«Segundo paso: inutilizar la armería de la corporación. Persona designada: Rho»
La entrada a la armería se encontraba junto al camino principal de los terrenos dela corporación, justo enfrente de la zona de los barracones en donde lo soldados entrenaban, dormían o pasaban sus horas libres. A pesar de ser esa la entrada principal, los soldados recogían sus armas desde una ventana que había instalada en el aparcamiento subterráneo, ahorrando así tiempo en la salida de las misiones.
El lugar estaba fuertemente custodiado, siendo una de las estancias más seguras de la corporación junto al despacho del presidente o la sala de vigilancia principal. Incluso los Guerreros del Olimpo tenían problemas para usar la entrada principal de la armería si no contaban con un permiso especial.
Cuando Rho llegó a la puerta de la armería, fue detenido por uno de los nuevos soldados robóticos de la corporación, de la misma serie que habían ido al fallido ataque a la mansión Fukugawa.
—Esto es una zona restringida —le dijo el soldado, alzando una mano—. Necesita un permiso especial del presidente para entrar.
—Ahora mismo te lo enseño.
Rho hizo un gesto como si buscase algo en su espalda.
El poder de su módulo le permitía materializar réplicas de armas funcionales después de haber escaneado los modelos originales. Este poder tenía un espacio limitado dentro de la memoria del módulo: un espacio cerrado en forma de cuadrícula. Cada arma ocupaba un determinado espacio de esa cuadrícula, establecido por su tamaño; cuanto más grande más espacio ocuparía y menos podría almacenar el módulo.
Rho sacó su mano de detrás suya con una pistola taser extensible, disparándola contra el cuello del soldado robótico. Apretando el gatillo, una descarga eléctrica recorrió el cuerpo del soldado, provocando una serie de cortocircuitos en su cuerpo. Una vez que Rho dejó de apretar el gatillo, el cuerpo del soldado robótico cayó hacia delante, aterrizando sobre el embarrado suelo .
Con el primer obstáculo fuera de juego, Rho volvió a disparar la pistola taser contra el cierre electrónico de la puerta. Con la puerta abierta, el Guerrero del Olimpo dejó caer el arma sobre el cuerpo del soldado.
—Una pena que no vayan a poder a revisar estos soldados robóticos. Son peores que los normales.
El taser se desvaneció pasados unos cinco segundos fuera del alcance de Rho. Con esfuerzo, logró arrastrar el cuerpo robótico hasta el interior de la primera estancia de la armería para evitar atención no deseada.
Dentro de aquel lugar había otras tres puertas. Como él era un caso especial por su módulo, el presidente Adrian le había entregado un permiso especial para poder entrar allí cuando quisiera y gracias a eso, sabía qué se escondía detrás de cada una de las puertas. La de la izquierda era un gran montacargas que llevaba a una sala subterránea que servía de almacén para las municiones de los tanques y fuerza aérea para ataques a gran escala. La central llevaba la sala donde se guardaban los trajes de todos los soldados. Y la de la derecha llevaba hasta la armería en sí misma, lugar en donde se reparaban y se distribuían las armas.
Cada una de las puertas estaba cerrada con el mismo tipo de cierre electrónico que la exterior. Acercándose primero a la de la izquierda, el Guerrero del Olimpo colocó un pequeño dispositivo circular sobre la cerradura e hizo lo mismo con la de la puerta central. Una vez colocados, presionó el centro de ambos dispositivos y un par de segundos después, tras un petardazo, ambas cerraduras emitieron una fina columna de humo.
Una cámara de seguridad situada cerca del techo vigilaba cada uno de los pasos de Rho. Sin embargo, nadie le prestaba atención, ya que en la sala de vigilancia estaban demasiados ocupados con Pi.
ESTÁS LEYENDO
Olympus
FantasyEl día en que la última gota de petróleo fue extraída marcó el comienzo de una gran crisis sin precedentes. Ahora, con la última bolsa de gas natural bajo el poder de la corporación Olympus, el mundo tiene que buscar formas de sobrevivir a la escase...