Capítulo 31: 《Regresa el sufrimiento y la depresión.》

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En serio, ¿Qué ocurría?
*****: ¿Ella es la tía que hizo todo eso?
Rubius: Desafortunadamente... Si. -Suspiro con un nudo en la garganta-.
Ana: Que triste saber que conocí a alguien así, a alguien que yo pensaba que era tímida; pero una gran chica y tan buena gente que te "veías". -Me miro decepcionada-.
_____: ¿De que hablan? -Los miré extrañada-.
Mangel: Lo que mandaste a todos. Hipócrita.
____: Sigo sin entender... Y, no me llames hipócrita. -Ahora yo tenía el nudo en la garganta-.
Rubius: Le enviaste a todos mensajes muy hijos de puta. A Laura le dijiste que se alejara de mi y que la odiabas, le dijiste cosas muy malas.
También a Ana, Mangel y a mi. Espero que Alexby no cuente porque ya sería el colmo. -Dijo con un tono bastante molesto-. Te di mi confianza, te dimos la confianza. Fuimos buenos contigo y te aceptamos pensando en que eras una chica increíble. Tan solo nos engañaste a todos.
Ana: Es... Es mejor que te vayas. Que te vayas de aquí. Y se que yo no decido nada, pero creo que es lo mejor y si lo haces nadie tendrá problemas. Por cierto, no expliques nada. Sabemos la clase de persona que eres. No digas absolutamente nada.
Laura: Yo creo que ella tiene razón... Arruinaste la mayor parte de las cosas. Y... -Se volvió a echar a llorar-.
*****: Que bueno que no te llegue a conocer. -Dijo fríamente-.
Rubius: Calla Panda. No digas nada, si no quieres ser crticado por gente así.
Panda: Vale. -Sonrió-.
_____: No sé de que hablan. Yo no he mandado nada. Pero, si es que no quieren explicaciones, vale... Se que nadie me escuchará.
Mangel: Deja de hacerte la víctima. No te hagas la sufrida y lárgate. Ya. Vete.
Derrepente sentí mi mundo destruirse. Sentí que a las personas que realmente quería me daban en la cara con un martillo. Salí corriendo y camine lo más lejos que pudiera de ahí. Yo jamás había hecho eso. ¿Por qué lo haría? Odio a Laura pero no le diría nada por miedo. A no ser... Ella envió los mensajes. O no... No lo sé. Porque también la insultaron a ella. ¡MIERDA! Ya no sé nada. Me harte. Estoy confundida. Estoy jodidamente confundida. Tan solo recuerdo las palabras que cada uno me dijo. Las lágrimas caían y no paraban. El dolor psicológico era intenso. Las ansias de cortarme aparecían cada vez más. Pedí un taxi y le dije con dificultad mi dirección. Llegamos y seguí llorando. En todo el camino lloré, pero ahora era más el dolor. Al entrar a la casa, encontre a mi padre viéndome sorprendido de que me había salido sin su permiso.
Jorge: ¿Qué mierda hacías afuera?
_____: Nada. -Dije con trabajo-.
Jorge: Te fuiste de puta seguramente. ¿Crees que porque a veces no estoy no me doy cuenta de las gilipolleces que haces? -Se levanto del sillón y me dio una cachetada-.
_____: Tan solo salí a hacer unas cosas. No he hecho nada malo. -Toque mi cara, ardía mucho-.
Jorge: Igual de estúpida que tú madre. -Gritó-.
______: ¡Déjame! Por favor. -chille-.
Lentamente fue sacando su cinturón y me empezo a dar fuertes golpes en las piernas. Vi como una de mis piernas se dormía. No la sentía ni la podía mover mucho. Limpie mis lágrimas y sentía que me ahogaba.
Jorge: Me largo de aquí. En un rato regreso, odio mirarte. Odio tú presencia. Te odio. -Salió de la casa con un fuerte azoton-.
Apenas si podía subir las escaleras. Cuando al fin llegue a mi habitación, me recoste en mi cama, tome la navaja que estaba en mi cajón. La más grande tomé, y comencé a hacer los cortes más grandes. Me recoste y seguí llorando. El dolor en mis piernas paro un poco, aproveche para ir al salón donde mi padre dejaba todas sus botellas de cerveza o vino. Abrí una y la empecé a beber toda, tomé otra y la lleve a mi habitación. Después un cigarrillo y unas cuantas horas ya me sentía muy mareada. El humo se esparcio en mi cuarto y tuve que abrir rápidamente la ventana. No me sentía satisfecha con los cortes, el alcohol ni los cigarrillos. Quería algo más. Necesitaba algo más.
Las frases que siempre me repetían en el colegio aparecieron en mi mente, una por una.
Gorda.
Asquerosa.
Puta.
Mierda de chica.
Suicida.
Suicida del asco.
Matate zorra.
No sirves.
Das risa.
Es mejor que te mueras.
Eres horrible.
Nadie te quiere.
Sufre como la perra que siempre serás.
Falsa.
Mentirosa.
Hipócrita.
Eres una basura.
No necesitas de nadie porque tú no eres nadie.
Ya no podía, ya no podía. Iba a explotar. Otras frases aparecían en mi cabeza, al igual que la muerte de mi tía, los golpes en el colegio, las burlas, el maltrato en mi casa, lo asquerosa que ha sido mi madre y mi padre borracho siempre. Todo aparecía en segundos. Todo lo que ha pasado a lo largo de mi perra y asquerosa vida.
Me miré al espejo, vi mis ojos rojos y tristes. Mis piernas moradas, mis brazos cortados con un poco de sangre escurrir y la marca de la cachetada que me había dado mi padre. Mire mi cuerpo, me dirigí al baño relajadamente y vomite lo que comí esta semana. Me sentí mareada y me sentía pesada. Mi cuerpo no se podía mover. Caí y trate de levantarme pero no pude. Gemi por el dolor que sentía. Al volver a intentar pararme, lo logré.
Recordé a Rubius, decirme que siempre estaría para mi. Pero ya no lo tenía, me había enamorado de él y lo perdí; a causa de algo que yo no hice. Lo amaba, pero tenía que olvidarme de él. De Ana, mi primera mejor amiga, de uno de mis primeros amigos: Mangel. Y olvidarme de Bgames. Olvidarme de ellos y lo que viví junto a ellos.
Aún recuerdo cuando Daniela me dijo que siempre sería una simple suicida. Reí, di una fuerte carcajada. ¡Eso era tan cierto! ¡Suicida por siempre que emoción! -Repetí una y otra vez- Hasta callar. Recuerdo cuando me dejo un moreton en el ojo. O cuando en el primer año me encerró en los baños y me pateo hasta que sacará sangre de la boca. Recuerdo que me dijo que le dijera gracias, porque me había hecho el favor de quitarme algo de grasa. Puta. Tenía razón.
Me levante para pesarme. Al poner los pies en la báscula marcó que mi masa corporal, era 40.
Asquerosa gorda. Gracias.
Me volví a recostar y lloré. Perdí a todo lo que amaba y quería, lo que me hacía sentirme bien en esta miserable vida. Lo perdí todo. Pero eso es porque no merezco nada.
Quiero morirme. Morir. Morir y morir y morir.
Morir. ¿Eso quieres?
Lo deseo con ansias.
Lo estas consiguiendo. Te estás matando lentamente. Sigue así.
Desaparecer. Eso haré.
Cerré mis ojos y me quedé dormida. Desearía no amanecer.
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La Suicida. [Rubius y tú]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora