Capítulo 15, episodio 1: el espectáculo de la maga

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«Primer paso: desactivar todas las alarmas de las instalaciones de la corporación Olympus y anular la sala de vigilancia principal, dejando la auxiliar aislada y en funcionamiento. Persona designada: Pi»

La sala de vigilancia principal se encontraba en el primer sótano del edificio de la corporación. Allí llegaban todas las imágenes captadas por las cámaras repartidas en los terrenos e instalaciones. Estaba designada como un búnker en caso de ataque enemigo.

La sala de vigilancia auxiliar estaba apartada de cualquier otra instalación de la corporación. Se encontraba escondida y construida en una cueva artificial en la ladera de la montaña.

Pi había bajado al primer sótano de la corporación para iniciar su parte del plan. Por suerte, los Guerreros del Olimpo podían pasearse por aquella zona con total libertad, aunque resultaba raro que uno de ellos bajara allí.

Los soldados que trabajaban allí no dejaron de mirar las pantallas que tenían delante. Una treintena de pantallas dispuestas en varias filas mantenían sus ojos ocupados escrutando cada una de las localizaciones que mostraban. Solo el soldado encargado de aquel lugar se dignó a mirar a Pi cuando esta entró en la sala.

—Señorita Pi, disculpe por no haberla saludado antes. No nos dimos cuenta de que había entrado —Algunos de los que vigilaban las pantallas se giraron un segundo para ver quién había llegado.

—No te preocupes —le contestó la Guerrera del Olimpo, restando importancia al asunto—. Estaba aburrida con mi tiempo libre después de regresar de mi última misión y me estaba dando una vuelta. Creo que es la primera vez que entro en esta sala.

—No tenemos mucho que ofrecer, no os voy a mentir. Pero aún así, espero que disfrutéis de la visita —dijo el soldado antes de regresar a su puesto, una mesa con varios botones, otra pantalla y un teléfono.

Ninguno de los soldados le volvió a dirigir la palabra a Pi. En una de las pantallas se podía ver como uno de los coches de la corporación regresaba con varios soldados. Otra mostraba a los mecánicos arreglando varios instrumentos...

Intentando no llamar la atención Pi se acercó a la mesa del soldado que la había recibido mientras hacía girar su bastón entre los dedos de su mano. Poco a poco lo acercó hasta su chistera, a la cual golpeó con la punta. Una tenue luz azul iluminó el bastón.

—Creo que os voy a entretener un poco con mi magia. Os vendrá bien para relajaros.

—Se lo agradezco, señorita Pi. Pero nos vemos obligados a rechazar la oferta.

—No era una pregunta.

Pi apuntó al soldado y dejó que un rayo azul saliera de la punta del bastón hacia el centro de la frente del soldado. De forma inmediata, cayó al suelo con movimientos de convulsiones y sonidos de mareos. Al escuchar el golpe del encargado contra el suelo, los soldados más cercanos miraron a Pi y al ver lo que había pasado dejaron sus asientos y sacaron sus armas.

—¿Se puede saber qué has hecho? —preguntó otro de los soldados, haciendo que los más alejados se percatasen de lo ocurrido.

Caleidoscopio —respondió Pi manteniendo la calma—. No so preocupéis, está un poco mareado, eso es todo.

—¿Una Guerrero del Olimpo nos traiciona?

—¡Rápido avisad al presidente y activad el protocolo de ataque enemigo!

Uno de los soldados más cercanos a la mesa del encargado intentó llegar a la mesa de este para activar el protocolo, sin embargo, otro rayo azul de Pi le golpeó en la cara y le hizo caer al suelo.

—¡Tú mismo, activa el protocolo y llama al presidente! —el primer soldado que se había levantado al escuchar cómo caía el encargado señaló a uno de los que más lejos estaba de Pi—. ¡El resto vamos a por ella!

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