muy mala mirada por parte de su hermana—. No te pongas así, Evie. Tú eres mi hermana favorita y Alex es mi hermano favorito, son dos cosas distintas, monstruito.
—¿Qué es lo que quieres? —me mira incrédula—. Cada que me dices que soy tu hermano favorito es porque necesitas algo de mí, te conozco demasiado, enana.
Sirvo un poco de jugo de naranja exprimido en tres vasos diferentes. Según las Leyes Internacionales de Convivencia entre Hermanos, si vas a tomar o comer algo mientras quienes comparten tu sangre están presentes, tienes que compartirles a ellos.
—Solo requiero de tu amor fraternal... y diez mil dólares. —La bebida se me atora en la garganta al escuchar la suma—. Quiero hacer un sector profesional de baile en mi habitación.
Recuerdo que cierta señorita que conozco tiene uno. —¿Y de dónde sacaste tú esa idea?
—Una amiga me lo comentó y me encantó la idea. Imagínate, no tendré que usar nunca más la mesada de la cocina para practicar mi técnica en barra, no habrá más pies en tu lugar sagrado...
«Eso no suena mal»
—¿Y mamá dejará que un montón de hombres llenen de polvillo el aire de su inmaculada casa?
—Puedo... convencerla con mis encantos. La colocación y los materiales cuestan veinte mil y solo tengo la mitad. Con solo la mesada tendría que esperar diez meses para juntarlo todo. —Usa el arma más mortífera del planeta conocida por la raza humana, los ojos de cachorrito atropellado—. Prometo que cada pequeño centavo regresará a tu bolsillo.
—Si mamá te lo permite... —Me abraza de la cintura con tanta fuerza que creo que me partirá en dos—. No tienes que fingir demasiado, ya te dije que sí.
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The Real You
Novela Juvenil¡HISTORIA TERMINADA! Madison Fox: bailarina, multimillonaria, y heredera de un imperio hotelero. Los que no la conocen la catalogan como la hija de mami y papi que le compran todos sus logros; quienes realmente logran pasar esa muralla ven a una muj...