Doceavo Acto

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Hay cajas por todo el departamento y más espacio del que hubo en un principio, la ropa ya esta guardada y apenas un árbol adorna la triste sala iluminada escasamente por algunas velas.

Mudarse nunca ha sido del todo fácil, tienen más cosas de las que se imaginaban y clasificarlas todas fue un reto donde tuvieron que decidir que desechar y que quedarse.

Los muebles, por fortuna o no, no son suyos, pero al mover todo de un lado a otro prefirieron apartarlos y con el permiso del dueño dejarlos arrinconados en una esquina del departamento.

Hace frio y ellos deben dormir en el suelo mientras que el árbol de navidad es lo único que le da un sentido festivo y hogareño.

Mikoto solía pasar sus navidades en alguna fiesta o con su familia, a veces o casi todas las navidades con Minato, pero en esos últimos años ha estado con Ariel, ahora duda que su pareja se quede, quiere pasar aquella noche familiar con sus los suyos, Mikoto no puede detenerlo, prefiere que los vea antes de mudarse a un lugar más alejado.

Suspira cuando se encuentra completamente solo frente al gran árbol que brilla de colores, hace aún más frio en el departamento.

Tararea una canciones navideñas para ignorar el silencio del lugar una tras otra, checa por décima vez su celular y le dice
a sus pocos amigos lo aburrido que es esa fecha cuando no se tiene nada que hacer, se siente incluso deprimente, más que otros días en los que pasó noches solo.

Alguien toca su puerta y decide que no va a abrir, no puede ser Ariel porque acaba de enviarle una fotografía de él con su familia.

Los suaves golpes no cesan, y aunque no son desesperados Mikoto sabe que no se irán pronto, porque son tan pacientes que le demuestran que hay
tiempo.

Se pone de pie y camina con pesadez hasta la puerta abriéndola sin siquiera molestarse en ver quién es.

Hay un muérdago sobre su cabeza, y quien lo alza tiene un rostro tierno y angelical, reconoce la fragancia a vainilla, el aroma lo golpea y le trae miles de recuerdos.

Se miran cara a cara quizás esperando a saludar o simplemente nada, porque al menos Mikoto tiene la mente en blanco, se maldice por eso, y se pregunta si el muérdago sostenido sobre ellos tiene algún tipo de hechizo que lo hace actuar.

Abraza con fuerza a quien esta frente suyo y siente que lo ha hecho hace poco pero a la vez lo extraña como si fueran años, ese es el efecto que le provoca Minato en su sistema.

Detesta al muérdago.

Despues de tres años vuelve a besar a su lindo chico convertido en un hombre, un omega al que ama y que guarda un rostro lindo incluso despues de madurar, aunque si bien Mikoto no podría decirlo con sinceridad porque para él Minato aun guarda algo de inocencia sin importar cuantos años pasen.

Manda al demonio todo lo que lo detuvo en un principio, en ese momento solo quiere estar con Minato, desea abrazarlo y hundirse en él.

Es el menor quien da un primer paso al interior del departamento, es su lindo chico quien lo recuesta sobre el suelo sin separar sus labios, ahora es Minato quien decide lo que se hará esa noche, y Mikoto lo acepta, quizás porque estaba solo y necesitado, porque Ariel no le ponía la suficiente atención, por sentirse deseado o por ser su destino quien lo busca, enciende de nuevo una chispa que quiso apagar.

En realidad es porque Minato le pertenece, se pertenecen, puede sentirlo y lo acepta ahora, no puede negarse por ello, porque hizo algo hace años que le prohibió alejarse.

Volver a escuchar murmullos inentendibles de Minato, ver de nuevo su rostro y poder besarlo es lo que le deja claro a Mikoto que no puede deshacerse de él, seria irresponsable hacerlo y se pregunta cuantas veces se tiene que repetir la historia para que lo tenga claro, porque ya ha ocurrido una vez, y el hecho
de que regrese significa que no aprendió en ese momento.

Esa noche Mikoto decide escuchar la voz de su interior e intenta marcar a su omega, a la persona que ama, pero Minato se lo impide, lo comprende, Mikoto quizá se alejaría otra vez si pudiera y lo lastimaría, pero el menor lo volvería a encontrar y todo se repetiría, pero honestamente, cuando Mikoto está centrado en escuchar los gemidos de Minato alejarse es solo un mal chiste.

En un momento de la noche cayó rendido, el sueño y el cansancio se apoderaron de él y no se resistió a dormir, solo lo hizo aferrandose al cuerpo del menor, asegurándose de que ahí estaría al despertar y, a pesar de que abrazó a Minato toda la noche...

Cuando despertó, estaba solo.

Recibe un golpe bajo entendiendo el sentimiento que invadió a Minato cuando lo abandonó.

Lleva sus manos al rostro buscando despabilarse y siente un tacto frio, aparta su mano y sonríe por reflejo.

En su dedo encuentra de regreso el anillo que Minato le había regalado hacia tiempo.

Lifelong Love  [MikoMina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora