Alexander
Me despierto con algo acolchonado sobre mi cuerpo, la sensación se me hace conocida, y el aroma a frutas ya lo he sentido en algún otro lado... Oh, es Madi.
La única diferencia es que ahora no estamos en un sofá, con amigos, ebrios y con ropa entre nosotros; sino que nos encontramos en su cama, solos, no hay ni una gota de alcohol en nuestro sistema y pues... Estamos desnudos.
Luego de haber tenido al menos tres orgasmos cada uno, caímos rendidos entre las sábanas sin vergüenza alguna, y esto no es algo que suelo hacer con las chicas que tengo sexo. Pero mi Bambi es distinta, ella tiene algo que todavía no puedo terminar de descifrar que me atrapa e hipnotiza.
Y con lo que me contó anoche en mi auto... Santo cielo, de solo pensarlo de nuevo me dan ganas de partirle la cara a su padre biológico, al tipo que le hizo todo eso, y al juez que haya juzgado el caso por dejar que ese animal siga suelto.
De verdad todavía no puedo creer cómo es que sigue viva luego de todo, pero lo más impresionante y digno de admirar es cómo sigue afrontando la vida. No permite que su pasado la afecte al cien por ciento, ella es sin duda alguna la personificación de una guerrera vikinga.
Pero haberla visto tan vulnerable en el suelo un sentimiento que solo aparece con mis hermanas menores me revolvió los intestinos, me surgió esa necesidad de abrazarla y protegerla sin importar nada hasta que el mundo se vuelva cenizas a nuestro alrededor.
Observo detalladamente a la diosa que tengo entre mis brazos, sus labios están ligeramente abiertos y sus largas pestañas le descansan sobre los pómulos. Se ve tan tierna y pacífica así con el cabello desordenado por todos lados que me dan ganas de tomarle una fotografía.
«¿Y por qué te resistes?»
Tienes razón.
Tomo mi celular sobre la mesita de luz con cuidado de no hacer mucho ruido y abro rápido la cámara, es imposible que aunque haya bebido, llorado, y tenido sexo salga de todas formas perfecta.
«Preciosa»
Lo sé.
Salgo de entre sus brazos muy despacio tratando de que no se despierte y me coloco el pijama que me dio anoche —que no llegué a utilizar— para bajar al primer piso.
—Pero miren quién está aquí. —Lorenza se encuentra en la cocina preparando algo sobre la estufa.
Sonrío algo apenado. —Buenos días, Lorenza.
—¿Cómo dormiste, tesoro? —Deja lo que sea que esté haciendo y se acerca a saludarme con dos besos—. ¿Quieres café?
—Por favor.
—Ya te lo sirvo, siéntate mientras tanto. Y dime... ¿Qué te trajo a la casa Miller Fox?
«Señora Rossi, pero que atrevida»
Cállate.
Le explico que anoche las cosas en la fiesta y que su nieta no se encontraba del todo bien, pero guardándome los detalles. Y que en algún punto se hizo de madrugada y no me permitió conducir.
—Oh por Dios, tuvo un ataque de pánico —comienza a caminar de un lado al otro con mi taza de café en la mano—. Santo cielo, deve essere stata dura per lei, e per fortuna non è finita in ospedale, se le fosse successo qualcosa...
—Oye, oye, oye. —Me levanto de mi lugar y la tomo de los hombros—. Sí, tuvo un ataque, pero supo afrontarlo. No quería avisarles porque era muy tarde y no quería molestar a nadie. Es por eso que yo la traje a casa, no podía dejarla sola.
—Les recuerdo que puedo cuidarme yo sola.
La voz de Madi se escucha en la entrada de la cocina, y allí está, con un chándal blanco y una camiseta básica a juego por encima.
—Hola, Bambi.
Besa mi mejilla presionando mi muslo por debajo de la mesada para que su abuela no vea. —Buen día, Piojo.
Al percatarse de que su abuela la está viendo con cara de pocos amigos, se acerca hasta ella y también deja un beso en su mejilla. —Alex estaba allí y supo cómo ayudarme. No te enojes, nana. ¿Eso que huelo son pancakes? —Cambia de tema sentándose a mi lado.
—Sí, aunque son solo para Alex.
—No digas eso, Lorenza, luego me perseguirá hasta matarme —bromeo, solo un poco.
«Es que a Madi le encantan sus pancakes»
Los protege como si de oro se tratase.
—No te culpo por querer consentirlo, especialmente con ese cabello rebelde, y mira esas mejillas sonrojadas. —Me pellizca una con una sonrisa enorme—. ¿Solo te avergonzó despertar en mi casa luego de una fiesta, o recordaste cosas poco cristianas? —susurra en mi odio aprovechando que su nana se dio la vuelta para buscar unos platos en la alacena.
Lorenza aparece antes de que pueda contestarle algo igual de obsceno. —Muy bien niños, aquí tienen —nos pone frente nuestro la comida—, piccola, hoy es mi día libre así que me iré. Quería dejarte alimentada, tú solo sabes hacer café y pan quemado. Pero puedo quedarme, no deseo que estés sola...
«¡No!»
No te vayas a notar tan desinteresado, idiota.
«Cállate»
—No te preocupes, de todos modos tengo que ir a la empresa en unas tres horas. El avión de mis padres no aterrizará hasta el mediodía y debo hacerme cargo yo.
—Bien, mi pequeña empresaria. Nos vemos mañana entonces, adiós, tesoro. —Nos da la bendición a ambos y deja un beso en nuestras frentes—. Los quiero.
Toma su bolso sobre el sofá y sale por la puerta principal. Apenas desaparece de la escena, Venus se me acerca, pero bastante enojada.
—¿Y a ti qué te ocurre?
—Tuvo que dormir en el sofá del tercer piso porque cierta persona invadió su lugar de la cama —responde la castaña luego de tomar un gran sorbo de café.
Intento ofrecerle un pedazo de mi pancake, pero prefiere masticarlo apenas y dejarlo en el suelo. —¿Cómo hago para recuperar tu amor, bola de pelos?
—Llévate bien con su dueña.
—Pues creo que me llevo bastante bien con ella, ya que hace unas horas se encontraba gimiendo mi nombre bajo mi cuerpo.
Corto la distancia entre nosotros dos para acariciar levemente su cuello con mis labios. Descubrí que tiene una debilidad por esa zona, y pienso usarla a mi favor a partir de ahora.
—Mhm... yo no recuerdo eso, tal vez necesite una prueba para refrescar mi memoria. —Mueve un poco su cabeza dándome más acceso—. Iré a ducharme..—Se aleja de mí y sube las escaleras meneando esas caderas de infarto.
Puede que esté con la polla dura por esa pequeña acción suya y me muera por seguirla, pero el chef de mi cerebro me ordena limpiar lo que usamos antes que nada. Papá, en estos momentos te detesto.
Dejo todo a la velocidad de la luz en el lavavajillas, hasta acaricio un poco a Venus antes de subir de dos en dos hasta su habitación.
Una vez dentro, puedo escuchar el sonido de la ducha porque la puerta está entreabierta. Camino hasta allí quitándome la ropa que traigo hasta quedarme completamente desnudo. Termino de abrir la puerta, se encuentra de espaldas a mí, con un moño para no mojar su cabello. No tardo ni tres segundos en acercarme a posar mis manos en su cintura.
—Ya te estabas tardando mucho. —Presiona su trasero contra mi miembro hecho piedra—. ¿No te han dicho que es descortés dejar a una chica con las ganas en la ducha?
—No volverá a pasar... —Beso su cuello y hombros intentando distraerla.
Me clavo en ella de golpe, al principio espero a que se acostumbre a mí, pero comienzo a moverme cuando es ella quien busca más.
—Quiero verte...
Dejo de tomarla y que así gire sobre sus talones. Sus ojos ya no se ven tan claros como siempre, ahora están mucho más oscurecidos.
No espero ni un minuto en volver a lo de antes. Tomo su pierna para ponerla a la altura de mi ombligo mientras devoro sus labios con fuerza, mi lengua se abre paso acariciando la suya en una guerra de control. Tomo, exijo, y poseo todo lo que puedo, al igual que ella.
—Alex... —gime sobre mis labios. Sus uñas se clavan en mis tríceps, creo que hasta me saca un poco de sangre, pero eso solo me excita aún más—, más...
—¿Así? —Acelero mis movimientos, provocando que gemidos y jadeos roncos salgan involuntariamente de mi boca—. ¿Te gusta que te folle duro, Madison? —No me responde, solo muerde con fuerza mi hombro—. ¿Sí o no?
—¡Sí!
No pasa mucho tiempo más hasta que estemos a punto los dos.
—Córrete conmigo Bambi, hazlo... mierda.
Su intimidad me toma con tanta fuerza que creo que va a partirme la polla, pero es compensado con el orgasmo que arrasa con mi sistema.
—¡Jooder Madison! —Permanecemos bajo el agua unos cuantos minutos intentando recuperar el aliento—. Eso fue...
—Espectacular. —Apoya su frente sobre la mía con los ojos cerrados—. Venus va a perdonarte, te llevas de maravilla con su dueña.
—Que suerte. —Tomo el jabón y la esponja de la pequeña repisa—. Ahora, tú tienes que ir a dirigir una empresa multimillonaria.
Deja que limpie todo su cuerpo, incluyendo ese voluptuoso trasero, en donde dejé una hermosa marca con mis dientes.
Yo tampoco me salvé de la limpieza, se esmeró bastante, aunque fue divertido ver nuestra diferencia de altura y masa. Le prestó especial atención a los arañazos que dejó en mis brazos, y, aunque no se dio cuenta, pude ver una sonrisita de orgullo mientras pasaba sus dedos por ellas.
—¿Qué crees que queda mejor, jean azul o blanco? —Levanto la vista de mi celular, trae dos pantalones en sus manos con dos pares de zapatos—. ¿Y tacones negros o crema?
—El blanco, y los zapatos crema.
Vuelve a su armario y sale cinco minutos después con el oufit completo.
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The Real You
Roman pour Adolescents¡HISTORIA TERMINADA! Madison Fox: bailarina, multimillonaria, y heredera de un imperio hotelero. Los que no la conocen la catalogan como la hija de mami y papi que le compran todos sus logros; quienes realmente logran pasar esa muralla ven a una muj...