Capítulo 11, episodio 5: resolución

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Escondidos entre los árboles del bosque que rodeaban la zona de la batalla de los tres líderes de los Guerreros del Olimpo, los tres soldados que habían sido mandados allí habían observado buena parte de la lucha.

—Ha sido una batalla intensa —dijo uno de los soldados que había observado la batalla con unos prismáticos.

—No es normal que los Guerreros del Olimpo se enfrenten entre ellos y por si fuera poco, están revelando sus rostros los unos a los otros —comentó el segundo soldado.

—Vamos a por ellos. Seguro que planean algo y si les arrestamos, el presidente Adrian no podría ascender —dijo el tercer soldado, cogiendo su arma e intentando salir de su escondite.

— ¿Estás loco? Aunque estuvieran planeando algo no durarías ni dos segundos frente a ellos. Recuerda que ellos tres son los más poderosos entre los Guerreros del Olimpo en activo y ya ha has visto lo que son capaces de hacer —le contestó el segundo soldado, tirando hacia atrás del que intentaba salir.

—Nuestras órdenes han sido ser meros observadores y ya hemos cumplido con nuestra misión. Volvamos a informar —dijo el soldado de los prismáticos después de guardárselos.

Aunque el soldado que quería arrestar a Alfa, Beta y Gamma era reacio a la idea de volver, al final no le quedó más remedio que hacer caso a sus dos compañeros y regresar a la sede de la corporación Olympus.

Ajenos a los observadores que habían tenido, Gamma y Beta intentaban despertar a Alfa. Por fin, después de varios intentos y de interminables minutos, Alfa empezó a abrir los ojos.

— ¡Por fin abres los ojos! —exclamó Beta, sentándose sobre sus piernas para dejar que Alfa se levantase.

—... ¿Beta?... ¿Sarah?

Alfa murmuró los nombres de su hermana tras sentarse en el suelo de la ladera, completamente desubicado, tal y como le pasó a Beta después de su batalla contra Gamma y Omega.

—Sí, soy yo —le contestó Beta, retirando el casco de su armadura para que Alfa pudiera ver su rostro.

—Buenos días, dormilón —dijo Gamma poniendo una mano sobre el hombro de Alfa.

—Guy...

—Sí, ese soy yo. El futuro marido de Beta y tu futuro cuñado.

Alfa se levantó del suelo y le puso la mano derecha sobre la cabeza a Gamma, aprovechando la diferencia de tamaño entre ellos. Lo que parecía un saludo en un principio cambió cuando Alfa empezó a apretar la cabeza de Gamma con su mano.

—Creo que todavía tenemos que discutir lo último que has dicho.

— ¿Alfa...? ¿James? Me estás haciendo daño, además tengo una herida en la cara que me duele. ¿Me estás escuchando? ¿Hola? Esto va a terminar una gran jaqueca para mí.

—Pensaba que estabas en las islas Feroe. ¿Cuándo has vuelto?

—Hace tres meses. Has estado en una especie de trance durante este tiempo.

— ¿Tres meses? Es imposible que haya pasado tanto tiempo.

—James, por favor, si sueltas a Guy ya te lo explicaremos —le pidió Sarah a su hermano.

Después de soltar a Guy, él y Sarah le contaron lo que había pasado y su teoría de lo que les había pasado a ellos. Durante el relato, James prestó mucha atención y al mismo tiempo intentaba recordar lo sucedido aquel día en el despacho del presidente Adrian.

—Interesante. Así que Sarah y yo de verdad hemos pasado por un trance de tres meses. ¿Y decís que no parecíamos nosotros? ¿Qué éramos, alguna clase de marionetas?

—Si lo quieres ver así.

—En cualquier caso, ¿recuerdas la razón por la que el presidente Adrian nos llamó aquel día a su despacho? —preguntó Sarah.

—Creo que era para discutir un ataque a la sede de la FALE. Al llegar allí me dijo que teníamos que esperarte porque ibas a participar también y tras eso, lo último que recuerdo es un pinchazo en el cuello, justo debajo de la cabeza.

James se señaló el punto donde notó el pinchazo mientras Sarah y Guy se miraron el uno al otro.

—Así que el pinchazo es el posible causante del trance. ¿No recuerdas nada más? —siguió Guy.

—Después de notarlo, la cabeza me empezó a dar vueltas y la vista se me nubló. No recuerdo nada más, salvo algunas cosas sueltas. No estoy seguro de que esas partes sean verdaderas —contestó James.

—Es lo mismo que yo te conté, Guy. Visión nublada, recuerdo inconexos... Ahora ya sabemos que el presidente Adrian nos hizo algo —concluyó Sarah.

—Y una última cosa: ¿viste la sombra de alguien más en el despacho junto al presidente después del pinchazo?

— ¿Una sombra? —James se rascó la barbilla, pensando en ello—. No. No vi ninguna.

—Así que James no vio a nadie más, pero Sarah sí... —murmuró Guy, pensativo.

— ¿Y no podría haber sido una alucinación por el pinchazo ese? —le preguntó James a su hermana.

—Podría ser, no estoy segura. Pero vi como hablaban. No sé qué dijeron, pero el presidente Adrian sonrió después —le contestó Sarah.

—Eso significa que había alguien más con nosotros tres en el despacho y que esa persona misteriosa nos inyectó algo para usarnos como marionetas —concluyó James.

—Y no solo eso. También podemos estar seguros de que el presidente Adrian y esa persona acordaron todo eso de antemano —añadió Guy.

—No creo que podamos sacar nada más en claro aquí y ya va siendo hora de regresar. Hemos estado fuera demasiado tiempo, podríamos levantar sospechas —dijo Sarah antes de devolverle su módulo a su hermano—. Toma y ponte la armadura antes de volver y tú, Guy, tienes el visor roto, ¿vas a estar bien?

—Ya nos inventaremos algo de camino para explicar lo de mi visor y nuestra ausencia.

James activó su módulo para vestir su armadura con la poca energía que le quedaba y Beta y Gamma se pusieron sus cascos antes de regresar a la sede de la corporación Olympus. Al llegar, los tres Guerreros del Olimpo fueron recibidos por los soldados y por sus armas, aunque la situación se calmó cuando se dieron cuenta de quiénes eran.

Para despejar las posibles sospechas, Gamma improvisó una excusa sobre unos drones no identificados en el despacho del presidente, que ellos tres los habían descubierto y perseguido hasta dar con ellos para destruirlos.

Con una impresión positiva de su excusa, Alfa, Beta y Gamma se retiraron a seguir con sus quehaceres después de ordenar a los soldados que subieran a vigilar el despacho del presidente.

Beta y Alfa fueron a patrullar los terrenos de la sede para mantener la imagen de que todo iba bien. Gamma, por su parte, se dirigió una vez más a los bosques, hacia la cabaña que usaba para las comunicaciones con Alessio. «Es posible que tengamos que tomar medidas drásticas» pensó.

Al llegar a la cabaña, sacó el aparato de esa misma mañana y marcó un número de teléfono. Después de unos tonos de llamada, la voz de Alessio sonó al otro lado del altavoz.

"Que sorpresa, Gamma. No me esperaba una llamada tuya ahora. ¿Ha pasado algo?"

—Avisa a todos. Es probable que el presidente Adrian sepa todo lo relacionado con la identidad del topo.

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