Capítulo 42 La seriedad nunca fué tu fuerte

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–levanta más la espada kara– gritaba antíope mientras le enseñaba a combatir, diana les había dicho que era probable que fueran hasta el árbol de la vida para que les proporcionara del arma de kara y así poder enfrentar a Astra, hasta ese momento le habían enseñado el combate con al menos cuatro de ellas –utiliza un poco de tu fuerza extra, no puede ser que no tengas fuerza para levantar siquiera la espada–

–es demasiado pesada– dijo ella levantándola con mucho pesar –¡diablos! – kara no estaba cansada simplemente quería sacar de sus casillas a la rígida mujer

–concéntrate kara, no me digas que los ejercicios que te ha puesto Alex no han rendido frutos– kara lo sentía, su cuerpo estaba cambiando, lo sentía a través de los ojos de lena que se quedaba embebida cada vez que se bañaban o la sentía tocándola por las noches cuando trataba de concentrarse para dormir, ya que diana no les había levantado el castigo hasta que kara concluyera sus entrenamientos si es así deberíamos de subir la intensidad de los entrenamientos

Kara no quería eso temía no poder siquiera tener tiempo para ella y para lena, La rubia cerro los ojos concentrándose en su novia, cada vez que la pensaba pasaba algo mágico dentro de sí misma, inhalo y exhalo el aire sintiendo cada partícula de oxígeno y nitrógeno entrar por sus pulmones, ahí estaba....

Antíope ataco reapareciendo al lado suyo con el filo de su espada demasiado cerca de su cuerpo, kara instintivamente subió su espada esperando encontrase con el impacto de ambos filos el cual no llego.... Pareciera que el tiempo acababa de detenerse, miro a su alrededor y todo parecía transcurrir en cámara lenta, sonrió para sí misma sabiendo que era lo que estaba ocurriendo, el tiempo no se había detenido, no era que antíope y todo su alrededor se movieran en cámara lenta, era kara que se movía demasiado rápido

Abusando por mucho de su nueva capacidad, movió la mano derecha de antíope lejos de su cuerpo para alejar lo más posible el filo de su espada mientras tomaba la izquierda para doblar tres dedos, colocando con mucha valentía el dedo índice y cordial dentro de las fosas nasales de la capitán de la armada de hadas

–jajajajaja– la rubia se carcajeaba mientras el hada trataba de atraparla para vengarse con sus propias manos de la vil jugarreta de aquella osada mestiza –ja ja ja ja–

–te voy a matar– gritaba antíope atacando a la joven rubia, por mucha rapidez que usara kara era mucho más rápida que ella

Lena, Sam y Alex veían a su infantil aprendiz burlándose de la más mortífera hada que haya existido sobre la faz del mundo mágico – si la atrapa, va a morir ¿lo sabes, ¿no? –pregunto Alex a lena que se sorprendía de la falta de precaución de su novia

–no le van a quedar los huesos, si antíope no la atrapa va a encontrar una forma de vengarse tarde o temprano– dijo Sam tronándose los dedos – kara debería de tomarse esto con más seriedad y mira que lo digo yo –

–aaahhhh trabajare eso con ella– kara y antíope estuvieron jugando un rato más hasta que el hada se cansó y le puso un hechizo para transformarla en una oruga la cual estuvo a punto de pisar si no fuera porque Alex, Sam y lena intervinieron

–deberías de poner un poco más de empeño cariño..... es bastante lamentable que medio pueblo de Anwyn esté tratando de matarte cuando tendría que ser todo lo contrario, deberían de ayudarte para salir victoriosa en la pelea con Astra– dijo lena enjabonando a kara mientras se bañaban en el lago a media noche tal y como les había indicado diana, podían permanecer bajo las aguas al menos dos horas kara disfrutando de su baño y lena disfrutando de los increíbles músculos de su rubia

El don del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora