Cap.7, parte e: Infiltración

1 0 0
                                    

Habían pasado dos días desde que Roy mintió sobre ir con Alessio a las montañas y en la ciudad de Shasuika iba a pasar algo que revelaría la verdad tras el viaje de Roy. El sol estaba a punto de ocultarse y una luz anaranjada bañaba las calles y las casas de la ciudad.

La mansión Fukugawa volvía a estar como el primer día después de todas las obras que tuvieron lugar tras los ataques de la corporación Olympus. Esa misma tarde una visita inesperada llegó la mansión.

Una de las doncellas abrió la puerta principal tras escuchar el timbre y como alguien llamaba. Al otro lado de entrada estaba la figura de un hombre de unos treinta años, de pelo y barba rubia, lo que impresionó a la doncella.

—Buenas tardes, mi nombre es Alessio Bosetti. Soy un conocido del señor Fukugawa.

—Ah, disculpe —dijo la doncella, saliendo de su asombro al escuchar las palabras de Alessio—. El señor Fukugawa no está en estos momentos en casa por motivos de trabajo.

—Para serle sincero, no venía a ver al señor Fukugawa. Venía a ver a la señorita Kazue Fukugawa.

—...Espere un momento, iré a avisar a la señorita. Por favor, pase.

Alessio entró en la mansión. Tras cerrar la puerta, la misma doncella le guio hasta uno de los salones de la planta baja. Allí, la doncella, le sirvió una taza de té antes de ir a buscar a Kazue. La espera de Alessio no se prolongó demasiado. Antes de poder dar dos sorbos seguidos al té, Kazue entró en el salón, con una mirada que bailaba entre asustada y nerviosa.

—Alessio, que sorpresa verte aquí. ¿Ha pasado algo?

Por alguna razón, la voz de Kazue sonó un ligero tono defensivo, como si esperase alguna mala noticia o como si no se fiase de Alessio del todo.

—No tienes que preocuparte. No estoy aquí por nada relacionado con tu padre ni con la FALE.

—De acuerdo —murmuró Kazue lo suficientemente alto como para que Alessio le escuchase. Tras eso, la chica se sentó en el sofá enfrente a Alessio.

—Estoy aquí por Roy.

— ¿Roy? Es verdad, me comentó algo de que se iría contigo a las montañas dos o tres días para entrenar o algo así.

—Así que esa es la mentira que te ha dicho. Me imaginaba que haría lo contrario de lo que le advertí.

— ¿Mentira? ¿Cómo que una mentira?

—Roy ha ido a Europa para enfrentarse a la corporación Olympus. Él solo.

— ¡¿Qué?!

Kazue se puso en pie casi de un salto al escuchar lo que Roy había hecho.

—Baja la voz, no queremos que alguien más sepa lo que pasa —dijo Alessio llevándose un dedo delante de sus labios antes de continuar—. Por suerte, llamé a unos contactos después de reunirme con él el otro día.

—¡Ese idiota! ¿Sabe lo que podría significar si le pillan allí? Ya no es solo que a él le pase algo, la corporación Olympus le podría sacar toda la información que quisiera antes de acabar con él.

—Desde luego esa es una posibilidad, pero como te estaba diciendo, pude hablar con unos contactos que tengo allí para que vigilasen a Roy si se le ocurría ir por allí.

— ¿Y cómo de fiables son esos contactos? La corporación podría estar planeando un nuevo ataque contra este lugar ahora mismo después de haber acabado con Roy. Tienen vía libre para lanzar un nuevo ataque.

Kazue se puso a caminar en círculos en el espacio que había entre el sofá en el que había estado sentada y la mesa baja que había en medio de ambos asientos. Al mismo tiempo que andaba, se mordía la uña del pulgar izquierdo.

—Te puedo asegurar tres cosas. La primera es que mis contacto son los más fiables dentro de la corporación. La segunda es que al presidente no le gustan las victorias fáciles, por lo que no lanzará un ataque ahora mismo aunque pudiera. Y la tercera es que Roy sigue vivo. Su módulo Omega me ha estado enviando sus constantes vitales todo este tiempo.

— ¿En serio? En ese caso me alegro, porque va a sufrir las consecuencias de haber mentido para poder ir a Europa él solo —Kazue se paró y dejó de morderse la uña al escuchar las palabras de Alessio.

—Una buena regañina le vendrá bien, eso es verdad. Por favor, te pido que me llames cuando regrese, a mí también me gustaría decirle algo por esta absurda temeridad.

Ya era noche cuando Alessio abandonó la mansión Fukugawa. Aceptó quedarse a cenar cuando Kazue le invitó como compensación por el enfado y la desconfianza que le había mostrado. Solo tenía que esperar a que Kazue le llamase para informarle del regreso de Roy.

De vuelta en Europa, en la sede de la corporación Olympus, un reguero de hojas esparcidas desde el gran montón que había servido de cama amortiguadora para la caída Omega, indicaba que alguien había salido de allí hacia los bosques que rodeaban las instalaciones de la corporación.

Después de deambular un poco perdido y desorientado por aquellos bosques, Omega logró encontrar la misma cueva que le sirvió de escondite el día que llegó. La parte positiva de perderse por esos bosques era que el largo camino que tomó hasta encontrar aquel lugar sirvió para despistar a posibles perseguidores de la corporación.

Una vez que estaba a salvo en su escondite, Omega desactivó su módulo para atender las posibles heridas que tuviera después de su fallido intento de derrotar al presidente de la corporación. Allí sentado, Roy pudo notar lo dolorido que estaba su cuerpo y al mismo tiempo, dio gracias por seguir con vida.

Sin perder mucho tiempo, Roy le echó un vistazo a su cuerpo. Por suerte los golpes de los drones y de los ataques de Delta y Theta no le habían dejado marcas. Su módulo hizo un gran trabajo protegiéndole. En cambio, su hombro sí que tenía peor aspecto, aunque por suerte no tenía ninguna herida, una vez más gracias a su módulo.

La zona en la que aquel objeto le golpeó estaba morada y muy dolorida. Roy estaba seguro de que no tenía el hombro roto porque podía moverlo, pero el ardiente dolor era una cosa casi insoportable. Aguantando el constante dolor, Roy se aplicó unos primeros auxilios y se vendó el hombro con la intención de moverlo lo menos posible.

A pesar de que su cuerpo le pedía que se tumbase allí a descansar, Roy recogió sus cosas y se marchó de aquel lugar entre los rayos anaranjados del atardecer. Lo único que quería era regresar a la mansión cuanto antes. El camino que le separaba de la ciudad en la que estaba el aeropuerto fue más largo de lo que el chico recordaba. Tal vez fue causa de las heridas y del cansancio, pero le pareció que el trayecto en taxi duró horas.

Una vez que Roy pudo subir al avión que le llevaría de regreso a Japón y cuando este ya volaba por el cielo nocturno de Europa, intentó dormir un poco para recuperar fuerzas, sin embargo, el constante dolor del hombro y las imágenes de sí mismo cayendo y siendo golpeado por aquel ardiente objeto le asaltaban cada vez que cerraba los párpados.

Después de unas largas trece horas de vuelo, Roy volvió a pisar suelo japonés. A pesar de que intentó dormir un poco en el taxi de camino a la mansión, no logró hacerlo y eso que su cansado cuerpo le pedía a gritos descansar. Parecía que Roy se había despejado por completo al tomar tierra.

Cuando quiso llegar a la mansión, ya era muy tarde, casi medio día, por lo que Roy decidió entrar por la puerta de servicio para evitar en todo lo posible el cruzarse con alguien. Era posible que la vergüenza de lo que había hecho le llevase a actuar así. Por suerte, no se encontró con nadie del servicio ni con Kazue.

Con paso lento y pesado, Roy subió los escalones de las escaleras hasta el segundo piso, en donde se dirigió hasta su habitación. Nada más cerrar la puerta se derrumbó sobre su cama, notando un pinchazo de dolor en el hombro por el impacto contra el colchón, pero no le importó. De forma definitiva, el sueño, el cansancio y el dolor obligaron a Roy a dormir, aunque no fuera por mucho tiempo. Al levantarse, se tendría que enfrentar a una Kazue muy enfadada.

OlympusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora