XIX

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La noche de navidad en ese año es diferente, ahora hay un bebé llorando y su madre estresánda por eso, su padre no llegó ese día y las mucamas están de un lado a otro ayudando a la señora gritona que sostiene al lloroso hermano de Mikoto, otro pequeño alfa y por eso no le extrañaba que fuera tan enérgico. La cena se queda sobre la mesa, ni su padre ni su madre están sentados pero él, como consuelo se ocupa del lugar vacío de su padre y toma los cubiertos observando su plato, ya no es un niño, tiene 14 y se siente de 7 por una curiosa razón, observa a la dama que está de pie y lo mira con pena preguntando en silencio si los señores de la casa llegarán pronto para empezar a servir la comida, niega y suspira desaprobando a sus padres. El árbol de navidad está lleno de regalos para él y su hermano, pero no para su madre o padre, ellos seguramente están odiándose esa noche.

Termina de cenar y husmea en la sala de estar, apenas se asoma cuando ve a su madre dormida y a la mucama con el bebé en brazos, le sonríe por cortesía y se pone su abrigo para poder ver la nieve caer. Se coloca los guantes y sale de la casa, de cualquier modo nadie se daría cuenta.

El aire es tan frio que congela sus mejillas, las hace arder pero incluso se atreve a decir que es más cálido que el ambiente familiar en casa, siente consuelo cuando observa un suave manto blanco sobre el césped y el pavimento. Suspira dejando que su aliento salga de sus labios en forma de vapor, la noche se siente bien, él se siente bien mientras parpadea lento observando el oscuro cielo. Cierra los ojos y deja que los segundos pasen, los abre porque siente que alguien se ha acercado, siente el calor corporal de esa persona y la sombra, no es alguien alto. Abre los ojos y lo primero que ve es el muérdago sostenido por una delgada mano. Sonríe.

Se me congela la mano.- se queja el portador del muérdago y Mikoto lo encara. -Hazlo rápido antes de que me arrepienta.

Puede percibir un tono rojizo en las mejillas de Minato, si hace mención de eso seguro el menor se excusara diciendo que es por el frio, porque Minato no va muy bien abrigado, sus manos están descubiertas y apenas lleva una bufanda que Mikoto le regalo hace tiempo. Alza sus manos hasta acunar el rostro de su pequeño omega, sus guantes tal vez calienten un poco más sus mejillas.

-¿Hacer qué?, -pregunta con falsa inocencia, Mikoto sabe perfectamente lo que tiene que hacer, pero quiere que el menor lo diga, que salga de sus bonitos labios.

—No seas idiota...— Dice Minato más apenado que molesto. —Cuando las personas discuten... el muérdago es para solucionar problemas, cuando... es... — Minato suspira con impotencia y toma aire sin bajar el muérdago, Mikoto sabe que su mano debe de estar congelándose. — Cuando la pareja se besa bajo el muérdago significa que ya se han reconciliado.

Mikoto sonríe, porque paso ocho meses sin Minato y ahora entiende que si le hacía falta, entiende que lo extraño, que no podría dejarlo de nuevo, entiende todo el tiempo que perdió por una estúpida discusión. El muérdago no era tan estúpido despues de todo, Minato lo demostraba intentando hacer su buen uso. Por fin se acerca y lo besa, siente aquel beso como si fuera el primero, despues de tanto obtiene esa misma sensación que no logra describir ahora, se siente feliz, emocionado y curiosamente nostálgico. El muérdago cae en su cabeza y hace que aquello termine, Mikoto ríe tomándo el muérdago en una mano.

—Habías dicho que era estúpido.

—Lo es, por eso sirve contigo...

Mikoto no se queja, toma las manos heladas del menor y trata de calentarlas entre las suyas, les da calor pero opta por abrir su gran abrigo de invierno y meterlo dentro junto con el, lo abraza, Minato no se queja, quizá por qué ya no puede soportar el frío o por qué no hay nadie cerca esa fría noche.

Al tenerlo tan cerca Mikoto se aventura y vuelve a reclamar los labios del menor, al no tener objeción continúa intentando algo nuevo, empuja su lengua en la pequeña abertura que se formó por la sorpresa, tarda un poco pero por fin recibe respuesta, Minato imita la acción del mayor quien juega algo torpe con su lengua por la inexperiencia, la inexperiencia de ambos, pero mikoto disfruta esa nueva experiencia hasta que el oxígeno termina y tienen que separarse.

Ambos están un poco agitados, Minato intenta esconder su vergüenza en el pecho del mayor y Mikoto puede reconocer el sonrojo en su pequeño, aún con la escasa luz y por eso sonríe y lo abraza con gran cariño undiendo su nariz en la curvatura del cuello del menor aspirando su esencia, podía sentir que cambiaba, antes olía a leche con fresas, como un cachorro; pero ahora podía distinguir un aroma extra, era dulce, un aroma aún no definido, uno que no podría describir con exactitud, pero decidió que ese sería su nuevo aroma favorito.

—¿Entonces... ya estamos reconciliados?

Minato no responde, pero Mikoto sabe la respuesta; ya no hay una brecha entre ellos, dejaron el problema atrás, sellaron aquella parte de su relación con el muérdago.

Con el estúpido muérdago.

Lifelong Love  [MikoMina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora