Capítulo XXI

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Alexander

Salgo de mi auto junto a Allie, ya pasaron dos semanas desde su lesión y parece un león enjaulado en el circo.
Todo el tiempo tenemos que estar riñendo con ella para que no suba y baje constantemente las escaleras, que no tome cosas que estén altas, y que no intente bailar; la última mencionada es la más complicada.
 
—Hoy iré a la Academia —dice mientras caminamos hasta la entrada de la escuela. Giro mi cabeza en su dirección de forma acusatoria—. No es lo que tú crees, Alex. Empezaremos con la muestra de fin de año y no quiero perderme nada. Aunque no esté bailando, es importante asistir a las clases.
 
—¿Muestra de fin de año? Para eso faltan como tres meses.
 
—Es lo que tardan en organizarlo. Es inmenso, todos los grupos están ahí, son dos coreografías por división: una grupal y un solo. Entonces son como veinte bailes distintos. Sumando que se hace en el teatro Ahmanson, redecoran casi por completo, se ponen telas, luces, y música acorde a un tema en especial. Este año serán las relaciones, creo que es porque varios de la Élite y los más grandes abandonarán la Academia para estudiar o dedicarse a otra cosa. Nat está bastante afectada por eso, aunque no lo demuestre.
 
Llegamos al edificio, hay varias personas caminando de un lado a otro, algunos estudiando para exámenes, otros charlando, y un par caminan medio dormidos por los pasillos.
 
—No necesito que me lleves a casa luego, iré con unas amigas al centro comercial después de la escuela.
 
—Bien. —Beso su frente—. Cuídate, enana, e intenta no caerte de nuevo.
 
Camino hasta la sala de artes, descubrí que a la señorita Prism le gusta bastante hacernos sufrir con exámenes sorpresa. Por eso siempre debemos repasar nuestras anotaciones antes de entrar.
 
—¡Nene! ¿Qué hay? —Samuel está sentado en el lugar de siempre, junto al cadáver de Chris.
 
—¿Qué le pasó a él? —me siento al lado del cuerpo inerte de mi amigo.
 
—Salió de fiesta anoche, el imbécil me llamó a las cuatro de la mañana diciendo que estaba en San Diego, sin su cartera, teléfono, ni auto.
 
—Solo sería una reunión con amigos —apenas puedo entender lo que dice ya que su mejilla está aplastada sobre la mesa—, me olvidaron allí, solo, con frío, en tierras desconocidas.
 
—No exageres, Christian —bufa—, solo estabas a doscientos kilómetros de aquí. Tu abuela vive allí, te hubieras quedado con ella y no tendría que haberte ido a buscar.
 
—¡Eres un muy mal amigo! —cierra los ojos con fuerza arrepintiéndose de inmediato—, mi cabeza va a explotar.
 
Por la puerta entran los dos faltantes, Luke, que viene haciendo de caballo, y Madison, la vaquera.
 
«Una vaquera bastante sexy»
 
Cierra la boca.
 
—Hola, chicos. —La jinete baja de los hombros de su animal y deja la mochila junto al muerto, del otro lado al que estoy yo—. Hola, cadáver de Chris. ¿Qué hacías en San Diego anoche?
 
—Salió de fiesta —resume Samuel para evitar que vuelva a hacer su dramático discurso—. ¿Tienes pastillas de la resaca?
 
—¿Por qué crees que tengo? —Mis amigos enarcan una ceja en su dirección—. Sí tengo, pero no tiene nada que ver por mi amor hacia las fiestas.
 
Busca una en su mochila y saca un pequeño bolso donde hay varios productos de higiene, toma una tableta del medicamento y se la extiende a Christian.
 
Este la acepta con los ojos entrecerrados. —Es lo menos que puedes hacer considerando que no quisiste acompañarme anoche.
 
—Cállate o te quito la pastilla de un golpe —amenaza entregándole una botella de agua.
 
—Mala amiga —farfulla malhumorado—, se supone que tienes que tratarme bonito, ogra malvada.
 
—Pobrecito, ven que te consiento un poco. —La vaquerita sex... vaquera, hace un puchero y lo abraza haciéndole caricias en su cabello—. La próxima vez que me digas ogro te saco los ojos, amigo corrompe amigas.
 
No es secreto que las cosas con Sophia y él avanzaron bastante bien. Chris tiene cara de idiota enamorado cada que habla de o con ella. Y en mi opinión, hacen una espectacular pareja, creo que tienen mucho futuro por delante.
 
La señorita Prism entra con su característico buen humor por la puerta con un montón de hojas en las manos. —Tomen sus respectivos asientos y hagan silencio, en cinco minutos empezaremos con la clase de hoy. —Deja todo en su escritorio al lado de la entrada. A toda velocidad ordena los papeles viendo uno por uno detrás de sus gafas.
 
Como ponga uno de sus exámenes sorpresas ya no tan sorpresas, me tiraré por la ventana.
 
«Yo te apoyo»
 
—¿Alguien tiene algo para comer? No desayuné y muero de hambre. —Luke levanta la vista—. Duende hermoso...
 
Esta niega dibujando un ojo en su cuaderno.
 
Con el tiempo pude observar pequeños detalles de ella, por ejemplo que tiene una hermosa caligrafía en imprenta minúscula, también que lleva una goma de pelo en su muñeca izquierda aunque traiga el cabello recogido, y que siempre hay comida en su mochila o lo que traiga, puede tener desde chicles hasta tacos.
 
—Por favor... sé que hay algo delicioso en esa maravillosa mochila blanca.
 
—Sí, y es para mí.
 
—Te compraré de esas papas fritas de tu supermercado favorito, a ese al que ya no puedes ir.
 
«Vaquera sexy, y criminal»
 
¿Puedes apagarte por cinco minutos? Quiero escuchar el chisme y tú no me lo permites.
 
—Dos palabras —su amigo mueve los labios más de lo necesario—, salsa barbacoa.
 
—Otra palabra, incesto —rebate ella.
 
—¿Cómo que incesto?— Samuel levanta su cabeza. Su cara es lo más parecido a un poema de terror en estos momentos—. ¿Desde cuándo tienes esos gustos?
 
—No yo, idiota. El día de la familia necesitábamos aceite, Chris, Luke y yo fuimos al supermercado que está aquí cerca, el de la comida rápida deliciosa. Cuando entramos con este imbécil, dijo que el aceite era para untárselo en el cuerpo y tomar fotos incestuosas. —Contengo con todas mis fuerzas la carcajada, eso es algo que saldría de la boca de Luke—. Ahora no puedo aparecer por ahí, imagínense la vergüenza que pasaría. Si se ríen los mato, eso también va dirigido a ti, Alexander.
 
«No te rías»
 
«No te rías»
 
«No te rías...»
 
Mi carcajada junto a la de los chicos resuena en toda la habitación, ganándonos un reproche de parte de la señorita Prism, y una muy mala mirada de Madison apoyada por Chris.
 
—Los detesto. Excepto a ti, mi lindo Christian, tú si me agradas bastante. Pero le haces daño a Sophi y te arranco las pelotas de un tirón —susurra lo último en su oído, logrando que los ojos de mi amigo reflejen pánico puro.
 
Ninguno pudo escucharlo, solo él y yo, pero porque ando de cotilla viendo qué puedo cuchichear con Sammi luego.
 
—Lamento la demora, pero tenía que ordenar eso o sería todo un caos. —La señorita Prism camina con una tiza en la mano hasta la pizarra. Es un milagro que esté alejado, porque soy alérgico al polvo de esa cosa. Con solo un poco basta para que me ponga a estornudar y toser como un viejo de ochenta—. Hoy no tendremos un examen, pueden relajarse, haremos algo mucho más entretenido. En estas dos semanas llevaremos a cabo un proyecto grupal, quiero que me demuestren lo que aprendieron haciendo un cuadro de un metro por un metro con la técnica que más les haya gustado entre las que realizamos. Quiero sentir esa pasión por el arte, esa soltura y fluidez. Este se lleva un veinte por ciento de su nota final, así que pongan empeño en esto ¿Alguna duda? —silencio—. Perfecto, entonces... siéntanse libres de crear con las manos y el alma.
 
—Muy bien —habla Samuel— ¿Qué vamos a hacer?
 
—No lo sé, pero lo haremos en casa de Madison. —La mencionada levanta la vista de su cuaderno confundida—. ¿Qué? Me gusta visitarte de vez en cuando, duende.
 
—Mentiroso, solo quieres la comida de mi nana. —Luke se encoge de hombros con una sonrisa tirando de sus labios, ella por otro lado rueda los ojos—. Estoy de acuerdo con todo menos con el paisajismo. Es el arte más aburrido y tedioso de este universo.
 
Todos le damos la razón.
 
Estamos el resto de la clase debatiendo la técnica y el diseño que haremos, también los materiales que vamos a requerir para llevarla a cabo.
Terminamos decidiéndonos por el hilorama, básicamente es clavar como un millón de clavos en una tabla de madera e ir haciendo la forma con kilómetros y kilómetros de hilo.
 
Esta tarde iremos a la casa de Madison —por orden de Luke— para comenzarlo, Sammi conseguirá los instrumentos, y yo llevaré los patrones para hacerlo.
 
Levantamos los papeles esparcidos sobre la mesa de trabajo cuando nuestra profesora le da fin a la clase.
 
—Los veo luego, chicos. ¡Suerte con tu examen, luciérnaga! —Se va rápidamente perdiéndose por los pasillos inundados de adolescentes.
 
Camino tranquilo hacia el salón de química junto a Christian, pero el sonido de los altavoces interrumpe mi paso.
 
—Alexander Baker, a la oficina del director por favor, Alexander Baker a la oficina del director.
 
Decido encontrarme con mi amigo en unos minutos si es que sigo vivo y él promete guardarme un lugar en el fondo junto a él.
 
En mi cabeza hay un montón de neuronas fundiéndose buscando entre los sinfines de mis recuerdos qué diablos hice para que el señor Mcguiller me llame.
 
Al entrar lo primero que veo es a Susi colgando una llamada con ese aroma a café característico invadiendo el lugar.
 
Sonríe apenas se da cuenta de mi presencia. —Alexander, cariño, ¿cómo estás?
 
«Pues estaría mejor si estuviese en la clase del profesor Sokolov, pero no me quejo»
 
Le repito exactamente lo que mi conciencia pensó a la secretaria, creo que es la primera vez que lo hago.
 
«Que orgullo»
 
Primera y última vez.
 
Se ríe diciéndome que puedo quitar mi cara de espanto. Al parecer la tonta de mi hermana tropezó con un compañero de su clase en los pasillos y terminó en el suelo. Ella está bien y se encuentra en enfermería ahora, pero querían avisarme puesto que está algo alterada y es buena idea que vaya a ver cómo se encuentra.
 
Tomo una golosina agradeciéndole por avisarme antes de irme con Allison
 
Al entrar a la habitación lo primero que veo es a la loca número dos sentada con las piernas estiradas sobre una camilla, con una enfermera revisando su presión con ese raro aparato en el brazo.
 
—¿Es que acaso tú no puedes quedarte quieta por cinco minutos niña? —Me acerco hasta ella, y pese a mi regaño, beso su sien—. ¿Cómo estás?
 
—Bien, tropecé con alguien por no mirar. Pero no me duele, solo querían asegurarse de no haber empeorado la lesión.
 
—Y por suerte eso no pasó —interrumpe la mujer a nuestro lado—. Ya puedes irte, Allie, pero intenta no estamparte con nada más.
 
Le doy la razón con un asentimiento y un sonido nasal.
 
—Bien, bien, lo intentaré, lo prometo. Ahora tú vuelve a tus clases y yo haré lo mismo. Gracias por atenderme, Melania, no sé que haría sin ti —bromea bajando con cuidado de un pequeño saltito—. Nos vemos en casa, Alex —besa mi mejilla—, te quiero.
 
—Y yo, enana revoltosa.
 
Termino mi día bastante agotado. El entrenador Jones está matándonos con entrenamientos casi todas las mañanas y fines de semanas por el partido que se aproxima. Es bastante importante ganarlo si queremos quedar como uno de los mejores diez de la temporada de este año.
 
—¡Nene! —La voz de Samuel interrumpe mis pensamientos de camino a mi auto. Muero por irme a casa a dormir—. ¿Me acompañas a buscar las cosas?
 
—¿De qué hablas? —Se nota la confusión en mi voz.
 
—¿Para el proyecto de artes tal vez? ¿Si recuerdas, anciano olvidadizo, que iremos a casa de Madi a comenzarlo?
 
«Demonios» 
 
Me había olvidado por completo que hice planes después de la escuela sin pensar a futuro.
 
Hago como que lo recordaba y subimos a mi auto con el plan de venir a buscar el de él luego.
 
Antes de llegar a nuestro destino, hacemos una parada en el Walmart que está cerca de la escuela para comprar los materiales y unas papas fritas. Muero de hambre, lo siento.
 
—¿Llevamos comida? —pregunto viendo los platos de pastas ya hechos. Un delito para mí, ya que soy fiel seguidor de la comida casera.
 
—No hace falta, la señora Rossi de seguro que nos cocinará algo. Es la nana de Madison —responde al ver mi cara de confusión—. Es italiana, y te aseguro que sus platillos son un millón de veces mejor que estas cosas congeladas.
 
«Gracias al cielo, si eso entra a mi cuerpo moriré»
 
No seas dramático, nada que una buena salsa no mejore un poco.
 
«Un poco de salsa... o el cesto de basura»
 
Tardamos al rededor de diez minutos en llegar, cuando lo hacemos Luke y Christian están bajando del auto del segundo.
 
—¿Trajiste las cosas? —Samuel levanta la bolsa de los materiales en respuesta—. Perfecto. Le envié un mensaje diciendo que ya casi llegábamos pero no contestó —dice Chris mientras toca el timbre de la gran puerta de madera clara.
 
—Buenas tardes... Hola señor Christian. —Una chica de unos veinte años abre la puerta—. La señorita Madison dijo que vendrían, pasen por favor. —Se hace a un lado con una cálida sonrisa—. Salió unos minutos, pero pueden subir y ponerse cómodos.
 
Camino sin atender mucho a lo que está diciendo, estoy más ocupado observando todo el lugar.
Los colores marrón, blanco, y negro predominan, la modernidad y sofisticación se hace notar en la decoración y la arquitectura de la casa.
 
Es extraño, porque a pesar de todo, tiene un ambiente muy acogedor que te hace sentir bastante cómodo y bien recibido. Es raro de explicar, pero no se siente como un lugar frío, más bien como... Como un hogar familiar.
 
—¿Tienes limonada, Clarisse? Porque un duendecillo me la prometió...
 
Vuelvo a la realidad sentándome con mis amigos en los taburetes de la cocina.
 
Clarisse nos pregunta qué querremos almorzar a media tarde puesto que la Señora Rossi quiere saber. No tengo mucha idea de nada por lo que me dejo guiar por las decisiones de los chicos, la pasta.
 
—La señorita Madison salió al hotel Warrior a llevarle unos papeles importantes a sus padres, ya tiene que estar para llegar. ¿Por qué no van al tercer piso a esperarla?
 
Sammi le agradece y nos levantamos con nuestras bebidas en la mano, que por cierto están deliciosas, tendré que pedirle la receta luego.
 
Subimos todas las escaleras hasta quedar frente a una puerta de madera negra, igual a todas las otras. Chris la abre dándonos paso a una enorme —de verdad enorme— habitación. Aquí hay todo lo que te puedas imaginar; mesa de billar, de ping pong, sofás con televisión, una terraza, hasta un sector con piso profesional de baile. Por supuesto que no pasa desapercibida la gran biblioteca que va de pared a pared.
 
Mis comisuras tiran hacia arriba, mi madre tenía razón, lee bastante.
 
—Impresionante ¿Verdad, nene?
 
—Algo. —Me siento junto al precioso Golden que se encuentra recostado sobre uno de los tres sillones—. Hola tú.
 
Acaricio su cabeza y se acerca buscando más.
 
No me percato de que tres pares de ojos están observándome hasta que levanto mi cabeza. Pareciera que me acaban de salir cuatro cabezas.
 
—¿Cómo es...?¿Qué hiciste para... ? —Luke ni siquiera puede completar oraciones—. ¿Cuándo...?
 
—¿Puedes terminar lo que quieres decir? Me comienzan a poner nervioso.
 
—Es que... ella... es Venus. —Christian logra más que el primero, pero no hay una gran diferencia.
 
—¿Y qué hay de interesante en eso?
 
—Que... Es la hora de su siesta.
 
—¿Qué clase de perro tiene un horario para la siesta?
 
—Venus Miller Fox. —Una cantarina voz femenina inunda el lugar—. Siento la demora, pero mis padres olvidaron algo importante y... ¿Qué demonios...? ¿Cómo lo...?
 
«¿Ella también?»
 
—No es justo, ¿por qué él si puede usar el sofá cuando la princesa está en su trono y yo no? —se queja Chris.
 
—¿Y yo qué sé? Es la primera vez que lo veo, solo me deja a mí.
 
Samuel es el único que se digna a explicarme lo que pasa aquí mientras ojea la biblioteca. Resulta que Venus es tratada como una diosa aquí, tiene su propio itinerario que incluye desayuno y cena, paseo, ejercicio, y siesta. Cuando ella esté realizando sus actividades, no se la puede molestar. Luke y su trasero ya tuvieron varias malas experiencias por medir su paciencia.
 
—¿Este es nuevo pequeña Madi? —pregunta tomando un libro.
 
—Todo tuyo, pero cuídalo que todavía no lo empiezo. —El anterior hace un gesto militar bastante gracioso—. ¿Empezamos? —Toma una libreta y se sienta en el mismo sillón que yo, con la perra entre nosotros—. Estuve viendo varias imágenes en Internet y... estamos jodidos.
 
Pasamos las próximas cinco horas avanzando con los clavos, y la madera. Luego de mucha sangre, sudor y lágrimas
—especialmente la primera y última—, logramos clavar todo en su lugar. Solo falta la parte más difícil que es armar la figura con los hilos.
 
—Chicos, está lista la cena... —La señora Rossi nos atrapa en una posición bastante inusual. Madison y Samuel están encima de Chris y Luke evitando que jueguen a los dardos con los materiales, y yo estoy intentando quitarle el hilo de las patas a Venus—. No quiero saber qué están haciendo, pero bajen y luego siguen. —Observa a la anfitriona—. Sono un bel gruppo, sei molto fortunato tesoro.  E il nuovo ragazzo è bello.

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