Capítulo 14, episodio 2: reunión nocturna

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A pesar de lo tarde que terminó la reunión terminó bastante tarde, Roy no podía dormir. No dejaba de dar vueltas a lo que iba a ocurrir en las próximas horas y cómo podría afectar al mundo. Para intentar despejar un poco la cabeza, salió al balcón que tenía la casa en la planta baja. La brisa de la montaña se sentía agradable en esa noche de verano.

Con la mirada perdida entre las hojas de las árboles que bailaban lentamente al son de la brisa, Roy no se percató que alguien más se había levantado y estaba con él allí fuera.

—¿Tomando el aire para poder dormir?

Roy dio un pequeño respingo al escuchar la voz que le sacó de sus pensamientos. Al darse la vuelta, vio a Leo.

—Sí, no podía pegar ojo pensando en lo que vamos a hacer.

—Es comprensible. En un par de días vamos a cambiar la historia otra vez, tanto si perdemos como si ganamos.

—Sigue hablando así y nos gafarás.

—Si fuera tan fácil gafar una misión, nadie podría hablar antes de realizarla —Leo soltó una risa antes de cambiar de tema—. ¿Cómo va tu hombro?

—¿Mi hombro?

—En el que te disparé —Leo hizo un gesto con la mano como si disparase un arma imaginaria—. El día que te tiraron de la terraza del presidente.

—¡Fuiste tú! —exclamó Roy en voz baja—. Gracias a ti tuve que dar muchas explicaciones al regresar a casa.

—Si no te hubiera disparado no estarías aquí. Tuviste suerte de que el servicio de limpieza dejara esas hojas allí para hacer compost.

—Encima querrás que te de las gracias —le contestó Roy algo molesto.

—Con que defiendas la mansión Fukugawa es más que suficiente.

—¿Qué quieres decir?

Leo sacó el colgante que siempre llevaba con él. Lo abrió y le enseñó a Roy su contenido.

—Este colgante me lo regaló mi padre el día que Lala y yo entremos en las instalaciones de entrenamiento de la corporación.

El colgante era un relicario en forma de escudo con dos fotos en su interior. En la primera había un hombre y una mujer con trajes de boda y en la segunda se podía ver a dos niñas y a un niño de unos cinco años, sonriendo y jugando.

—La foto de los niños me suena de algo.

—Somos mi hermana Lala, Kazue y yo. La foto debe de ser un par de años antes de que la corporación Olympus se hiciera con el control del mundo —explicó Leo—. Los de la otra foto son nuestros padres el día de su boda. No los vemos desde que entramos en la corporación, hace siete años.

—Siento oír eso.

—Cuando Alessio nos contó sobre esta operación, Lala y yo le dijimos que sí de forma inmediata. Ya hemos hecho demasiadas cosas en contra de nuestra voluntad para favorecer a la corporación —Leo se colgó el relicario del cuello una vez más.

—Me alegra que Kazue se acordase de vosotros. Ahora recuerdo dónde vi esa foto, la tiene ella en su habitación. ¿Cómo es que vuestros padres os dejaron en manos de la corporación?

—Eran dos empresarios de renombre en el tema energético en Inglaterra. El presidente... perdona, Adrian, quería tenerles bajo vigilancia ¿y qué mejor forma de hacerlo que teniendo a sus dos hijos como rehenes?

—Adrian sabe dónde apretar para que las cosas salgan como él quiere.

—Sí. Me gusta pensar que mis padres lo hicieron para protegernos y no por intereses internacionales.

—¿Y Kazue qué pinta con tu familia?

—Mis padres y el de Kazue acordaron un matrimonio entre los dos. Por eso nos conocimos de niños.

—¿Un matrimonio de conveniencia? ¿Eso sigue existiendo?

Leo soltó una silenciosa risotada.

—Sí, es tal como dices. Sé que Haruo Fukugawa era buen amigo de mi padre e imagínate qué hubiera pasado si Japón e Inglaterra hubieran compartido recursos y de ahí saltar al resto de Europa y de Asia, reduciendo fronteras. Pero, por desgracia, llegó Adrian y todo se fue al garete. Por supuesto, Kazue y yo somos libres de elegir de estar el uno con el otro.

—Por favor, llévate a Kazue. No admitimos devoluciones.

Aquel comentario hizo que Leo volviera a reírse, tapándose la boca para amortiguar el sonido. Roy también se rio.

—Todo eso es agua pasada, Kazue no se irá a ningún lado. Ya te he dicho que podemos elegir estar con quien queramos.

—Ya lo sé, estaba de broma. Pero, si te soy sincero, sería interesante a dónde nos llevaría una unión como esa. Quiero decir, peor que la corporación Olympus no lo haríais.

—Es posible que el señor Fukugawa se acuerde. Cuando todo esto acabe, me gustaría proponerle a Kazue que nos conozcamos mejor y que salga conmigo.

—Hasta donde yo sé, no tiene novio ahora mismo.

—Me alegra escuchar eso. Mira, Roy, hasta que pueda hablar con su padre, tú eres la persona más cercana a Kazue. ¿Me apoyarías con esta idea?

—¿Ahora quieres que sea tu testigo o algo así? Supongo que podría apoyarte, sí. Pero deberías de hablar con ella y con Haruo tan pronto como puedas.

Leo le tendió su mano a Roy y este se la estrechó. Ahora, además de proteger a Kazue mientras que todo el problema de la corporación durase, tenía que velar por el futuro de la relación entre Leo y Kazue.

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