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Hikari no pego un ojo en todo el fin de semana.
Era como si su mente reviviera una y otra vez la escena donde perdían terriblemente ante sus oponentes. Y aunque no quería que eso la consumiera, no podía evitar necesitar una revancha. Un partido en donde pudiera demostrar que todo lo que practico y aprendió durante sus años jugando. Uno que hiciera valer ese dichoso pase que tenia y demostrar que el Karasuno podía.
La derrota ante el Aoba no solo logro que se entristeciera o enojara. De cierta manera también termino por motivarla. Sakurada no solo entrenaba todas las tardes junto a Kageyama en el patio trasero, también salía a correr como jamás en su vida pensó hacer, miraba los partidos grabados de su hermano y una de sus libretas era utilizada para anotar todas las jugadas que pudieran servirle en un futuro. En especial las de cierto jugador que vio en las nacionales. Sus videos no eran muy largos y la pose en la que se colocaban tampoco eran tan nítidas.
Pero eso era suficiente para ella.
—Sakurada—alguien la llamo —Vuelve al mundo.
Hikari no le dio importancia a la bola de papel que cayo en su escritorio, sabiendo que solo se trataba de Tsukishima y sus ganas de que volviera a la clase. Luego de todo lo que atravesaron ese ultimo mes ambos se habían hecho mas cercanos de lo normal, y eso todo el mundo podía verlo. Y para ella, de cierta manera, eso era como un apoyo que normalmente no tenia. Porque esa era la primera vez que podía usar la palabra amigos sin que sonara forzada.
—Hikari-
El rubio intento una vez mas, pero la concentración de la chica estaba clavada en otra cosa. Sus ojos iban de un lado a otro por la pantalla de su celular, intentando anotar cada parte buena de los movimientos que veía de ese chico. Desde sus colocaciones hasta sus saques casi igual de monstruosos que los de ella.
—Es hora de irnos-
La adolescente finalmente se rindió, guardando su teléfono en el bolsillo de su bolso y dejando que el rubio la guiara en dirección al patio donde los demás esperaban por ellos. Yamaguchi los alcanzo al instante, notando como su amigo casi que debía arrastrar a la chica para que al fin se moviera con ellos. Pero no recrimino nada, y camino en silencio junto a ellos, sabiendo bien que su estado no estaba mucho mejor.
—Ellos también están aquí-
El peliverde dijo cuando diviso a Tobio y Hinata en el centro del gimnasio, igual de desolados que ellos. Pero entre los cinco alumnos de primer año todavía se notaba como encontraron ese espíritu competitivo en medio del caos. Tal vez por eso se agruparon en la entrada del gimnasio principal para continuar con sus prácticas y lograr lo que no hicieron en el último colegial.
Ya no era por ellos solos. Era por todo el equipo. Por aquellos que se iban al finalizar ese año, por su manager que siempre los apoyo, y también por el entrenador junto a su maestro. Por todo un grupo que confiaba en que ellos dieran todo de si hasta el final.
