XII

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La navidad siempre es lo más esperado, Mikoto sabe que le queda poco tiempo antes de que sus padres se den cuenta de que ya no cree en Santa Claous porque ya tiene trece, así que hace la mejor carta posible para que ellos se convenzan de que su inocencia siga latente, lo que pide es simple; quiere una consola de videojuegos, Mikoto es un niño simple que no siempre pide muchas cosas, pero como es su último año pide algo más; ropa, si, ropa de marca, y es que Mikoto no solo pide un conjunto, es un niño que pide montones de ropa que quizás sus padres se pregunten por qué si él ya tiene, y no muy barata, por qué el mayor tiene pensado varias cosas. Ha ahorrado dinero, realmente lo ha hecho y compra regalos caros, no para sus padres, sus padres ni siquiera tienen en cuenta que él haya comprado regalos para navidad, Mikoto los ha comprado para Minato y sus dos amigas que han empezado a incluirlo despues de tanto rechazo, es navidad, lo importante es repartir obsequios que se hicieron con todo el esfuerzo del mundo.

Mientras espera que oscurezca recuerda la plática que tuvo con Minato días antes, aquella donde le pidió que hiciera una carta para el hombre barbudo que traía regalos, claro que Minato ya no cree en él, de hecho nunca lo hizo pero Mikoto como todos los años le pedía que hiciera una carta para incluirla en la suya, de ahí salían los montones de ropa en ese año, quería consentir a Minato en la última navidad con Santa.

A Mikoto no le gustan las galletas de jengibre, sabe que son famosas y navideñas pero las detesta, simplemente su sabor no deja de convencerlo, aun así su madre siempre se pone a cocinarlas con la ayuda de las mucamas, no importa cuánto le diga que no quiere comerlas, no importa cuánto le diga que ni siquiera santa quiere comerlas, ella siempre las hace todos los años y las mucamas terminan llevándoselas frías y correosas a sus casas. Ni siquiera a Minato le gustan.

Su padre casi no está en casa, pero siempre llega en noche buena, justo antes de cenar y Mikoto se lo agradece porque si no sería escuchar un quejar eterno de su madre hablando por teléfono con su abuela, prefiere que todo sea tranquilo. Esa navidad la pasan en familia, no hay fiesta ni nada parecido, solo una cena tranquila esperando a que sea media noche.

Revuelve su cena sin muchas ganas de comer, realmente esta aburrido porque nadie habla, sus padres de vez en cuando sueltan algunas palabras para despues ignorar y seguir comiendo, es cuando una mucama se acerca que los tres elevan la vista.

-Señores Chinoike, es una llamada.- La empleada tiene en sus manos el teléfono, su madre está a punto de tomarlo cuando la mujer sigue hablando. -Para el joven Mikoto.

Incluso Mikoto está sorprendido, sus padres dejan que se levante de la mesa para que conteste a la llamada, se aleja dirigiéndose a la sala y pone el teléfono en su oreja aun curioso.

-¿Hola?- pregunta esperando respuesta, del otro lado se escucha un suspiro.

-Feliz navidad, Mikoto.

La sonrisa del mayor aparece, es tan amplia que incluso quiere reír, es la primera vez que Minato le habla, incluso cuando le dio el número de su casa hace dos años el menor jamás habló.

-Feliz navidad.- Le dice con todo el cariño del mundo. -¿Dónde estas?- le pregunta porque si bien recuerda Minato no tiene teléfono en casa.

-No te importa.- Responde. Mikoto mira por la ventana solo para asegurarse de que está helando afuera, la temperatura es muy baja y el viento solo lo empeora. -Estoy bien.

-¿estás seguro?- Mikoto coloca una mano en la ventana y la retira de inmediato, hace demasiado frio. -Si estas fuera...

-¡Estoy tratando de hacer algo lindo por ti!- le grita haciéndolo callar, el suspiro es bastante claro. -Estoy bien, no me arriesgaría a salir al frio solo por ti. Deja de ser tan exagerado. Estoy en casa.

Mikoto se queda callado un momento tratando de convencerse a si mismo. Suspira y abre la ventana dejando que el frio entre, sus padres siguen cenando, se pone su abrigo y toma otro para cubrirse mejor, quiere sentir lo que Minato para saber si él lo aguantara.

-¿Sabes? Estoy bajo un muérdago- Le dice con voz calmada, escucha el quejido de Minato. -Deberías mandarme un beso- a pesar de que no lo puede ver sabe que Minato ha hecho una mueca, lo conoce y sonríe, espera respuesta, se acerca a la ventana para treparse y sentárse en ella.

-No te mandare un beso.

-Entonces cuéntame un deseo, uno lindo para que cuente. Me quedare callado para escucharte. Desde ahora mis labios están sellados.

Minato suspira y comienza;

"Deseo que sigas teniendo tanta paciencia conmigo, que no dejes de venir a buscarme, ...deseo que..."

Pierde parte del monologo, por eso debe ser rápido, porque quiere escucharlo todo, porque no quiere que los deseos de Minato sean olvidados por la línea telefónica. "Quiero que seas tan feliz como tú me haces feliz... Deseo algún día poder regresarte todo lo que has hecho por mí... Y.."

-Yo deseo que no me vuelvas a mentir.

Mikoto respira agitado, ha corrido bastante rápido a pesar de que la distancia no es muy larga, la luz de farol pedestal los alumbra en la obscuridad, es el único teléfono público que conocen Minato y Mikoto. El menor cuelga con tranquilidad, sin girarse a ver al mayor, su ropa nunca ha sido la mejor, casi no tiene abrigos y Mikoto lo sabe. El viento sopla demasiado frio. Por fin Mikoto se acerca y el menor se gira a encararlo con la cabeza en alto, quizá pensó que estaba allí para regañarlo, pero recibe la bufanda y el abrigo del mayor, no hay palabras, solo el aullido congelado.

Es la navidad de sus trece años en la que escapa de casa por un momento, no es una travesía, solo un pequeño recorrido que hace para encontrarse con su pequeño omega. Es la primera navidad donde Minato Uchiha lo abraza por cuenta propia, como un regalo navideño o quizás de agradecimiento.

- Feliz navidad, Minato - susurra lleno de felicidad

No quiere soltarlo

Lifelong Love  [MikoMina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora